Camilo Dos Santos

Gandini: “Los liderazgos wilsonistas se fueron deteriorando y hoy la otra pata del partido está dispersa”

El líder de Por la patria dijo que Lacalle Pou los "sorprendió a todos" y "representa bien" a todo el Partido Nacional, mientras que Larrañaga "se ha alejado de posturas históricas" del wilsonismo

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29 de agosto de 2020 a las 05:04

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Jorge Gandini es uno de los puntales de la bancada del Partido Nacional en el Senado. Con experiencia en los corrillos parlamentarios, el líder de Por la patria jugará un rol fundamental en la negociación y defensa del proyecto de ley de Presupuesto que ingresa esta semana por Diputados, pero también tiene en la mira la consolidación de un sector wilsonista que ocupe un espacio hoy “disperso” y en buena parte “absorbido” por el sector Todos del presidente Luis Lacalle Pou.

Señala que el Frente Amplio tiene una "patología" con la deuda y que el presupuesto "refleja un cambio de modelo económico"; que el Partido Nacional "hoy tiene una férrea unidad interna" asentada en el liderazgo del presidente de la República pero tiene el desafío de "crecer" con "más corrientes"; y que si bien la actitud de Carlos Moreira "no es para ponerse orgulloso" y era condenable, los hechos lo han "reivindicado en buena medida".

A continuación, un resumen de la entrevista que mantuvo con El Observador

Este martes se cumplen seis meses de gobierno de Luis Lacalle Pou. ¿Qué impronta ya se ha dejado? ¿Qué cosas han cambiado en el país?

Muchas. Hay un presidente presente haciéndose cargo, presente institucionalmente, trabajando en casa de gobierno, con todo el equipo alrededor. Eso no existía antes. Y se han tomado decisiones articuladas y en consulta pero sin dogmatismos. Si hay algo con lo que yo puedo distinguir esta administración de la anterior es la gestión, que era una de las grandes deficiencias del gobierno anterior.

¿Qué se puede esperar del presupuesto?

Creo que refleja un plan de gobierno y un cambio de modelo económico. El modelo tiene como base un gasto público al servicio del país, tratando de no servirse al Estado sino apoyar el desarrollo de la economía real, que la hace el sector privado. Son la inversión, el consumo, la industria y la producción los que van a generar el crecimiento económico, que alimenta luego con sus impuestos el gasto público. No es la visión inversa de sacarle todo lo posible al sector privado, que debe ser culpable de que le vaya bien para financiar un Estado cada vez más grande. 

Camilo Dos Santos

Desde el Frente Amplio se argumenta que en el caso de la pandemia, el gobierno podría haberse endeudado más para otorgar más prestaciones a efectos de paliar la crisis. ¿Qué opina?

Podríamos habernos endeudado más si nos hubieran dejado el país endeudado menos. No hay margen para endeudarse mucho más. Lo que pasa es que el FA tiene una patología: cree que todo se arregla con deuda. No hay modelo económico, familiar, empresarial ni nacional que pueda sustentarse sobre la deuda permanentemente. La deuda tiene que ser la excepción o el financiamiento de grandes proyectos. Pero no puede pagarse el gasto corriente siempre endeudándose.

Lo que argumentan es que si hay un momento favorable para endeudarse, es ahora. 

Está bien. ¿Y por qué nos tendríamos que endeudar más? ¿Qué es lo que no estamos haciendo bien? Hemos logrado ser el país con mejor desempeño en materia sanitaria y la recuperación económica más rápida de todas. ¿Qué modelo es el del Frente Amplio? ¿El de la Argentina de Alberto Fernández, que no sabe qué hacer con la deuda y tuvo una caída de 12,5% en el PIB? Nosotros, –con una economía ya en recesión que había caído 1,4% en el primer trimestre–, vamos a tener una caída de 3,5%, cuando en Brasil  el PIB caerá 9% y Argentina 12,5%.

¿Las ollas populares son algo con lo que habrá que convivir?

