De ese proyecto conjunto surgió el desarrollo de la aplicación ComunicaT, que trata de facilitar el aprendizaje comunicativo mediante signos y pictogramas a personas con necesidades de apoyo, tengan autismo o algún otro tipo de discapacidad.
Pablo Fiuza, Marcelo López Sáenz y Justiniano Vila hablaron con El Observador España, en un encuentro revelador del proceso que ya lleva más de una década y en el que, además de las explicaciones tecnológicas, sobró la emoción por lo que estos emprendedores han experimentado al desarrollar una herramienta que literalmente les ha cambiado la vida a los beneficiarios de la app, y a ellos también como vivieron todo el proceso.
- ¿Cómo evolucionó el proyecto en el que terminan diseñando herramientas para el autismo?
- Pablo Fiuza: Este proyecto comenzó en el año 2012, porque ya pasaron más de diez años desde que empezaron a aparecer las primeras aplicaciones para celulares. Nosotros habíamos tenido una reunión en ese momento con los papás de ADRA (Asociación de Síndrome de Down de la República Argentina). Y me acuerdo de lo que ellos planteaban: “Nosotros vemos que nuestros hijos tienen mucha facilidad para usar teléfonos celulares, tablets, pero nadie les explica cómo se usan. Y no encontramos aplicaciones (había pocas en ese momento) preparadas para nuestros hijos, con ciertas discapacidades intelectuales". Entonces, ahí arrancamos con una movida, junto con otra gente. Me acuerdo que yo empecé tomándome los viernes a la mañana y les pedí a ellos que ellos me dijeran un colegio que tuviera chicos integrados. En ese momento, era sobre todo con síndrome de Down. Y fuimos a ver el director para ver que consideraciones tenían para los chicos. Y nos contó que había chicos que no leían las letras minúsculas, que solo leían las mayúsculas. Y así no podían usar abstracciones, no podían usar dibujos. Fuimos recolectando datos y, en un momento, empezamos a definir las primeras aplicaciones para hacerlo. Todo eso después decantó en armar una fundación.
- ¿Cómo se hacen hoy las aplicaciones?
- Las aplicaciones que hacemos surgen de sentarnos con estas fundaciones, y fue el síndrome de Down primero; y después empezamos a trabajar mucho con autismo.
- ¿Las necesidades surgieron a medida que iban conociendo el trasfondo de las discapacidades?
- Claro, empezamos a trabajar por ejemplo con Fundasor, que es la Fundación Argentina de Familias de Personas Sordas. De hecho, tenemos una aplicación que se llama LSA En Familia, que es Lengua de Señas Argentinas, una idea se armó para que se puedan comunicar más los padres con los hijos que tengan algún problema de audición. Es una aplicación que tiene, al día de hoy, 220 000 descargas en Argentina, muchísimas.
- ¿El sistema es así? ¿Trabajan a partir del contacto con las instituciones?
- Sí, nos sentamos con ellos, definimos qué hacer, en general lo hacemos con algún colegio. Después seleccionamos una empresa de software, que es la que ayuda, la que desarrolla. Entonces, ellos lo hacen por compromisos que han tomado, y después hay una serie de pruebas que testeamos en las fundaciones, y si podemos en un colegio, y eso empieza a tener una primera versión. Cuando sale lo empezamos a probar en el mercado, y así es como como se generan las aplicaciones.
Más de diez aplicaciones que ya funcionan
- ¿Cuántas aplicaciones pudieron desarrollar?
- Debemos tener armadas hoy unas 12 o 13 aplicaciones. Empezamos a focalizarnos en tres o cuatro aplicaciones fuertes; las que vimos que estaban funcionando muy bien y empezamos a hacer versiones y más versiones. Hoy tenemos seis, siete aplicaciones con este concepto. Siempre digo lo mismo. Aquellos que no necesitan ver solo letra mayúscula, jamás se van a dar cuenta que hay una letra mayúscula. Aquellos que no necesitan la abstracción, van a ver que una hay foto en lugar de un dibujo, pero no se van a dar cuenta. Aquellos que lo necesitan, sí. Esa es la diferencia de poder usar una aplicación o de no poder usarla.
- ¿Cuánto tiempo llevan trabajando con estas aplicaciones para discapacitados y en qué estadio están ahora?
