Pasaron 27 años desde el trágico accidente del vuelo 2553 de Austral, y el recuerdo de las 74 personas que perdieron la vida sigue presente, marcando uno de los episodios más tristes de la aviación en Argentina. El 10 de octubre de 1997, el avión partió de Posadas con destino a la Capital Federal, pero antes de completar su aterrizaje, experimentó una falla que resultó en la muerte de todos a bordo.
“¡No, no, carajo, Dios mío, carajo! ¡Nos matamos, la puta que te parió, nos matamos, la concha de la lora!”, grita el piloto con pánico. Poco después, se perdió todo contacto y se confirmó que la aeronave se precipitó al fango en Nuevo Berlín, a 32 kilómetros de Fray Bentos, Uruguay.
A consecuencia del devastador accidente, los restos de los 69 pasajeros y 5 miembros de la tripulación, junto con fragmentos del fuselaje, se dispersaron a lo largo de un área de 800 metros.
La Comisión Investigadora de Accidentes Aéreos (Ciada) de Uruguay llevó a cabo una pesquisa sobre el siniestro y determinó que este “se produjo como consecuencia directa de la decisión del copiloto de extender los slats a excesiva velocidad y altura, lo que produjo su rotura y la pérdida de control de la nave. Asimismo, sostiene que el error de la tripulación fue inducido por el congelamiento de los tubos de Pitot y la inexistencia en el avión de la alarma recomendada para alertar”.
Durante las labores de búsqueda, se consiguió recuperar la caja negra y, 22 años después del trágico accidente, se logró escuchar el diálogo entre el piloto Jorge Cécere y el copiloto Horacio Núñez momentos antes del impacto: “¡Ah, no, gordo! ¡Reducí la velocidad! ¡Se trabó mi velocímetro! ¡No bajes más!”.
“Por favor, autorícenme ya descenso”, imploró el comandante al Aeropuerto Jorge Newbery. Sin embargo, no obtuvo ninguna respuesta.
En 2021, el Tribunal Oral Federal 5 decidió absolver a los 34 acusados, que incluían a ejecutivos de la empresa, así como a funcionarios civiles y miembros de la Fuerza Aérea, argumentando que no se hallaron pruebas contundentes que demostraran su implicación en el caso.
El recuerdo de todas las víctimas perdura en la memoria colectiva, y entre ellas está la historia de la azafata Viviana, quien, debido a inconvenientes personales de un colega, fue convocada para cubrir un turno que no le correspondía. Lamentablemente, perdió la vida en el trágico accidente.