El Estado también está presente y va a estar más presente. Hoy se está organizando desde el Estado más asistencias. Las ollas populares lo que precisan es trabajo. Que a la gente que está hoy en las ollas y tiene hábitos de trabajo le podamos mantener viva la expectativa de volver a trabajar donde antes trabajaba. Ese es el primer objetivo. Quizá haya que doblar el apoyo a las ollas populares, que alimentan a algunos miles de personas y que se mantienen por la solidaridad del Estado, de las empresas y de las personas. Pero eso no mueve la aguja en materia de endeudamiento. No me van a decir que tenemos que ir a pedir prestado al Fondo Monetario Internacional para bancar las ollas populares. 

Las metas del presupuesto

Gandini señala que los objetivos económicos del gobierno son “ambiciosos” pero “no imposibles”. “Son difíciles de comprender para la gente que mide la economía con los criterios que estamos acostumbrados, que son los del Frente Amplio”, afirma.

Otro tema que asoma en estos días es el desafuero de Guido Manini Ríos. La bancada del Partido Nacional define su postura el lunes pero con informes que ya marcan que "no hay mérito jurídico" para acceder al pedido del fiscal. ¿Cuál es su opinión?

Todavía no terminamos de analizar todo. Lo que vimos hasta ahora es que parece no haber suficiente mérito para que el Parlamento le quite la función de representante a un senador y considere que debe someterse a la Justicia. 

¿En qué ven la falta de mérito?

En que no aparecen los datos suficientes de una responsabilidad penal de quien fuera el comandante en Jefe. 

¿O sea para ustedes no es claro que Manini omitió denunciar el delito confesado por Gavazzo? 

(Asiente)

¿Pero hay elementos para afirmar que Manini denunció la confesión de Gavazzo? 

Ya lo analizaremos. El segundo capítulo es: ¿Entonces quién es? ¿Entonces quién fue? Por ahora no vemos responsabilidad, pero no hemos terminado de analizar.

¿El no votar el desafuero no sería una señal confusa para la ciudadanía? ¿No da la imagen de estar ocultando algo?

Sí, pero no podemos manejar la Constitución y las instituciones por señales. Nos pusieron acá para tomar decisiones, aunque no coincidan con la simpatía popular. Tenemos que ser muy serios en el manejo de las instituciones y esto es manejar la representación ciudadana. No la podemos limitar por las dudas. Es un tema que está en debate, porque después de la mirada jurídica tiene toda una mirada política. Eso también lo vamos a analizar. 

¿Las últimas revelaciones de Gilberto Vázquez y sus confesiones en el marco de otro Tribunal de Honor inciden en el debate?

No lo puedo asociar al desafuero, que no tiene nada que ver en el tiempo ni con las personas. Sí a cómo los tribunales de honor manejan los temas y si podremos revisar eso. También saber por qué esas cosas pasaron hace 14 años y recién nos enteramos ahora, con un gobierno y un ministro del Partido Nacional. No hubo que hacer nada más que ser transparente y entregar lo que había para que el tema saliera a la luz. Hace 14 años podría haber salido y no se conoció. 

¿Ese ánimo de transparencia aplica para el caso de Manini Ríos?

No es un tema de transparencia. Por eso tiene un procedimiento reglado constitucionalmente. El pedido de desafuero lo hace el Poder Judicial al Poder Legislativo, que en este caso tiene que analizar si hay mérito para juzgar. Porque mientras se juzga no es que se lo prestamos (a Manini). Se interrumpe su calidad de representante. Eso tiene que medirlo el cuerpo. Hay que considerar todos los aspectos, pero es clave considerar si hay mérito o no. 

¿Cómo ve al Partido Nacional en su rol de líder de la coalición?

Lo veo bien. Habiendo aprendido la función que tiene que desempeñar en el gobierno. Pudiendo separar bien lo que es una interna de los intereses nacionales. El partido pasó la interna y hoy tiene una férrea unidad interna y un rol de conducción de una coalición inédita de cinco partidos que compiten entre sí y van a volver a competir. En la política no hay padres pero hay líderes. El presidente de la República lo es y lo asume bien, y el partido asume que tiene que acompañar ese liderazgo. En el Parlamento nos toca la tarea de zurcido invisible de modo permanente. Los resultados están a la vista. Podemos tener diferencias y convivir con el perfilismo natural y lógico. Cada vez que se necesitaron, los votos estuvieron. 