- Esto nació en el 2012 y no paró nunca. Es más, tenemos empresas que se fueron sumando y empresas que siguen estando desde el día uno. Con las fundaciones seguimos trabajando, algo que siempre fue muy fuerte. Porque esto arrancó como una idea, de una fundación, en este caso de los papás de chicos con Síndrome de Down. Pero después se sumaron muchas empresas del sistema. Por supuesto que todo lo que hacemos es ad honorem. Ninguno de nosotros vive de esto puntualmente, por lo menos en términos económicos. En términos emocionales, muchos vivimos de esto. Es un grupo donde hay muchas psicoterapeutas, muchas personas que trabajan en educación, la fundación en eso es multidisciplinaria. Y todos los años es una aplicación seguro o dos versiones de una aplicación que venimos haciendo. Y recibimos un feedback muy interesante de la gente. De las familias, sobre todo, porque esto en una etapa de la vida que ayuda muchísimo. Y los programas que estamos haciendo ahora con la Fundación Burgos de España están pensados para una determinada cantidad de chicos, en este caso de chicos con autismo, que tienen una forma particular de comunicarse, que es a través de símbolos. Que no es una lengua de señas.
- Es un universo de mucha complejidad.
- Algo que me tocó aprender con los años es que cada discapacidad es muy particular. Es de cada persona, es la forma de comunicarse, si hablas o no hablas. Hay gente con autismo que no es capaz de leer. Hay gente que habla solamente, por ejemplo, de autos. Es un espectro muy amplio. Lo único que puedo decir es que esto no pasa solo en discapacidad. Pero si hay algo que tiene la tecnología, siempre lo tuvo y lo va a tener cada vez más es la capacidad de personalizar. Con las limitaciones que podemos tener, pero la tecnología te permite personalizar y eso está buenísimo.
La sintonía perfecta con Autismo Burgos, de España
- ¿Y cómo es el puente con España?, ¿qué es lo que pueden capitalizar de haber venido acá?
- Lo que nosotros empezamos a hacer, y acá hay un tema interesante. Hay determinadas discapacidades, por ejemplo, la lengua de señas, que es muy particular. Nosotros hicimos esta aplicación de lengua de señas argentina. En España esa aplicación ya existe, pero si quisiéramos traerla a España no tendría ningún sentido. Nosotros tenemos que generar todos los videos de la lengua de nuevo, y estamos hablando de unos 1200 videos en la aplicación, porque son muy diferentes. Lo mismo en Argentina porque la lengua de señas que se habla en Buenos Aires difiere bastante de la que se habla en Mendoza. Por eso, no lo podés traer a España porque cambia la lengua de señas. En cambio, ¿qué pasa con el autismo? ¿qué pasa con el Síndrome de Down? Eso no pasa. En realidad, la forma de interactuar difiere un poco por la idiosincrasia, pero son muy similares en uno y otro país. Entonces, en un momento lo que empezamos a hacer es trabajar con otros países. Lo hicimos con Colombia porque los padres de Argentina tienen relación con una fundación de Latinoamérica y con la de Colombia. Y empezamos a trabajar, y a buscar empresas en Colombia y a replicar este modelo. Lo mismo hicimos acá en España. O sea, lo que hicimos fue replicar el modelo. Necesitábamos una fundación, la idea es que la fundación fuera local siempre y la Fundación Autismo Burgos es muy fuerte en España con el tema del autismo. Empezamos a trabajar con ellos, a delinear, y a ver qué les parecía. Siempre tratamos que sea algo global. Y ahí sumamos al ecosistema español. Entonces, se sumó Justiniano con Uananow; después se sumó Reserve IT, que terminó desarrollándolo, y replicamos el mismo modelo que teníamos en Buenos Aires, y lo hicimos en España. Las aplicaciones que hacemos siempre están disponibles en los sectores de habla hispana. Cualquiera las puede bajar y estas aplicaciones, las mismas que emocionalmente hicimos con Globant se pueden bajar y funcionan igual porque la temática es igual. Es un sistema muy virtuoso.
- ¿Y qué se siente, más allá del tema profesional, desarrollar un sistema que ayuda a chicos que tienen discapacidades, con todo lo que implica?
- Es muy fuerte. Una persona me cuenta que en España su hijo discapacitado usa la aplicación nuestra y yo todavía me emociono. En mi alma de pelotudo que soy. Hace doce años que hablo de esto, pero te emociona mucho cuando un padre te cuenta que usa con su hijo la aplicación que hicimos acá en Burgos. ¿Por qué la usa con el pibe? Porque el pibe no habla. Y en un momento, porque esto lo escuché gracias a Dios un montón de veces, en un momento de la vida te sirve.
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El factor emocional va más allá de la tecnología
- Veo que te emociona la cuestión. ¿Te encontraste también España con esa sensibilidad?
- Es una problemática que es común en cualquier país. En un momento me tocó dar una charla TED en Argentina. En la época de los piquetes. Estoy dando la charla y veo que entran, cuando yo ya estoy terminando, una pareja muy joven con un nene con Síndrome de Down. Y cuando termina la charla, vienen y me dicen: "Llegamos tarde, pero queríamos estar porque creemos que nuestro hijo hoy hay cosas que no puede hacer, pero con la tecnología cuando él sea más grande va a poder hacer un montón de cosas que hoy no puede hacer”. Entonces, es verdad que la tecnología, más allá de todo lo malo que puede tener, tiene también este tipo de cosas. Y a esta gente, como a esos padres de 25 años con un hijo con Síndrome de Down, les generas esta esperanza. Por eso, digo, por esto solo, yo seguiría en esto. La batalla ya está ganada (lagrimea).
