Budapest, capital de aguas termales

Los visitantes pueden disfrutar de una peculiar cultura de baños húngara, que integró tradiciones ancestrales, en unas 120 fuentes termales

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28 de abril de 2018 a las 05:00

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Unas 120 fuentes termales hacen de Budapest una de las grandes capitales mundiales del spa, que ofrece a los locales y visitantes una amplia gama de posibilidades para disfrutar de sus calientes aguas.

"Budapest es la única capital del mundo que cuenta con baños termales que funcionan en edificios patrimoniales", explica Szilvia Czinege, directora de marketing de Budapest Spa, la entidad que supervisa estas instituciones en la capital húngara.

Para cada visitante a Budapest una actividad casi obligada es la visita de uno de los baños en edificios históricos, cuidadosamente conservados, como el modernista Gellért, posiblemente el más bello y famoso de los spas de la ciudad, con sus piscinas y salas decoradas con coloridas porcelanas, inauguradas en 1918.

Otra joya es el baño Széchényi, abierto al público desde 1913, que cuenta con 21 piscinas de aguas de diferentes temperaturas, entre ellas las más calientes de la ciudad con 38 grados.

La ubicación geográfica de Budapest hace que las aguas termales se sitúen cerca de la superficie, lo que invita a usarlas para curar dolores de articulaciones, problemas de estómago o de la piel y numerosas otras enfermedades y síntomas.

"Es parte de la cultura local de baños que uno pueda sumergirse en piscinas de aguas de muy diferentes temperaturas y hasta disfrutarlas en invierno, al aire libre", explica Czinege.

Una de las tradiciones que los supervisores de las instituciones piensan conservar es que no se filtre el agua, que llega así a los baños con su contenido de minerales intacto.

"Los húngaros suelen comprar abonos anuales, con lo que se crean tradiciones, muchas veces familiares", asegura Czinege, y recalcar que "Hungría es una nación de baños termales".

"Debe ser por eso, por ser tan natural estar cerca de las aguas, que los húngaros tienen tanto éxito en los deportes acuáticos, como la natación o el waterpolo", dice la responsable de Budapest Spa.

De hecho, los deportistas húngaros de natación y waterpolo se encuentran desde hace décadas entre los mejores del planeta, siendo la más reciente estrella la nadadora Katinka Hosszu, triple campeona en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

La peculiar cultura de baños húngara integró en sí las tradiciones ancestrales, empezando con la de los celtas, más tarde de los romanos y después los turcos, que desde la antigüedad se aprovecharon de las aguas termales que en esta zona salen a la superficie con entre 70 y 77 grados.

Desde finales del siglo XIX la ciudad comenzó a responder a la creciente demanda de los habitantes y fundó varios baños más en Budapest que para hoy, junto a los históricos, forman parte de ese rico abanico de instituciones termales que atrae a tanta gente.

El Gellért, con su majestuoso edificio de estilo art nouveau, el Széchényi, que con su veintena de piscinas atrae a miles de turistas o el Király, situado en su edificio original, elevado por los turcos en el siglo XVI, son algunas de las fachadas de esta riqueza.

En la primera mitad del siglo XX cada baño tenía un público más o menos concreto, el Gellért era frecuentado por la élite, políticos y artistas, el Lukács, por artistas e intelectuales, el Rudas por deportistas, mientras que el Széchenyi por todas las capas sociales, así como también el Palatinus.
Aunque estas características se han ido perdiendo a lo largo del siglo XX, el Lukács, por ejemplo, conserva hasta hoy ese ambiente que atrae a los músicos y escritores, que no solo disfrutan de sus aguas, sino que también han eternizado sus terrazas, piscinas y atmósfera.

"El Széchényi es hoy una de las atracciones turísticas de Budapest", con 1 millón de visitas por año, asegura a Efe el subdirector de este histórico baño, Károly Fábián.

Los budapestinos, que lo conocen simplemente como Szecska, son muy fieles a este baño y según Fábián, el cliente más veterano es un hombre de 102 años.

"Su abuelo también frecuentaba el Széchényi, así que la familia ya tiene una relación de más de 100 años con el baño", cuenta.

El Király (que significa 'rey') es un ejemplo del otro gran grupo de baños, los históricos, con un gran pasado, ya que fue construido por los otomanos que ocuparon la ciudad entre 1541 y 1686.

La característica cúpula con centenares de miniaturas ventanillas señala indudablemente que se trata de un edificio de origen turco.

Su historia fue especial, ya que el Király fue construido desde 1565 por el pachá de Buda, Arslán, dentro de los muros de la ciudad de aquella época con el fin de contar con un centro religioso y de higiene en casos de asedio.
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