Camilo Dos Santos

¿El Partido Nacional de hoy es homogéneo y no tanto una expresión de corrientes?

A las pruebas me remito. El presidente de la República nos ha sorprendido a todos. Nos representa bien a todos. Cumple bien esa función de líder del partido en su calidad de presidente de la República. Y no hay fisuras ni enfrentamientos de ninguna naturaleza. Estamos todos detrás de ese liderazgo. 

Algunos en la oposición han definido a este gobierno como "herrerista”. ¿Lo ve de esa manera?

Yo soy wilsonista y no me siento incómodo. Creo que hay un montón de medidas que se han tomado que tienen mucho cariz wilsonista. El tratamiento que se ha hecho de la emergencia nacional a mí me enorgullece. Y no sé bien qué quiere decir ser herrerista.

¿Y wilsonista qué quiere decir?

Yo creo que hay medidas de clara índole popular, progresista, de cambio, afincada en leyes de transformación a largo plazo. (La visión de un Estado más chico y eficiente) es muy blanco, no herrerista. Ningún sector del partido ha sido estatista. Todo el Estado que se necesite, pero toda la libertad que se pueda. Esa es la visión del partido y este es un gobierno que ha puesto énfasis en la libertad. 

¿Hoy existe un wilsonismo como corriente propia en el Partido Nacional?

Yo creo que está latente. Nosotros (por la lista 250) reivindicamos ese espacio pero somos muy pequeños. Hay mucho wilsonismo disperso. Y el liderazgo de Luis (Lacalle Pou) ha sido muy abarcativo.

Incluso de vetas wilsonistas.

Exactamente. Pero el wilsonismo está ahí latente. Creo que va a tener su momento y su oportunidad. 

¿Jorge Larrañaga perdió pie en el liderazgo de ese espacio?

El tiempo dirá. 

Hace unos años usted decía que él era el líder que precisaba esa corriente y el partido. Hoy no parece defender ese argumento. 

Bueno, Larrañaga ha competido con el herrerismo y en muchos temas ha abandonado posturas históricas del wilsonismo. Y ha quedado en la interna reducido a la tercera fuerza, recuperando un poco en la nacional. Ya veremos. Hoy tiene una responsabilidad por delante que lo va a definir mucho en sus posturas políticas e ideológicas. Sus acciones y los resultados que obtenga van a determinar cuál va a ser su futuro. Tiene una prueba de fuego. El compromiso no es solo estadístico, de más o menos delitos. Es “vivir sin miedo” y que la gente recupere calidad de vida. Es un compromiso de todo el Partido Nacional y le tocó a él llevarlo adelante.

Cuando decía que se alejó del wilsonismo, ¿a qué se refería?

(Chista). No importa... El herrerismo ha sido muy abarcativo y hegemónico en una cantidad de posturas, y en ellas se concentró la competencia. Ahí está el nicho. 

¿A qué se debe su distanciamiento con Larrañaga?

Bueno, a que todos tenemos etapas en la vida política. Nosotros refundamos Por la patria en 2017. Resolvimos marcar nuestros votos en la interna. Apoyamos a Larrañaga con lista propia en todo el país. Eso ya marcó nuestra impronta y hemos construido camino propio. No nos peleamos con nadie pero dimos un paso de madurez política que va a ser una alternativa en la próxima elección. Vamos a acompañar y trabajar a nivel nacional. Cuando pase este primer año y termine el ciclo electoral nos afianzaremos en la organización interna y el alineamiento detrás de un proyecto político que colabore con el partido político, con el país, pero diferente. Lo más cómodo sería estar en el Herrerismo, o Todos, en el grupo grande. Pero el partido necesita tener distintas vertientes. Y votar mejor. También es cierto que ganamos la elección con 28%. El partido necesita crecer.

