15 de agosto 2024 - 20:48hs

La sucesión de catástrofes para el kirchnerismo en las últimas semanas fue tan grande que unas noticias fueron tapando otras y algunos de los escándalos quedaron en sordina, ignorados por la turba anhelante de sangre que encontró placer inmediato en los padecimientos de Alberto. El miembro de H.I.J.O.S. que mató a la madre y que previamente a ser detenido recorrió los medios kirchneristas denunciando a patotas paragubernamentales relacionadas con Milei daba para una película pero apenas llamó la atención.

Otro ejemplo notable, en el que me quiero detener, es la condena de Guillermo Moreno, en este caso, por la intervención al INDEC, a tres años de prisión condicional y a seis años de inhabilitación especial para ejercer cargos públicos, como autor del delito de “abuso de autoridad en concurso ideal con el de destrucción e inutilización de registros públicos”.

Es la tercera condena que recibe Moreno. En octubre del 2017 fue condenado a dos años y seis meses de prisión y a la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por el delito de peculado por haber utilizado fondos públicos para comprar merchandising con la leyenda “Clarín Miente”. Y en julio del 2022 fue condenado a dos años de prisión en suspenso y a seis meses de inhabilitación para ejercer cargos públicos por el delito de amenazas coactivas por el caso de “¿Casco o guantes?” que ofreció en una asamblea de 2010 de la empresa Papel Prensa.

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En las tres condenas, todas apeladas y esperando su sanción definitiva, se lo inhabilita para ejercer cargos públicos, por seis meses, seis años o de manera perpetua. Tres jueces distintos en tres episodios separados consideraron que no era una persona a la cual se le podía dejar el manejo de la cosa pública así no más. Es increíble que, de hecho, no solo haya sido funcionario alguna vez una persona tan inadaptada para el servicio público, sino que, durante los gobiernos de Néstor Kirchner y la primera presidencia de CFK, fue de los más importantes e influyentes.

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Como el chanta descomunal que Moreno es, salió a sobreactuar un festejo porque el último fallo, el relacionado con INDEC, fue condenatorio por abuso de autoridad y por destrucción de registros públicos pero no por falsedad ideológica, como había pedido la fiscalía. Según él, eso significa que la justicia estaba avalando las estadísticas que su gente falseó, como lo sabe absolutamente todo el mundo que haya prestado un mínimo de atención. Según Moreno, "lo que está diciendo la justicia es que las estadísticas de la década ganada, a partir de este momento, son las estadísticas de la década ganada y se terminó el debate”.

El debate no terminó porque no existe: el consenso público, político y académico sobre la alteración de estadísticas en Argentina en el período 2007-2015 es total. Nadie usa esos números y hay fallos internacionales que le hicieron perder una enorme cantidad de dinero al país por esa decisión prepotente y enloquecida de pretender engañar a la población modificando las estadísticas públicas. El 4 de septiembre se publicarán los fundamentos del fallo y, seguramente, se verá que la discusión es si se puede considerar al índice de inflación calculado por el INDEC un documento público o no, pero no hay dudas para nadie que no sea un enfermo ideologizado que desde enero de 2007 hasta diciembre de 2015 las estadísticas públicas fueron alteradas maliciosamente.

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En el desbande generalizado que está sufriendo el kirchnerismo, algunos jóvenes que todavía sienten algo de excitación al sentirse peronistas se aferraron a Guillermo Moreno como Rose y Jack a una puerta flotando mientras el Titanic se hundía. Se suponía que Moreno tenía ADN peronista, era viril, guapo, desafiante, sus causas judiciales no incluían todavía sospechas de corrupción y se moría de ganas de volver a ser el centro de la atención. Lo entrevistó Pedro Rosemblat, lo entrevistó Tomás Rebord, —básicamente, dos ignorantes— y empezó a girar por los programas más marginales de la televisión marginal, como Crónica y A24. Sin embargo, su viabilidad política había sido testeada hace muy poco, menos de un año, en las PASO del año pasado. Moreno se presentó y no pasó el primer filtro, el requerimiento de sacar el 1.5 % de los votos para pasar a las generales. El conglomerado que llevó apenas sumó 0,79 %, casi la mitad de lo necesario. Ahora, lo llamativo no fue eso, sino la “interna” que presentó a las PASO.

Efectivamente, Moreno no fue el único candidato de “Principios y Valores”, su partido. Tuvo que “vencer” a otros cuatro candidatos. No tuvo demasiados problemas, sacó dentro de su partido, el 97,47 % de los votos. A los otros cuatro candidatos no los conoce nadie, no se conoció campaña ni en qué estaban en desacuerdo como para tener que ir a un enfrentamiento. Son candidatos difíciles de buscar en Google, un par de los cuales no llegaron a sacar 300 votos a nivel nacional. Carina Bartolini (gran apellido), de Carmen de Patagones, una de la candidatas a presidente con 206 votos, dice que es modista y que “fui de precandidata a Presidente como invitada, porque necesitaban hacer una alianza para ayudar a Guillermo Moreno, me sumé porque al igual que él soy peronista”. ¿Cómo se explica esto? Habría que investigar el tema de la impresión de boletas, que está a cargo del Estado y que se multiplica cuando una organización presenta varios candidatos. El Estado paga las boletas que el partido imprime pero es deficitario en el control que ejerce.

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En estos días en los cuales el feminismo identificado con los kirchneristas ha quedado más magullado, recordé el hecho de que Moreno siempre ha sido especialmente prepotente con las mujeres. Y que su participación en el desastre del INDEC, por el cual acaba de ser condenado, afectó especialmente a mujeres de cierta edad. Sus objetos de acoso y violencia psicológica fueron mayormente señoras de sesenta años y más, profesionales sin actividad política, poseedoras de un saber y un orgullo profesional muy especial. Lo sé porque las conocí, fueron mis compañeras de trabajo, mis testimoniantes para el libro que escribí, y en más de un caso, mis amigas.

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