- Siempre, en estos desarrollos y con el uso de la tecnología, la delantera la lleva el Estado. ¿Según tus años de experiencia, el sector privado empieza a tener otro protagonismo?
- Sí, claro, y está bueno el planteo porque esto pasa, en mi opinión, en muchos otros aspectos de la sociedad. Donde uno presume que es el Estado el que tiene que tomar las riendas. Sobre todo, en un tema tan sensible como puede ser el de la discapacidad. Nosotros fuimos por el camino de plantear, más allá de lo que hace el Estado con las fundaciones, ¿cómo podemos nosotros mejorarle la vida a esta gente? Nos dimos cuenta cuanto había avanzado la tecnología. Tanto que Google ahora acaba de lanzar en EEUU la aplicación con lenguaje de señas, que nosotros venimos trabajando desde hace años. Entonces, la tecnología en todo este proceso nos acompañó creciendo de una manera que nos permite hacer cosas que hace antes eran impensadas.
- ¿Y qué papel juega Uanaknow en este proceso?
- Justiniano Vila: Conocí a Pablo en el ecosistema de ASAEDE, de la Asociación Argentina Española de Emprendedores, y me tocó después ver la charla TED que él menciona. Y yo estaba en el momento en el que mi hermano había recibido la noticia de que su hijo iba a nacer con Síndrome de Down. Bueno, ahora que me toca de cerca, me involucro. Y es que no tenemos que esperar. Al final te nace decir, ¿qué es lo que puedo hacer? Porque antes no lo hacía, y ahora tengo la oportunidad de hacerlo. Y se dio en el contexto de que estaban buscando llevarlo a otros mercados. Y te das cuenta que venís trabajando en un montón de cosas de desarrollo tecnológico, hasta que descubrí que la tecnología también puede ser usada para que un pibe con discapacidad pueda subirse al bus y pagar el billete. Pues, qué básico, pero no lo podía hacer. La pregunta es clara. ¿Qué es lo que tenemos que hacer para que esto se masifique un poco más? Porque al final depende de la voluntad de cinco o seis empresas, que donan horas para que esto suceda. En mi caso, somos una empresa pequeña, donamos lo que podemos. Me encantaría reconvertir toda la empresa y dedicarnos solo a esto. Encontrar el equilibrio y poder aportar a estos proyectos que al final, si la tecnología cambia la vida, estas son las vidas que cambian realmente.
- ¿La sintonía de trabajo con colegas españoles de la tecnología se dio en forma natural?
- El trabajo con Autismo Burgo fue un placer porque son superprofesionales. Se involucraron con el proyecto, hay un plan, hay reuniones y las tareas van y se hacen. Hay objetivos como con cualquier otro cliente. Y lo bueno es que a los que estamos del lado de la tecnología, tenemos que aprender. Estamos haciendo un proyecto que va a ayudar a un montón de gente a integrarse a tareas básicas.
- ¿Y cómo se involucró Reserves IT Solutions en este equipo de trabajo?
- Marcelo López Sáenz. Nosotros llegamos por esas cosas de la vida. Fue a través de un partner nuestro acá en España, que nos refirió a Mariano Saldañas, que está en el proyecto DANE de la Fundación TINK. A Justiniano lo conocía por Asaede también. Entonces, ese encuentro fortaleció esta amistad que se fue formando en ayudar a otras personas. Yo trabajo en Reserve IT Solution, que es una empresa que hace 38 años que está en el desarrollo de software a medida. Vimos de todo de la parte comercial, administrativa y, cuando llegamos a esto que es el trastorno del espectro autista, tuvimos que hacer como un crash course de lo que Pablo había hecho en 12 años. Fueron 6 meses en los que tuvimos que aprender la importancia del color, del tamaño, de la limpieza. Nosotros teníamos 500 mil soluciones llenas de funcionalidades y la gente de Autismo Burgos nos fueron explicando todo. Para nosotros era un mundo nuevo, totalmente distinto de lo que conocíamos. Y la verdad es que hoy vamos por 6 meses desde que lanzamos la aplicación y tenemos una muy buena aceptación en España. La verdad es que muy emocionante, porque es distinto. No es lo mismo ver que lo estás haciendo para alguien que lo necesita desde otro lado, porque todos nuestros clientes necesitan sus aplicaciones para vivir, para mejorar sus vidas. Cuando Autismo Burgos lanzó su video promocional en donde vimos a los chicos, a los que conocíamos usando las aplicaciones, y se te caen las lágrimas. Y si en tu familia tenés a alguien que está en esa situación, es increíble, es mágico.