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El café de Merkel con Greta Thumberg que postergó el acuerdo con el Mercosur y la hipocresía verde

Las voces favorables en Bruselas a retomar el acuerdo con el Mercosur desatan los argumentos de los opositores ambientalistas y creen que el bloque europeo está preso de su propia narrativa

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16 de junio de 2022 a las 10:01

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Desde Bruselas*

Verde que te quiero verde recitan en la Unión Europea. El mantra de la “transición verde” parió una diplomacia climática que, según se jactan, se impone sobre todas las cosas. O así creen que debería ser. Pero si se rasca un poco más allá de la epidermis de esa narrativa en realidad aparecen criterios de aplicación arbitrarios y selectivos, dobles estándares y esencialmente un uso instrumental del argumento medioambiental para lograr fines políticos.

Así lo reconoció el miembro del Parlamento Europeo, Jordi Cañas, quien pertenece al grupo liberal Renew Europe y preside la delegación para las relaciones con el Mercosur. “Estamos con el acuerdo de Mercosur paralizado porque se ha convertido en un elemento de política nacional”, reconoció el eurodiputado español en una conversación con medios uruguayos y argentinos a la que asistió El Observador. 

Cañas dijo que tanto la excanciller alemana Ángela Merkel como el presidente francés Emmanuel Macron hundieron el asunto de las prioridades europeas por una cuestión electoral, habida cuenta del crecimiento de los partidos verdes en esos países.

Merkel decidió no empujar el asunto durante la presidencia alemana del Consejo Europeo, a pesar de haber sido en su momento uno de los articuladores del acuerdo. Esa determinación respondía a su intención de “proteger” a su candidato –que terminó perdiendo en las últimas elecciones alemanas– para que no enfrentara la crítica de los verdes. 

Se reúne un día con (la activista sueca) Greta Thumberg, toma un café y sale diciendo que no había que ratificar el acuerdo con Mercosur”, contó Cañas. Aunque la principal patronal de la industria alemana le escribió una dura carta preguntándole qué estaba haciendo al no impulsar un acuerdo beneficioso para los exportadores alemanes en tiempos de contracción pandémica, Merkel siguió adelante con su política. 

JONATHAN NACKSTRAND / AFP
El argumento ambiental ha sido el principal obstáculo esgrimido públicamente para que no se concrete el acuerdo

Las mismas razones adjudicó al comportamiento de Macron, quien salió a decir que no se fiaba de que Brasil pudiera honrar los compromisos del acuerdo y se convirtió en el “paladín del medio ambiente y del rechazo al acuerdo del Mercosur”.  Pero de vuelta Cañas revela un motivo oculto: “¿Por qué quería serlo? No. Solo quería frenar a la ultraderecha y a los verdes. Macron salió a tapar ese hueco. Mercosur era el espantajo perfecto para usarlo con los agricultores y los verdes. Y de aquellos polvos a estos lodos”.

Eso hizo que cuando llegara el semestre francés en la presidencia del Consejo Europeo, luego del alemán, América Latina no apareciera en la agenda. A eso se sumó la oposición de Austria, que ahora tiene un gobierno verde, y los reparos de los Países Bajos que “ahora le ha dado que no quiere comercio”. La resistencia de importantes estados miembros del bloque sumado al tibio liderazgo de la Comisión Europea llevó a paralizar el asunto, algo que ahora estaría cambiando, de acuerdo a lo que señalaron varios funcionarios del Servicio de Acción Exterior Europeo y los parlamentarios españoles y portugueses que trabajan por culminar el acuerdo.

La toma de conciencia de Europa sobre las debilidades que tienen, producto de una situación de dependencia comercial y energética con China y Rusia que quedó en evidencia durante la pandemia del Covid-19 y la guerra en Ucrania, llevó a los europeos a pensar en la necesidad de tener una “soberanía estratégica” y eso necesariamente significa diversificar. 

Por eso Cañas cree que ahora se abre una “ventana de oportunidad” que deberá ser aprovechada en el próximo año y medio en el que tres estados en favor del acuerdo ocuparán la Presidencia del Consejo: República Checa, Suecia y España. Pero el eurodiputado advierte que la oportunidad de aprobar el tratado tal cual está se limita al tiempo que tiene esta legislatura que concluye en 2024. 

El doble estándar europeo

Cañas distingue dos componentes que han contaminado la discusión sobre el acuerdo con el Mercosur que lo mantuvieron paralizado en los últimos dos años. 

