El primer cierre

El Observador 30 años > ANÉCDOTAS DE LA REDACCIÓN

El primer cierre a las 6 am, la llamada que despertó al ministro y el falso incendio

Los trabajadores que pasaron por El Observador recordaron escenas memorables de estas tres décadas: coberturas, bromas, y olvidos
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23 de octubre de 2021 a las 05:04

El primer cierre del diario, imposible de olvidar. Veníamos haciendo números cero todos los días, terminando muy tarde, hasta que finalmente se decidió salir el martes 22 de octubre. No recuerdo desde qué hora estuvimos en la redacción ese día, pero sí cuándo terminamos. Félix Carreras era el responsable del diseño y llegó a la sección de armado muuuy tarde en la noche, papel en mano. Traía la portada. Mientras en la sección se continuaba armando el resto de páginas y se enviaban a Cromograf para hacer las películas que luego irían a la imprenta, Félix me designó para armar la tapa. Y comenzamos. Detrás de nosotros, de pie, el director Ricardo Peirano y varios periodistas, los encargados de sección, los fotógrafos, los correctores, gente de la administración, los otros compañeros armadores, y también los choferes ¡Todos observando cómo armaba la tapa! Había expectativa –o no se querían ir porque llovía muy fuerte esa madrugada–. La primera tapa de El Observador Económico estuvo pronta pasadas las 6 de la mañana. Muchos en ese momento fueron a la imprenta… yo me fui para mi casa a descansar, al otro día teníamos que hacer otro diario.

El primer cierre, un “entierro” hasta las 6

Óscar Laguarda - Infografista 1991 a 1994

El falso incendio y la llamada a Papá Noel

Durante el primer año en El Observador (cuando era El Observador Económico), estábamos en el segundo piso del edificio un grupo grande de periodistas y funcionarios. El director del diario, Ricardo Peirano, estaba reunido con los directores de una empresa, negociando una pauta publicitaria. Peirano describía el diario, hablando de los valores periodísticos, del grupo que se había formado, basado en la seriedad, honestidad y capacidad profesional. De pronto, Sergio Berrutti, que había descubierto que marcando ciertas teclas del teléfono se podía realizar una comunicación generalizada con todas las terminales del diario, tuvo la gran idea de levantar el teléfono y gritar: “¡Fuego, fuego! Corran, se prende fuego el diario!”.

Las bromas también eran recurrentes en la segunda sede que tuvo el diario, un edificio en la calle Soriano esquina Florida. El encargado del archivo, Omar Ramos, sufría de manera constante nuestras bromas. Cada vez que atendía el teléfono se lo hacía caer con alguna rima. Una tarde atendió el interno del archivo y del otro lado escuchó una voz: “Omar, soy Peirano”. Ramos no lo dudó y de manera inmediata respondió: “Sí, y yo soy Papá Noel”. Y luego cortó, pensando que estaba siendo víctima de otra broma. Segundos después en la puerta del archivo se le presentó Peirano con rostro serio y le confirmó que él había sido el que había realizado la llamada al interno.

Edward Piñón - Periodista

El fotógrafo preso y las disculpas del ministro

Recuerdo una anécdota que me involucró junto a varios compañeros. Una noche, ya al borde del cierre, tuvimos la información de una protesta vecinal bastante fuerte en La Teja. Salimos a toda velocidad con el fotógrafo Iván Franco hacia el lugar. Cuando llegamos, efectivamente la calle estaba cortada y comenzaban a llegar los móviles policiales. Apenas bajamos del coche, Iván comenzó a disparar la cámara, ya que la policía estaba en plena faena disolviendo la manifestación. Entre tanto, yo intentaba obtener el testimonio de los vecinos que participaban de la protesta. De pronto, con sorpresa veo que un grupo de uniformados se está llevando a Iván, que con su metro noventa sobresalía entre los uniformes azules y no dejaba de disparar la cámara. De nada valieron mis gritos, ya que cargaron con él en una camioneta y se lo llevaron a toda velocidad. Volví al auto y partimos rápidamente hacia la comisaría del Cerro mientras llamaba frenéticamente al diario con la noticia: “¡Se llevaron preso a Iván!”. En la comisaría los policías me mostraron los dientes y se negaron a dejarme ver al compañero, más tarde llegaron los abogados del diario y lograron allanar el asunto. Ya avanzada la madrugada pude volver a mi casa. Al día siguiente, mientras comenzaba a redactar una crónica ordenada de todo lo que había ocurrido, llegó el propio ministro del Interior, por entonces el doctor Didier Opertti, a pedir las disculpas del caso.

Renzo Rosello - Periodista - 1994 a 1999

El síndrome del mouse de Romanoff

Romanoff con su “síndrome del mouse”, como le llamábamos, demoraba varias horas en editar las notas. “Voy a cerrar una paginita temprano –decía–. Pero antes, voy a hacer una llamada”. Y ahí quedaba la página armada, con los textos a medio poner, esperando que Roma los editara. 

“A las 2 la saco, ¡si ya tengo todo!”, decía. Y la página quedaba ahí hasta las 5 de la tarde, esperando ser editada. “Ya mismo te cierro una”, prometía. Y la página se cerraba apurada sobre las 20, en medio del bullicio de los televisores con los noticieros centrales y los periodistas volviendo de la cobertura de otras notas.

