ver más
Embed - El aeropuerto que emociona a Uruguay: reencuentros, despedidas y aventuras

Sobre las pistas de aterrizaje y de despegue, el viento vuela muchísimo más fuerte. Un campo enorme con cemento y césped por igual. En medio de tantos “pájaros de hierro” que van y vienen, hay algunos que nunca se van. Y son pájaros de verdad: plumas, alas, picos.

“Ella es Bilú”, dice Mauricio Rattin, director de Cetrería del Sur, en conversación con El Observador. Y lo muestra todo. Muestra el guante de cuero marrón que se puso en la mano izquierda, muestra al ave y muestra su caperuza, el capuchón de cuero que le cubre la cabeza para que no se estrese por demás.

Se trata de un halcón aplomado que nació ahí mismo en el Aeropuerto de Carrasco hace 9 años, y que tuvo un proceso de entrenamiento para poder ser parte del equipo de cetrería que trabaja allí. Porque el aeropuerto tiene, dentro de las 2.000 personas que forman parte de su logística, un equipo de cetreros que proveen servicios de control agrario y fauna.

“Quique fue el primer animal con el cual empecé a practicar la cetrería hace unos 25 años”, explica Rattin y agrega que, en realidad, “era una hembra, pero mi desconocimiento me hizo pensar que porque el tamaño era mayor era un macho. En realidad, se da una particularidad que en las aves rapaces el dimorfismo sexual está marcado por el mayor tamaño en las hembras, que son las que protegen el nido, las que defienden el territorio, en relación a los machos”.

La cetrería es un arte milenario. Es el arte de entrenar a los a las aves rapaces para cazar. Originalmente, surgió como una forma especializada de caza para obtener alimento para el ser humano. Data de más de 4.000 años, se cree que tuvo sus orígenes en Asia. Y, desde el año 1968, se empezó a utilizar en aeropuertos para trabajar sobre el control de poblaciones de animales que interferían en las operaciones.

¿Cómo se entrena un ave? Según explicó Rattin, primero se los socializa con el entorno. Luego, se los lleva afuera, al campo, en donde se los coloca en unas torres para hacerles lo que es la crianza campestre, donde ellos empiezan a volar y a generar un buen desarrollo muscular, físico y mental.

Una vez que ellos alcanzan un nivel de madurez suficiente como para empezar a independizarse, “nosotros los ligamos al cetrero en base a reflejos condicionados positivos para que nos asocien como proveedores de alimentos o de oportunidades, y luego ajustamos el peso de vuelo que es muy importante para la actividad que realizamos y empezamos a trabajar de manera progresiva en el aeropuerto”.

Es que Cetrería tiene un rol clave: reducir el riesgo de que se generen impactos o ingestas de la fauna que anda por la pista. Por ejemplo, para evitar que una paloma o un tero se metan en la turbina de un avión.

Dentro de los métodos preventivos, principalmente trabajan con control biológico. Eso quiere decir que trabajan con perros o con diferentes aves rapaces (halcones, gavilanes, águilas). Actualmente, en el aeropuerto hay un plantel operativo de unas 30 aves rapaces que buscan “generar una zona insegura en donde la fauna se desplaza por miedo a convertirse en presa”, explica Rattin.

La mayoría de ellas nacieron en cautiverio en el aeropuerto, donde manejan un programa de reproducción “en base a una filosofía de trabajo sostenible, donde buscamos nutrirnos de los animales sin comprometer recursos de la naturaleza”, agrega Rattin.

“Se han probado distintos métodos desde ultrasonido, drones u otro tipo de tecnologías, a nosotros lo que más nos ha resultado es volver a lo natural”, dice Federico Cabrera, gerente de operaciones y experiencia del cliente en Aeropuertos Uruguay.

Además de Cetrería, el Aeropuerto Carrasco tiene equipos “muy específicos y que capaz no son tan comunes”, agrega, como servicios de apoyo a las maletas o servicios de apoyo a las cargas aéreas. Es que, “una de las principales búsquedas que nosotros tenemos es con la seguridad operacional”.

Y lo operacional también tiene que ver con los pasajeros. Incluso, con lo menos obvio. “En el aeropuerto pasa mucho más de lo que se puede ver”, dice Camila Nicolich, Líder funcional de experiencia del pasajero en Aeropuertos Uruguay.

En 2021, llegó una familia que quería migrar al Uruguay. Un matrimonio y sus dos hijos. En un contexto de pandemia, “llegaron cargados de sueños, ilusiones, para comenzar su nueva vida y una vez arribados se dieron cuenta que les faltaban algunos requisitos para poder ingresar, lo que implicó que se tuvieran que quedar en el aeropuerto cinco días”, recuerda Nicolich y agrega: “nuestro equipo tuvo que actuar rápidamente para poder ayudarlos, desde alcanzarles alimentos o juegos para que los chicos se entretuvieran todo ese tiempo, mientras íbamos consiguiendo los teléfonos de las embajadas para poder ayudar a que esta familia definitivamente pudiera ingresar al país”.

También está la historia que recuerdan todos: cuando Jesz Fleming, el australiano que venía a bordo del crucero Greg Mortimer con su esposa, besó el suelo del aeropuerto en agradecimiento al trabajo que hizo Uruguay para devolverlo a su país en aquella crisis de salud provocada por la llegada del covid-19.

“Es un edificio que tiene miles de historias para contar”, comenta Cabrera. Y se refiere, obviamente, a ese edificio icónico inaugurado en 2009 que “es uno de los primeros ejemplos de una arquitectura contemporánea en edificios públicos” porque “si uno piensa en el Palacio Legislativo, el Teatro Solís, el Palacio Salvo, son todos edificios del siglo XIX, del siglo XX, que reflejaban su época. El Aeropuerto de Carrasco refleja nuestra época”.

En esa contemporaneidad, el arquitecto Rafael Viñoly se inspiró en las dunas de las playas uruguayas para tener esa forma más horizontal que vertical. Además, le dio gran protagonismo a la luz natural, para que “lo que pasa en el interior del edificio dialogue en armonía con lo que pasa afuera”.

Es un aeropuerto que, curiosamente, no está ubicado en Montevideo. Estrictamente, está en el departamento de Canelones, pero, según Cabrera, “interactúa muy bien con la capital Montevideo, que es el principal destino al que sirve”.

Y que, agrega, tiene un público con un espíritu distinto al que pueden tener otros aeropuertos muchísimo más transitados. “Es un lugar que está lleno de emociones”, dice: tenemos reencuentros, despedidas, turistas que llegan por primera vez a Uruguay, colegios, equipos deportivos que van a competir al exterior.

“Capaz que no en todos los aeropuertos del mundo se vive como se vive acá en el Aeropuerto de Carrasco, ese momento de reencuentro y de despedida”, comenta.

El ciclo audiovisual "Montevideanos. Edificios que marcaron la ciudad" es presentado por Cementos Artigas.

Temas:

Aeropuerto de Carrasco halcones migrantes

Seguí leyendo