DENIS LOVROVIC / AFP

Colapso de turismo podría desencadenar la próxima etapa de la crisis

El impacto económico se extenderá mucho más allá de la industria del turismo

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06 de agosto de 2020 a las 17:38

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Por Rana Foroohar

El verano pasado, por estas fechas, entrevisté a Ulf Lindahl, el director ejecutivo de la administradora de fondos AG Bisset. En ese momento, había una creciente preocupación de que un estallido de la inaudita burbuja de deuda corporativa que se había creado en la última década podría provocar una seria recesión económica.

Él presentó una idea novedosa: que el turismo mundial podría encontrarse en el ojo de la tormenta cuando sucediera. "Todo el mundo se va de vacaciones", dijo, "pero también es algo que puedes eliminar rápidamente, a diferencia de tu automóvil o tu teléfono".

Si la gente dejara de viajar debido a una crisis económica imprevista, sugirió, los efectos se sentirían en casi todas las industrias y negocios, desde la manufactura hasta el mercado inmobiliario, los restaurantes, artículos de lujo, servicios financieros y otros. Todo esto podría desencadenar una serie de insolvencias corporativas, un alto desempleo y una fuerte recesión.

Aunque muchos podrían haber estado de acuerdo con su tesis, nadie podría haber previsto la pandemia de Covid-19. Ahora, la crisis del turismo mundial relacionada con el coronavirus, que representa más del 10 por ciento de la producción económica mundial, según el Consejo Mundial del Viaje y el Turismo, podría desencadenar la próxima etapa de esta crisis, en la que pasaremos de una emergencia de salud pública y desempleo masivo a insolvencias generalizadas en una infinidad de industrias.

Países como Italia, México y España, que cuentan con algunos de los niveles más altos de turismo como proporción del producto interno bruto, serán los más afectados por el hecho de que pocas personas cruzarán las fronteras este verano. Sin embargo, EEUU, que acaba de registrar la contracción más aguda de la posguerra en el segundo trimestre, probablemente se encontrará en el centro de la tormenta económica más extensa.

El congreso no se ha puesto de acuerdo sobre el próximo paquete de estímulo, y están aumentando los contagios del virus. Casi 17 millones de empleos estadounidenses están en riesgo como resultado de la recesión del turismo por sí sola. También podrían verse amenazadas innumerables compañías. Incluso con miles de millones de dólares en programas de ayuda del gobierno, las bancarrotas comerciales estadounidenses aumentaron en un 43 por ciento en junio en comparación con el mismo mes de 2019. Es difícil imaginar qué sucederá cuando no haya más rescates.

En la cima de esta jerarquía de dolor se encuentran compañías como Boeing y Airbus. Dado que se pronostica que el tráfico aéreo a nivel mundial caerá un 60 por ciento este año, los dos principales fabricantes de aviones enfrentan una avalancha de cancelaciones de pedidos justo cuando las tensiones comerciales entre Europa y EEUU están en aumento. Por supuesto, esto aviva las disputas comerciales más amplias entre EEUU y la UE en áreas desde subsidios de aeronaves hasta impuestos digitales. También presiona las cadenas de suministro del sector manufacturero en todo el mundo.

El hecho de que las personas no están viajando — ni siquiera a sus oficinas — también afecta el mercado inmobiliario. El valor de los bienes raíces a nivel mundial es mayor que el de todas las acciones y bonos del mundo combinados. Según la empresa inmobiliaria Green Street Advisors, el valor no apalancado de los bienes raíces comerciales en EEUU ha disminuido en un 11 por ciento desde el comienzo de la pandemia.

Los volúmenes de transacciones en el segundo trimestre del año cayeron un 68 por ciento, el nivel más bajo desde la crisis financiera posterior a 2008. Hay problemas con todo tipo de inmuebles, en todas partes del país. Dado que la mayor parte de los estadounidenses mantienen la mayor parte de su riqueza en bienes raíces, el consumo resultará perjudicado.

También afectará el gasto del sector público. El sector inmobiliario representa la mayor parte de la base impositiva en Nueva York y otras ciudades. Los barrios donde yacen vacías las caras torres de oficinas tienen una atmósfera fantasmagórica y desierta. Las grandes compañías tecnológicas como Google, que se encuentra entre las compañías que más gastan en bienes raíces en muchas de las grandes ciudades estadounidenses, no enviarán sus trabajadores de regreso al trabajo hasta el próximo verano.

Algunas encuestas estiman que el 40 por ciento de los inquilinos estadounidenses sufren riesgo de desalojo si se detienen los cheques de estímulo. La crisis en el mercado inmobiliario afectará los presupuestos y los servicios de las ciudades, posiblemente creando un efecto multiplicador al estilo de la década de 1970 en el que la riqueza desaparece, degradando aún más la base impositiva.

La crisis del turismo también está afectando la economía colaborativa. Brian Chesky, director ejecutivo de Airbnb, que despidió a 25 por ciento de su fuerza laboral en mayo, dice que los viajes transfronterizos en masa podrían nunca volver a sus niveles previos a la pandemia. Esto significa menos compras de artículos de lujo y menos educación costosa en el extranjero. Esto representará otro golpe a los restaurantes que ya tienen dificultades para mantenerse abiertos a la mitad de la capacidad que se les exige para cumplir las normas de distanciamiento social. En EEUU, la disminución de los empleos en el sector de la manufactura en las últimas dos décadas estuvo acompañada por un aumento en los empleos en el sector del servicio de alimentación, pero ese aumento ahora se ha revertido de forma drástica.

Como lo expresó AG Bisset en una nota de investigación en junio, la crisis del turismo de masas y las posibles repercusiones de la misma recuerdan la caída de los precios de los granos en 1928 que finalmente contribuyó a desencadenar la caída del mercado en 1929 y la depresión. En aquel entonces, una burbuja en el mercado del trigo subsidiado por un acceso fácil al crédito llevó a una sobreproducción y una caída brusca de los precios, lo cual repercutió en el resto de la economía y eventualmente desencadenó una liquidación masiva de acciones conforme los inversionistas veían caer las fichas de dominó.

Aun así, muchas personas han encontrado la forma de tomarse unas vacaciones de verano, generalmente a una distancia razonable en coche. Pero es poco probable que los viajes por el mundo, como alguna vez los conocimos, se reinicien pronto. Lo que estamos viendo es la extinción de una industria que ha apoyado a muchos otros sectores. Sospecho que, tras el paso de la temporada vacacional, particularmente si EEUU no aprueba más paquetes de estímulos, veremos ramificaciones que irán mucho más allá del negocio de los viajes y el turismo.

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