La creciente disputa entre México y Estados Unidos por la escasez de agua
Estados Unidos acusa a su vecino del sur de violar un acuerdo de larga data de reparto compartido de agua.
14 de julio 2025 - 8:51hs
Los niveles de agua en el lago Toronto, un embalse en el norte de México, están críticamente bajos, dicen los informes. BBC
Rafael Betance dice que los niveles de agua de la presa han caído durante los últimos ocho años. BBC
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Muchos productores mexicanos de nuez inundan sus campos con agua de riego. BBC
El agricultor de nueces Jaime Ramírez admite que algunos de sus vecinos desperdician agua. BBC
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Después de 30 meses consecutivos sin lluvia, los residentes de San Francisco de Conchos en el norteño estado de Chihuahua, México, se reúnen para rezar por la intervención divina.
A las orillas del lago Toronto, un embalse detrás de la presa más importante del estado, llamado La Boquilla, un sacerdote lidera las oraciones de granjeros a caballo y sus familias, parados sobre un suelo rocoso que solía ser parte del lecho del lago antes de que las aguas bajaran a los niveles críticos actuales.
Entre aquellos que rezan con sus cabezas agachadas está Rafael Betance, quien ha monitoreado La Boquilla de manera voluntaria para las autoridades de suministro de agua durante 35 años.
"Todo esto debería estar bajo agua", expresa, señalando una extensión reseca con rocas blancas expuestas.
"La última vez que la presa estuvo llena y se desbordó un poco fue en 2017", recuerda Betance. "Desde entonces, ha bajado año tras año".
"Actualmente estamos a 26,52 metros por debajo del punto máximo del agua, menos de 14% de su capacidad total".
No sorprende que la comunidad local esté rogando a los cielos por agua. Aún así, pocos esperan que haya una tregua en la devastadora sequía y el sofocante calor de 42 °C.
Rafael Betance dice que los niveles de agua de la presa han caído durante los últimos ocho años.
Ahora, una antigua disputa con el estado de Texas sobre el escaso recurso amenaza con ponerse fea.
Según los términos de un acuerdo de uso compartido de agua de 1944, México debe enviar 430 millones de metros cúbicos de agua al año del río Bravo a EE.UU.
El agua se envía a través de un sistema de canales tributarios a unas presas compartidas que pertenecen a y son operadas por la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), que supervisa y regula el uso compartido del agua entre las dos naciones vecinas.
A cambio, EE.UU. envía su propia y mucho más grande asignación (casi 1.850 millones de metros cúbicos al año) del río Colorado para suministrar a las ciudades fronterizas mexicanas de Tijuana y Mexicali.
México está en mora y no ha mantenido sus envíos de agua durante gran parte del siglo XXI.
Tras la presión de los legisladores republicanos en Texas, el gobierno de Trump advirtió a México que podría retener el agua del río Colorado a menos que cumpla con sus obligaciones en virtud del tratado de 81 años de vigencia.
En abril, el presidente estadounidense Donald Trump acusó a México en su cuenta de la red Truth Social de "robar" el agua y amenazó con seguir aumentando la presión a "ARANCELES, e incluso SANCIONES" hasta que México pague a Texas lo que debe.
No obstante, no fijó una fecha límite firme para la posible implementación de tales represalias.
Por su parte, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, reconoció el déficit de México, pero adoptó un tono más conciliador.
Desde entonces, México ha transferido inicialmente 75 millones de metros cúbicos de agua a EE.UU. a través de la represa compartida, La Amistad, ubicada a lo largo de la frontera, pero eso es solo una fracción de los aproximadamente 1.500 millones de metros cúbicos de la deuda pendiente de México.
Choque entre nogales y alfalfa
La controversia sobre el intercambio transfronterizo de agua puede ser peligrosamente intensa: en septiembre de 2020, dos mexicanos murieron en enfrentamientos con la Guardia Nacional en las compuertas de La Boquilla, mientras agricultores intentaban impedir que el agua se desviara.
En medio de la grave sequía, la opinión predominante en Chihuahua es que "no se puede tomar de lo que no hay", afirma el experto local Rafael Betance.
Pero eso no ayuda a Brian Jones a regar sus cultivos.
Agricultor de cuarta generación en el Valle del Río Grande, Texas, durante los últimos tres años solo ha podido sembrar la mitad de su finca porque no tiene suficiente agua de riego.
