El espíritu de las leyes

La separación de poderes y la independencia del Poder Judicial son clave para la libertad y las garantías esenciales pues, sin pesos y contrapesos, sin separación de poderes no hay democracia que perd

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27 de febrero de 2013 a las 00:00

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Un senador de la República, del partido de gobierno y del sector político del presidente, dijo hace pocos días que “no puede ser que cuatro personas estén bloqueando a dos poderes del estado” en referencia a los fallos de la Suprema Corte de Justicia sobre el ICIR y la ley interpretativa de la ley de Caducidad.

No importa mucho el nombre del senador. Basta saber que es un senador elegido por el pueblo, que integra uno de los tres poderes del Estado y que debe haber leído nuestra Constitución que regula el funcionamiento del sistema político en una democracia. Es de desear que también haya leído algo más sobre la democracia representativa, la separación de poderes, la necesidad de pesos y contrapesos para evitar abusos de poder. Pero de eso no sabemos nada.

Lo que sí sabemos es que este senador no debe conocer muy bien que hacen las 5 personas que se sientan en el Palacio Piria ni las otras 5 que ocupan la sede del Tribunal de lo Contencioso Administrativo. No son 5 o 4 señores superpoderosos como para mantener a raya o “bloquear” al presidente de la República y los representantes del pueblo en el parlamento.

Son 5 señores que deben administrar justicia pero sobretodo velar por el cumplimiento de la Constitución y proteger las libertadas y derechos de los ciudadanos. Son 5 señores normales y corrientes. Tan normales y corrientes como el presidente y los legisladores. Pero con una carga grande como es la función referida anteriormente.
Son, en última instancia, los guardianes de esas libertades.

Catalogarlos de “personas que estén bloqueando a dos poderes del estado” es no entender en qué consiste una democracia auténtica y un estado de derecho donde la ley está por encima de los hombres y no los hombres por encima de la ley, donde lo jurídico está por encima de lo político y no al revés y donde la Constitución es la expresión del pacto por el cual decidimos los orientales organizar nuestra vida en sociedad.

Y mal que le pese a algunos, hemos decidido organizar nuestra vida en sociedad como nación sobre la base de la democracia representativa, la separación de los poderes y la independencia de la Justicia.

Y además hemos dedicado los primeros artículos de la Constitución, para que nadie se llame a engaño, a establecer las libertades y garantías esenciales, sin las cuales esa vida en sociedad no vale la pena ser vivida.

Por qué hay 5 o 7 o 9 señores (según cada país determina) que pueden “bloquear” los propósitos inconstitucionales de otros poderes, es algo obvio. Porque sin pesos y contrapesos, sin separación de poderes no hay democracia que perdure ni estado de derecho que merezca el nombre de tal.

Por esa razón, en 1974, 9 señores con togas negras “bloquearon” al presidente Nixon y le ordenaron entregar a la justicia las cintas grabadas sobre el escándalo de Watergate. Y ello sin importarles si eso afectaba o no la posición de Estados Unidos en su guerra con Vietnam. Y el presidente Nixon entregó las cintas, aunque seguramente no le gustó para nada el fallo, y al poco tiempo tuvo que renunciar antes de ser sometido a juicio político.

Son lecciones de la historia que es bueno recordar cuando se genera unos cuantos dirigentes políticos demuestran desconocer qué son las leyes y cuál es el espíritu de las mismas.

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