AFP

Creciente pobreza de Argentina plantea preguntas difíciles para FMI y Macri

Un incremento del gasto social podría aumentar el déficit y asustar de nuevo a los mercados

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25 de abril de 2019 a las 14:34

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Benedict Mander

Durante meses, Beto Marron se enfrentó a un terrible dilema: podía pagar su alquiler y las facturas de servicios públicos cada vez más altas, o podía poner suficiente comida en la mesa para su familia de cuatro. No podía permitirse hacer ambas cosas.

La decisión se tomó por él cuando fue expulsado de su hogar en las afueras de Buenos Aires a fines del año pasado, echando a su familia a la calle.

"¿Cuándo terminará esta pesadilla?", pregunta el argentino de 37 años.

Esta pregunta probablemente está atosigando al presidente Mauricio Macri y al Fondo Monetario Internacional (FMI), que continúa expresando su apoyo total para el presidente argentino, después de haberle ofrecido un rescate récord de US$56.3 mil millones el año pasado, cuando el país estaba en medio de una crisis monetaria.

Desde entonces, un salto repentino en la inflación ha desencadenado un alarmante aumento de la pobreza, que ha resultado ser mucho mayor de lo que los funcionarios y los mercados esperaban. Esto está amenazando las perspectivas de reelección de Macri, quien alguna vez les aseguró alegremente a los votantes durante su campaña electoral que extinguir la inflación sería "fácil".

También está planteando preguntas sobre el innovador programa de austeridad del FMI en Argentina, que ha puesto un énfasis sin precedentes en "proteger a los más vulnerables de la sociedad", y lo que podría significar para futuros programas en otros mercados emergentes con problemas como Ecuador.

"Estamos muy conscientes, y también lo están las autoridades argentinas, de que un aumento de la pobreza plantearía serios desafíos para lograr los objetivos del programa", dice Nigel Chalk, subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.

La inflación — que ha alcanzado 50% anualmente — desempeñó un papel clave en elevar el nivel de pobreza a 32%  de la población para fines de 2018. Es aproximadamente el mismo nivel que cuando Macri asumió el poder en 2015. A pesar de haber caído a 25,7% a mediados de 2017, el año pasado se disparó nuevamente debido a la crisis monetaria. En respuesta, este mes el gobierno amplió un controvertido programa de control de precios a 60 productos "esenciales", principalmente alimentos, para suavizar el impacto del aumento de los precios para los consumidores.

El programa del FMI en Argentina es el primero en incluir explícitamente medidas que proporcionan un colchón para el gasto social al permitir que el país supere los objetivos de déficit fiscal acordados con el fondo para gastar más en asistencia social.

De hecho, la tercera revisión del FMI de su programa con Argentina que se publicó el viernes confirmó que se incluirán más medidas de este tipo y que el límite del gasto social se incrementará de 0,2 a 0,3% del producto interno bruto.

Pero la creciente pobreza podría impulsar lo que Chalk llama "un recalibrado del gasto social para darle más espacio al gobierno para actuar y proteger a los pobres".

El riesgo — el cual reconocen los funcionarios — es que si el gobierno no logra reducir el déficit lo suficiente debido al gasto social adicional, podría atemorizar a los mercados, indicando que el ajuste fiscal de Argentina no está sucediendo a la velocidad necesaria. Eso podría obligar a Argentina a buscar más deuda externa de lo que originalmente se esperaba para cubrir el déficit fiscal, llegando hasta un punto donde su carga de deuda podría volverse insostenible.

"Desde la crisis del peso el año pasado, los mercados han sido bastante indulgentes", dice un inversionista. "Ellos entienden las compensaciones. Sería trágico, e irónico, si Cristina volviera porque el mercado fue demasiado exigente”, refiriéndose a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Sin embargo, a pesar de las preocupaciones sobre lo que sucedería con el programa del FMI en caso de una victoria de Fernández, quien se espera que se postule en las elecciones, su ex ministro de economía radical, Axel Kicillof, se reunió en secreto con funcionarios del FMI recientemente y les aseguró que un gobierno Fernández continuaría con el programa.

Estos temas no son motivo de preocupación para muchos argentinos, dado que viven en el segundo país más ‘miserable’ del mundo, según Steve Hanke, un economista de la Universidad Johns Hopkins que publica un "índice de miseria" anual, que mide el desempleo, la inflación y las tasas de interés.

El pobre desempeño de Argentina en la clasificación de 95 países, que sólo es superado por Venezuela, es el resultado directo de la inflación causada por la crisis monetaria del año pasado, dijo Hanke.

En su defensa, los funcionarios señalan que las estadísticas de pobreza no reflejan avances cualitativos, tales como un mejor acceso a empleos a través de programas sociales más eficientes; más escuelas para niños; la pavimentación de carreteras en barrios marginales; nuevos desagües para 2.5 millones de personas; menores tasas de homicidios; y una lucha más amplia contra el narcotráfico.

"Claro, el gobierno ha hecho algunas cosas por las que tal vez no ha obtenido suficiente crédito", admite Paz Marcano, una cocinera en un comedor público en Buenos Aires. "Pero cuando no puedes darte el lujo de alimentar a tus hijos adecuadamente, se te puede perdonar por olvidarlo".

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