"Hemos estado luchando contra México porque no han cumplido con su parte del acuerdo", sostiene. "Solo pedimos lo que nos corresponde por derecho según el tratado, nada más".
Jones también cuestiona la magnitud del problema en Chihuahua. Cree que en octubre de 2022 el estado recibió agua más que suficiente para compartir, pero liberó "exactamente cero" a EE.UU., y acusó a sus vecinos de "acaparar agua y usarla para cultivar para competir" con ellos.
Los agricultores del lado mexicano interpretan el acuerdo de otra manera.
Afirman que solo los obliga a enviar agua al norte cuando México pueda satisfacer sus propias necesidades, y argumentan que la sequía persistente en Chihuahua significa que no hay excedente disponible.
Más allá de la escasez de agua, también existen debates sobre la eficiencia agrícola.
El nogal y la alfalfa son dos de los principales cultivos del Valle del Río Conchos en Chihuahua, y ambos requieren mucho riego: los nogales necesitan un promedio de 250 litros al día.
Tradicionalmente, los agricultores mexicanos simplemente han inundado sus campos con agua del canal de riego.
Al conducir por el valle, enseguida se ven nogales en charcas poco profundas, con el agua fluyendo desde una tubería abierta.
La queja de Texas es obvia: la práctica es un desperdicio y se puede evitar fácilmente con métodos agrícolas más responsables y sostenibles.
Muchos productores mexicanos de nuez inundan sus campos con agua de riego.
Mientras Jaime Ramírez pasea por sus nogales, el exalcalde de San Francisco de Conchos me muestra cómo su moderno sistema de riego garantiza que sus nogales reciban el riego adecuado durante todo el año sin desperdiciar este valioso recurso.
"Con los aspersores, consumimos alrededor de 60% menos que inundando los campos", asesgura.
El sistema también permite regar los árboles con menos frecuencia, lo cual es especialmente útil cuando el nivel del río Conchos es demasiado bajo para permitir el riego local.
Sin embargo, Ramírez admite que algunos de sus vecinos no son tan conscientes. Como exalcalde local, insta a la comprensión.
Algunos no han adoptado el método de riego por aspersión debido a los costos de instalación, comenta Ramírez.
Ha intentado demostrar a otros agricultores que resulta más económico a largo plazo, ahorrando en energía y agua.
El agricultor de nueces Jaime Ramírez admite que algunos de sus vecinos desperdician agua.
Pero los agricultores de Texas también deben comprender que sus homólogos de Chihuahua se enfrentan a una amenaza existencial, insiste Ramírez.
"Esta es una región desértica y no ha llovido. Si no llueve de nuevo este año, el próximo simplemente no habrá agricultura. Habrá que conservar toda el agua disponible para consumo humano", advierte.
Un tratado de ocho décadas
Muchos en el norte de México creen que el tratado de reparto de agua de 1944 ya no sirve.
Ramírez cree que pudo haber sido adecuado para las condiciones de hace ocho décadas, pero no se ha adaptado a los nuevos tiempos ni ha tenido en cuenta correctamente el crecimiento demográfico ni los estragos del cambio climático.
Al otro lado de la frontera, el agricultor texano Brian Jones sostiene que el acuerdo ha resistido el paso del tiempo y que aún debe respetarse.
"Este tratado se firmó cuando mi abuelo era agricultor. Ha pasado por mi abuelo, mi padre y ahora por mí", dice.
"Ahora vemos que México no lo cumple. Es muy indignante tener una finca donde solo puedo sembrar la mitad del terreno porque no tengo agua de riego", agrega.
La postura más firme de Trump ha dado un impulso a los agricultores locales, opina.
Mientras tanto, la sequía no solo ha perjudicado la agricultura en Chihuahua.
Con los niveles del lago Toronto tan bajos, Betance afirma que el agua restante en el embalse se está calentando a una velocidad inusual, lo que podría causar un desastre para la vida marina que sustenta una industria turística otrora próspera.
El pronóstico para el valle no había sido tan desalentador, afirma Betance, desde que él se dedica a registrar cuidadosamente las fluctuaciones del lago.
"Rezar para que llueva es todo lo que nos queda", reflexiona.
Reporte adicional de Angélica Casas
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