EVA MARIE UZCATEGUI / AFP

El difícil objetivo de la oposición argentina: "esconder" a Macri en la campaña electoral

La estrategia del peronismo es endilgarle al ex presidente casi todos los problemas actuales de Argentina. Pero Macri no se resigna a perder su rol de líder opositor y prepara su vuelta a escena

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14 de agosto de 2021 a las 05:04

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Con las encuestas dando una leve ventaja al gobierno peronista en la crucial provincia de Buenos Aires -y también en la sumatoria nacional-, la oposición busca una estrategia que le pueda restar votos al oficialismo. Pero se está dando cuenta de que la inflación y las críticas a la campaña vacunatoria no son suficientes para volcar el electorado a su favor: se necesita, además, ocultar a Mauricio Macri.

El ex mandatario estuvo “varado” en Europa, a la espera de que le tocara su turno para volver al país, en el marco de la estricta normativa que redujo al mínimo el tránsito de viajeros por el aeropuerto de Ezeiza. Paradójicamente, esa restricción, que fue denunciada por los opositores como un gesto autoritario del gobierno, trajo esa ventaja: sacó a Macri de la escena en el arranque de la campaña electoral.

Sí, para la oposición argentina, Macri se ha transformado en “piantavotos”. Así lo intuyen los candidatos que participarán en las elecciones legislativas, pero además lo confirman las encuestas.

Un reciente sondeo muestra que la imagen negativa del ex presidente está alcanzando niveles inéditamente altos. Incluso en los distritos tradicionalmente antiperonistas, las opiniones negativas sobre su figura superan a las positivas. Por ejemplo, en Córdoba, que es donde los números le resultan más favorables, hay una diferencia negativa de cinco puntos.

En la provincia de Buenos Aires -que combina un conurbano mayoritariamente kirchnerista con un interior rural fuertemente opositor- la ecuación le da negativo a la imagen de Macri por 73% a 24%.

Y en la ciudad de Buenos Aires, donde gobierna Horacio Rodríguez Larreta, que aspira a ser presidenciable para 2023, los números para Macri dan negativos por 59% contra 37%. El intendente porteño hizo un fuerte lobby para que las figuras más cercanas a Macri, como Patricia Bullrich, no estuvieran en las listas de candidatos y que en cambio se le diera prioridad a dirigentes de “línea blanda”, como María Eugenia Vidal.

El objetivo es despegarse de las críticas a la gestión económica del gobierno macrista y elaborar un discurso que pueda resultar atractivo al votante peronista que está decepcionado con el actual gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

El peronismo quiere “macrizar” la campaña

Pero del otro lado de la disputa electoral se despliega la estrategia exactamente opuesta: los candidatos oficialistas mencionan a Macri en cada entrevista, en cada discurso, en cada tuit y en cada debate.

La estrategia tiene su lógica: cuando se le reprocha al gobierno actual por la elevada inflación, se responde que la aceleración había empezado en el macrismo, con su saga de devaluaciones. Cuando se habla de la falta de inversión, se recuerda machaconamente la dificultad de acceso al crédito como consecuencia del endeudamiento adquirido en el gobierno anterior -incluyendo el préstamo récord del FMI por 44.000 millones de dólares.

Y hasta cuando se critica el “cepo” para comprar dólares, la respuesta es que el propio Macri, después de haber dejado flotar la moneda durante la mayor parte de su gestión, tuvo que resignarse a reimplantar las restricciones cambiarias sobre el final.

Lo cierto es que Macri se ha transformado en un argumento válido para responder cualquier crítica. Hasta en el punto más flojo del gobierno, como ha sido la gestión sanitaria en la pandemia, los funcionarios apelan al recurso de la “herencia recibida” para justificar el colapso hospitalario.

Es por eso que en el peronismo se lamentó la decisión de Macri de no haberse postulado como candidato. La esperanza que había en filas oficialistas era que se reeditara, con signo opuesto, la situación de 2017, cuando Cristina se postuló al Senado por la provincia de Buenos Aires y no pudo eludir las preguntas sobre los aspectos más criticados de su gestión. En aquella oportunidad, el kirchnerismo perdió en su bastión bonaerense.