Esa unidad que tiene un aspecto positivo, de no estar en las trincheras, ¿genera el riesgo del partido chico?

El riesgo es que los socios de la coalición se transformen en sublemas del partido, en la visión de afuera. Si todos somos parte de una coalición que gobierna junta, quizá yo no dejo de sentirme blanco si acompaño a otro partido de la coalición. Eso podría generar un trasvase de un partido a otro sin demasiado trauma o sentido de abandono. Y sería un problema. Para prevenirlo precisás un partido grande y para eso precisás corrientes. Cuanto más coherentes y cohesionados son los partidos, más chicos son. Para que un partido sea grande, tiene que tener distintos modos de llegar a él, de identificarse, de competir, de crecer. El propio sector mayoritario está compuesto por subsectores. La otra pata del partido no logró eso. Los liderazgos se fueron deteriorando, y hoy la otra pata del partido –que fue wilsonista, blanca independiente o como se quiera llamar– hoy está dispersa, y ha sido en buena medida absorbida por el liderazgo herrerista. Esa es una constatación de hechos que nosotros, que no estamos en el sector mayoritario, tenemos que mirar autocríticamente y ser capaces de superar. Estoy convencido de que eso no atenta contra la unidad, sino que ayuda. 

¿Le gustaría asumir el liderazgo de ese espacio?

Refundar Por la patria es un desafío que tiene que ver con esa historia. Hay que querer ir a más y es el plan que vamos a empezar a desarrollar a partir del segundo año de gobierno. 

En el Senado a usted le toca ocupar la banca cuya titularidad correspondía a Carlos Moreira, obligado a renunciar ante el escándalo de los audios. ¿Cómo ve su posible victoria bajo el lema Partido Nacional? 

Me toca ocupar ese lugar antes de tiempo. El acuerdo era que Moreira iba a la reelección en Colonia. Carlos creo que en la visión departamental nunca estuvo cuestionado. Habiendo renunciado al partido y al Senado y con todo el tema candente en los medios a días de la elección, fue el más votado en Colonia. Desde otros lados la mirada era crítica y descalificadora. Los hechos después además quedaron muy matizados por las resoluciones judiciales que en tres oportunidades archivaron el caso. Creo que se ha reivindicado en buena medida, porque más allá de los hechos en sí mismos, lo que trascendió fue una grabación hecha con conocimiento de quien la hizo, como trampa para ser utilizada cuando fuera necesario. En Colonia todo el mundo lo entendió enseguida y tomó una decisión y no condenó. 

Más allá de la Justicia o lo que vote la gente, otra cosa es la ética. ¿Usted cree que su actitud no es reprochable?

A ver, no creo que deba estar orgulloso de esa grabación. No creo que nadie la defienda ni la vea bien. Fue un episodio lamentable. También es verdad que se hizo en el fuero íntimo de dos personas que fueron pareja. Si se graban las cosas que dice cualquiera de las parejas en el fuero íntimo, capaz que muchas pueden resultar espantosas. 

Ahora, había una relación de asimetría de un intendente con una edila, y una mención a cargos.

La relación de asimetría debería medirse si se hizo un favor. Ahí el resultado judicial hubiera sido otro. Pero nunca se hizo el favor. Había una relación de mucha confianza y de mucho tiempo. Repito, no es para quedarse contento ni ponerse orgulloso. Pero si cada uno piensa para adentro de sí mismo las cosas que pudo haber dicho a otra persona en una grabación personal...

¿No se da la imagen de que se actuó de forma sumaria porque venían las elecciones y ahora ya no? 

El Partido Nacional no podía hacer otra cosa. No porque tuviera consecuencias jurídicas sino porque había algo que seguimos condenando: una conversación donde surgen elementos que no se pueden permitir y el partido no los permitió. Si lo hubiera permitido, habría habido lecturas electorales, entonces era un momento muy delicado. No se podía ir a un proceso donde vinieran los involucrados y contaran. Tenía que ser sumario.

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