Por un lado la “duda” acerca del instrumento comercial propiciado por el “empobrecimiento relativo” de la clase media europea y la percepción de que la globalización no ha beneficiado a todos por igual. “Hay opiniones públicas muy beligerantes, y no solo de los sectores agrícolas, que han impregnado los debates nacionales y las decisiones políticas de la unión”, dijo el español. De hecho el último acuerdo ratificado fue con Vietnam, a fines de 2019, y desde entonces el estancamiento incluso alcanzó al acuerdo con un estado como Canadá.

Por otro lado, el eurodiputado señaló que la cuestión medioambiental se volvió un tema “tóxico” que ha estado plagado de argumentos engañosos y dobles estándares. Ejemplificó con el caso de una diputada francesa del grupo liberal que tenía un comportamiento “beligerante” con el Mercosur por temas medioambientales pero que cuando se abordó el tema con Vietnam dijo que le daba lo mismo.

“¿Es que no deforestan selvas en Vietnam?”, se preguntó Cañas. “La ostia”, contestó. “En Vietnam no existen sindicatos y los derechos humanos…jaja. Pero daba igual porque es Vietnam. En África ni les explico. Las zonas con mayores índices de deforestación del mundo están en África. La explotación minera es una risa y temas de derechos humanos, qué voy a decir. Pero es África. En el caso de América entonces hay una mayor fijación”, dijo.

En este sentido afirmó que incendios en el Amazonas “hubo toda la vida” y que los mismos problemas que tiene Brasil para controlar ese fuego lo tuvieron los australianos, los estadounidenses en California o los canadienses en la Columbia Británica. “Nosotros exigimos estándares que nos exigimos a nosotros mismos, lo que pasa es que a veces lo vendemos mal, como si fuéramos profesores. A mí me gustan las relaciones horizontales”, dijo.  

En este sentido señala la contradicción alemana, por ejemplo, de exigir compromisos medioambientales cuando desde hace tres meses su mayor producción de electricidad es a través del carbón y entiende que las exigencias de compromisos adicionales deberían correr para los dos bloques, en tal caso. 

También señala la fragilidad del argumento francés en cuanto a que el acuerdo comercial alienta la deforestación en la medida de que las condiciones de exportación preferencial alentaría a plantar más soja y poner vacas a pastar. En la actualidad no hay un acuerdo vigente. Pero la soja brasileña no tiene aranceles ni cuotas. “Esto yo se lo dije al ministro de Comercio francés”, cuenta Cañas. “Un día estábamos en una cena y me estaba dando la turra. Entonces le dije: No estamos en público, no me tomes por tonto. Está haciendo un uso político de esto. Me parece legítimo. Pero no me vendas el argumento que se cae por su propio peso”.

Cómo salir del laberinto

Esta narrativa medioambiental con valoraciones de carácter moral que se impuso desde la Comisión y el Consejo provocó un laberinto del cual no es fácil salir, según reconocen diplomáticos del servicio exterior europeo y parlamentarios por igual.

“Cuando tu compras una narrativa inicial que hay una correlación entre la deforestación y el acuerdo comercial has perdido y caes en la trampa que tú mismo te has metido. Cuando tu caes en que Greta tiene razón y que los acuerdos son horribles para el medioambiente entonces pierdes”, dice Cañas citando un estudio de impacto de la London School of Economics –el mejor que se ha hecho sobre las consecuencias del acuerdo, según dicen– en el que se sostiene que “el Amazonas siempre se deforesta cuando Brasil no crece” y que, contrario a lo que se esgrime, el crecimiento económico implica menos deforestación. 

De hecho todos los euro-funcionarios coinciden en que la Unión Europea tiene un grave problema de comunicación a nivel general y eso incluye a este acuerdo. En este sentido, el parlamentario español entiende que se le debería decir a la ciudadanía que este tratado es beneficioso porque ofrece suministros y mercados alternativos para Europa y porque potencia el empleo. Por eso la expectativa de muchos diplomáticos europeos consultados es que Francia –un país que necesita mercados para su producción– se abstenga de bloquear el acuerdo una vez pasadas las elecciones legislativas. 

Eso no quita que desde el punto de vista político sea poco atractivo para los europeos aparecer en una foto cerrando un acuerdo con el brasileño Jair Bolsonaro. “Es un poco como Trump, es preso de sí mismo. Bolsonaro es un coste de marca para Brasil, pero no solo para el acuerdo”, reconoce Cañas. 

Más allá del resultado de la elección en ese país, la Comisión Europea está trabajando en los compromisos adicionales en materia de medioambiente para calmar las críticas de los verdes. Una alta fuente del servicio de acción exterior dijo que esos compromisos podrían incluir sanciones para el caso de incumplimientos medioambientales. 

La batalla en Bruselas recién comienza

 

*El Observador fue invitado por la Unión Europea para participar de un programa para periodistas.

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