La economía mundial, que ya enfrenta los vaivenes derivados de las políticas de Donald Trump, como los aranceles y la reforma fiscal, ha visto cómo la tensión en Oriente Medio escalaba con nuevos enfrentamientos entre Israel e Irán.
Este conflicto no solo podría tener repercusiones sobre los precios del petróleo y los combustibles, sino que también podría extenderse, afectando el suministro de otras materias primas esenciales para la Unión Europea, los tipos de interés y el crecimiento económico global.
El inicio de los ataques y la reacción del mercado del petróleo
El jueves, Israel lanzó una serie de ataques aéreos contra Irán en el marco de la operación 'León Naciente'. Estos ataques se dirigieron contra instalaciones nucleares, incluidas la planta de enriquecimiento de Natanz, y el programa de misiles balísticos de Irán, además de varios mandos militares, lo que resultó en la muerte del jefe de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), Hossein Salami. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aseguró que la intervención se prolongará varios días, con la posibilidad de que se extienda semanas. Cuanto más dure, mayor será la incertidumbre económica global.
La respuesta inmediata de los mercados se reflejó en un aumento considerable en el precio del petróleo. El crudo de referencia en Europa, el Brent, alcanzó un aumento superior al 13%, superando los 78 dólares por barril, marcando su mayor subida diaria desde la invasión rusa de Ucrania en 2022. El miedo a una guerra más amplia en una región clave para la producción mundial de petróleo impulsó esta alza, lo que podría tener efectos colaterales significativos en los mercados globales.
El Estrecho de Ormuz y la posible disrupción en el suministro de energía
El mayor temor reside en que Irán pueda interrumpir el transporte de petróleo a través del Estrecho de Ormuz, una ruta estratégica que conecta el golfo Pérsico con el golfo de Omán y el Océano Índico, y que maneja el 20% del comercio mundial de petróleo, de los cuales el 35% es petróleo transportado por mar. Esta ruta es esencial no solo para los países exportadores de petróleo como Irán, Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos, sino también para Qatar, que usa este paso para sus exportaciones de gas natural licuado (GNL), representando el 20% del comercio mundial de esta materia prima.
Un bloqueo o interrupción en el Estrecho de Ormuz tendría consecuencias devastadoras para el suministro global de energía, lo que incrementaría aún más los precios del gas en Europa, que ya enfrenta tensiones debido a la crisis energética. Además, el impacto en los precios del petróleo afectaría a los costos de los combustibles y, por extensión, al resto de los productos de la cesta de la compra debido a los aumentos en los costos de transporte y producción. Este escenario podría generar nuevas preocupaciones para los bancos centrales, que ya están lidiando con los efectos de la inflación provocada por las políticas arancelarias de Trump.
Impacto en la economía global y las políticas monetarias
Aunque la crisis aún no ha tenido un impacto inmediato en las previsiones económicas, algunos expertos ya prevén que podría influir en las decisiones de los bancos centrales, especialmente en cuanto a las políticas de tipos de interés. Pedro del Pozo, director de inversiones de Mutualidad, señaló que el conflicto podría llevar a los bancos centrales a ser más cautos a la hora de seguir con las bajadas de tipos, ya que los aumentos en los precios del petróleo podrían agravar la inflación.
El economista Javier Santacruz también advirtió que el conflicto podría restar entre una y dos décimas al Producto Interno Bruto (PIB) mundial, además de los ajustes realizados previamente por el Fondo Monetario Internacional (FMI) debido a los efectos de la guerra comercial y los aranceles. Según Santacruz, un parón en los flujos comerciales de materias primas debido al conflicto podría afectar significativamente a rutas clave como el Canal de Suez y el tráfico del Índico, prolongando la incertidumbre en los mercados.
El temor a una escalada aún mayor
El escenario más temido es una escalada de la violencia que no solo afecte las instalaciones nucleares y militares de Irán, sino también sus infraestructuras clave de producción y exportación de petróleo. Un ataque a estas instalaciones podría desencadenar represalias severas, similar a lo que ocurrió en 2019 cuando los ataques con drones a las instalaciones de Aramco, la mayor petrolera del mundo, interrumpieron temporalmente la mitad de la producción de Arabia Saudí. Esta situación llevó a un aumento inmediato de los precios del crudo, y una repetición de este tipo de ataques tendría efectos similares a nivel global, exacerbando aún más los temores sobre la estabilidad económica y energética mundial.
En conclusión, el conflicto entre Israel e Irán, al igual que otros eventos geopolíticos en Oriente Medio, tiene el potencial de afectar no solo a los mercados energéticos, sino a la economía global en su conjunto. La incertidumbre política y económica derivada de la situación podría ser un factor más en la prolongada recuperación económica mundial post-pandemia. La atención sigue centrada en las posibles represalias, la intervención de potencias extranjeras como Estados Unidos, y las repercusiones que estos desarrollos puedan tener sobre los mercados internacionales de materias primas.