La difícil tarea de Los Teros: acercarse a los monstruos

Los Teros empezaron los trabajos físicos para el Mundial; buscan el techo de rendimiento individual para recortar distancia con las potencias

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26 de noviembre de 2014 a las 18:57

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En setiembre del año que viene Los Teros se enfrentarán a una exigencia inédita: Inglaterra, Gales, Australia y Fiyi en poco más de tres semanas, en el Grupo A del Mundial de rugby. Es el mejor ejemplo del David contra Goliath deportivo: por un lado, los superprofesionales; por el otro, los –en su gran mayoría– amateurs que deberán hacer frente al reto de sus vidas, y tratar de competir de la manera más pareja posible.

Cómo achicar distancias será una de las grandes tareas de los meses que vienen. Y en eso, el rol de la preparación física será clave. El lunes, Los Teros empezaron su postemporada, la primera etapa de trabajos rumbo al Mundial. Serán cuatro semanas de entrenamiento físico extremo y centrado en metas personales. Luego dos semanas de vacaciones, y volverán a trabajar en la primera semana de enero, ya con un perfil de trabajos más grupales y centrados en la pelota, para llegar a los primeros partidos en febrero.

Al límite y, después, descanso
“Históricamente, en la pretemporada se trabajan contenidos físicos. Pero hoy los calendarios no permiten eso. En febrero ya estamos jugando. Las postemporadas permite tener una intensidad y un nivel de entrenamiento máximos, solo porque después tienen vacaciones. Si enseguida tenés la temporada, no darían los tiempos”, explicó a El Observador Santiago Alfaro, director de la empresa Athletic Dome, que desde hace dos años trabaja con la URU cambiando el enfoque de la preparación física.

Para Alfaro, esas vacaciones son claves para el trabajo. “Se supercompensan. Después de un estrés tan grande, necesitan vacaciones para que cuando vuelvan estén en condiciones. Los deportes de colisión necesitan mucho descanso. Un partido de rugby iguala a una maratón en los niveles el cortisol, la hormona que mide los niveles de estrés físico. A eso hay que sumarle el daño muscular. Por eso requiere recuperación, que durante el año la tenemos en cuentagotas”, agrega Alfaro, quien junto a otros PF como Federico Izeta y Matías Ortiz planifican el trabajo.

La diferencia es de ritmo
La cruda realidad es que no hay fórmulas milagrosas para que los jugadores uruguayos puedan estar a la par de sus rivales en setiembre. En cambio, el objetivo de los trabajos físicos será que cada jugador llegue a su techo máximo de rendimiento. Porque a diferencia de lo que se pueda imaginar, en las pruebas físicas los resultados de los uruguayos no están lejos de los de los superprofesionales: la diferencia está en el ritmo de competencia en el que se mueven unos y otros durante el año, y que son imposibles de disimular en pocos meses.

“La realidad no cambia mucho: hay que hacer la mejor preparación posible. Nos vamos a preparar como si fuéramos a ganar la copa del mundo. El que juguemos contra equipos altamente superiores no modifica los objetivos. Trabajamos para que cada jugador maximice su potencial. No es que sean muy superiores físicamente, sino que adquieren otra velocidad de juego. Si ves los números físicos de nuestros jugadores, en composición corporal y peso no hay tanta diferencia, quizás sí en evaluaciones de velocidad. La diferencia está en todo el combo de desarrollo de los jugadores, el ‘enviroment’”, opina Alfaro, que también trabaja con estrellas como Diego Forlán.

“En esta etapa, cada jugador tiene un objetivo antropométrico: en base a los estudios que hicieron las nutricionistas, se fija un objetivo de acá a enero. En algunos será aumentar 1 kilo; en otros, adelgazar uno. También es un momento para trabajar debilidades de todo el año, como problemas de movilidad y estabilidad. Hay otro grupo que hace fisioterapia y entrenamiento diferenciado para recuperarse de lesiones, que en otros momentos quedaban parados hasta volver a la pretemporada”, indica el PF, que afirma que esa misma preparación fue la que permitió subir un escalón ante Estados Unidos, al empatar en el Charrúa y ganar el encuentro de vuelta hasta los 60 minutos. “Cuando estás cerca, lo que define es el juego. Contra Rusia aguantamos el envión físico y ganamos en juego”, agrega.

En enero llegará la compleja tarea de engarzar la parte física con la técnica. “Va a ser una etapa de trabajos más grupales y más vinculados al juego. Desde el vamos hay un trabajo en conjunto con el cuerpo técnico, de construcción de juego. Visualizamos el plan de juego, se construye un entrenamiento, un contenido para llegar a un objetivo”, finaliza Alfaro, al frente de otro de los ítems que componen la revolución en la que está inmerso el rugby uruguayo.

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