Ahora, en cambio, Macri prefirió abstenerse, aun cuando -como Cristina en aquel momento- podría haberse tentado de obtener una banca en el Congreso para protegerse con fueros parlamentarios ante la ola de denuncias judiciales en su contra.

¿Estrategias equivocadas?

Entre los politólogos no hay una buena opinión respecto de esa estrategia peronista por convocar todo el tiempo a un Macri ausente. Afirman que, si bien es cierto que el electorado guarda un mal recuerdo de los tarifazos y la recesión de los últimos dos años de su gobierno, eso no aplaca su enojo y desilusión con el gobierno de Alberto Fernández.

Sobre todo, cuando sus principales promesas de campaña se han incumplido. El consumo de carne ha caído a mínimos históricos, la desocupación que miden los organismos no oficiales marca un 28%, la pobreza en la estadística oficial supera el 40% y, para peor, a la hora de buscar el equilibrio fiscal el mayor ajuste ha recaído sobre los jubilados.

Pero tampoco creen que la oposición deba simplemente “esconder” a Macri sin elaborar una autocrítica que haga más creíble su discurso.

“El oficialismo debe dejar de hablar de Macri porque el abusivo uso de su nombre ya roza lo ridículo y los sectores medios no son tontos”, argumenta el politólogo Roberto Starke. Y observa también el problema en que se encuentra la oposición: “No puede prescindir de él y tirarlo por la ventana, porque es parte de la historia de Juntos por el Cambio. Es notorio que hay un sector que lo reivindica y eso hace crecer las divisiones internas. Hay que encontrarle un lugar y que moleste lo menos posible”.

Por su parte, el analista Diego Dillenberger sostiene que Macri no es consciente de su condición de “piantavotos”. “Él claramente se creyó lo del 41% de los votos de 2019, nunca entendió que la mitad de ese 41% lo votó con bronca, lo votó porque no tenía dónde ir, porque estaba más preocupado por el regreso del kirchnerismo pero que, en realidad, no son votos de él. Sí es cierto que tiene un núcleo duro, de un 20% que lo quiere, entonces él se siente injustamente ninguneado”, afirma.

Macri prepara el retorno

Mientras tanto, ¿qué hace Macri?  Por lo pronto, cuarentena y silencio de radio. A su regreso de Europa lo esperaba un grupo de periodistas, pero no hizo declaraciones y se dirigió directamente a su casa del norte de Buenos Aires para cumplir el período de aislamiento obligatorio.

Pero tanto los dirigentes de su partido como los encuestadores y consultores de estrategia electoral creen que no podrá con su condición y, tarde o temprano, terminará involucrándose en la campaña.

Por un lado, porque quiere apoyar a sus candidatos en las provincias donde la oposición presenta disputa interna en las primarias de septiembre.

Por otra parte, ha publicado cartas a la opinión pública y ha hecho declaraciones que dejan en claro que no quiere perder su rol de líder opositor.

De hecho, Macri nunca ha renunciado públicamente a su intención de postularse nuevamente a la presidencia en 2023. Más bien al contrario, el libro de su autoría difundido poco antes de la campaña lleva el sugestivo título de “Primer tiempo”, lo cual ha dado lugar a especulaciones sobre que quiere “volver a la cancha” para completar el programa de gobierno que no pudo concretar en su cuatrienio presidencial.

La visión de los analistas es que, con Macri en campaña y dedicado a defender su gestión, los candidatos opositores tendrán una limitante en el discurso, porque no pueden excederse en la autocrítica sobre el período macrista.

En definitiva, la vuelta de Macri es un momento temido por los opositores de “línea blanda” -más ligados a Rodríguez Larreta- y esperado con ansias por el peronismo, que quiere “subir al ring” al ex presidente.

Sin embargo, no está tan claro que el mote de “piantavotos” que se le ha colgado a Macri termine finalmente traduciéndose en el resultado electoral. Nadie lo sabe mejor que la propia Cristina Kirchner, que rápidamente pasó de tener el máximo nivel de rechazo a liderar el regreso del peronismo.

 

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