Leticia Linn - Periodista - 1998 a 2007

El síndrome del mouse

El cedé incrustado en un monitor y el papel higiénico decorando todo

Anécdotas hay varias. Como los reiterados accidentes en la esquina de Cuareim y Guatemala por un cartel de Pare que mucha gente no respetaba. Era automático cómo nos asomábamos a las ventanas del primer piso después de oír una frenada y un golpe seco. Y ahora, que nos mudamos, finalmente lo cambiaron y le dieron la preferencia a Cuareim. Me acuerdo también de un cedé volador que terminó enterrado en un monitor LCD y de bromas entre compañeros –como envolver uno por uno todos los objetos del escritorio en papel higiénico, y muchas más–. 

Pero una que me tocó de cerca fue llegar al diario la noche del temporal de agosto de 2005. En esa época yo trabajaba de noche y me iba a buscar un chofer a mi casa. En esa ocasión el gran Carlitos González fue el encargado de hacerlo. No me olvido nunca más lo que fue ese trayecto esquivando calles en las que nos encontrábamos con árboles y cables caídos que impedían el paso.

José López - Soporte - 1998 a la actualidad

Una escena de película que incluyó tensión y humor

Leonardo Luzzi, por entonces periodista en Economía, consiguió un documento relevante pero tenía que ir a buscarlo a la Ciudad Vieja. Cuando volvió, la historia de cómo se había hecho con los papeles era una nota en sí misma: el intercambio se produjo en una calle de la Ciudad Vieja entre su informante y él, de auto a auto (por la ventanilla le pasó el documento) y cuando el auto del diario se disponía a arrancar para irse raudamente para no dejar rastros del hecho, se apagó y demoró unos minutos en ponerse en marcha generando un momento de tensión y humor (que seguramente después se relató en un Rincón y Misiones).”

 Fabián Tiscornia - Periodista - 2004 a 2006

De estar encerrado con Mujica en un ascensor a un contacto fortuito con Vargas Llosa 

Miles de anécdotas: desde bromas por teléfono a fuentes a dichos en la redacción, situaciones insólitas en las coberturas, etc. Me quedé encerrado durante unos minutos con José Mujica (entonces ministro de Ganadería) en el ascensor del edificio de Ancap, charlando sobre historia. O en el aeropuerto de Ciudad de México, haciendo una cobertura para el diario, me crucé con Mario Vargas Llosa. A los quince días le dieron el Nobel de Literatura. Luego pude entrevistarlo para el diario, por su libro sobre Onetti. Pero el contacto surgió de modo fortuito, en la fila de migraciones. 

Valentín Trujillo - Periodista - 2005 a 2015

Del mago a las figuras públicas

Recuerdo la variedad de eventos y personas que pasaron por la redacción, desde tener en el estudio al actual presidente, a tener un mago haciendo sus trucos o diferentes bandas y cantantes que formaron parte de Música en redacción, ciclo que me entusiasmó mucho.

Lucía Gutiérrez - Marketing - 2018 a 2020

El día que hubo que despertar al ministro de Economía

Un episodio que recuerdo fue un día que después del cierre nos fuimos a comer una pizzas a la casa de Pedro Silva, en el Parque Posadas. Estábamos allí varios del equipo, pasada la medianoche, cuando llega Oscar Vilas, integrante del equipo de Economía, y comenta que vio movimiento en la residencia presidencial, al pasar por allí. Una misión del Fondo Monetario estaba en Montevideo.

Las miradas se dirigieron como puñales hacia mí, que cubría Presidencia, sugiriendo que averiguara si pasaba algo, más teniendo en cuenta que el título del diario era sobre el tema. Ensayé un tímido gesto de resistencia, en el que fracasé con rotundo éxito.

Fue entonces que hice de tripas corazón y llamé al ministro Ignacio de Posadas, que claramente ya estaba descansando. Me atendió, le pedí disculpas por la hora, le comenté sobre la reunión en Suárez y chequeé la información que iba en tapa. Recuerdo que hizo una observación relevante, y le agradecí la respuesta. Se hizo la corrección pertinente.

Sergio Berrutti - Periodista - 1991-1995 y 1996-1997

Peleados con todos

Recuerdo algún diciembre, de 1998, 1999, cuando recién comenzaba, que necesitábamos encontrar alguna fuente política que nos confirmara una noticia
Sentados en medio de la sección de política, Gabriel Pereyra les preguntó a Carlos Ríos, a Claudio Romanoff y a otros periodistas sobre los dirigentes que nos podían contestar, uno por uno. Pero estábamos en alguna racha donde nos habíamos “peleado” con varios. “¿No nos queda ningún amigo en ningún lado? Bue, algo bueno debemos estar haciendo si no nos queda nadie con quien hablar”, sentenció Gabriel.

Leticia Linn - Periodista - 1998 a 2007

El orgullo de una buena reconstrucción

Recuerdo una vez que había alguna reunión política informal en la casa de un alto dirigente partidario para tomar decisiones muy trascendentes para el Partido Colorado. Las fuentes nos habían dicho que la reunión iba a ser un asado en la noche, así que con Romanoff esperamos hasta tarde, para chequear. Pero todas nuestras fuentes cerraron sus teléfonos y no respondieron nuestras llamadas

Al día siguiente, ninguno nos quiso atender o, si nos atendían, nos decían que no habían estado en esa reunión. Nadie había publicado nada, así que sabíamos que todos los periodistas estábamos en la misma situación. Finalmente una fuente secundaria nos contó lo que le habían contado de la reunión. Una a una fuimos llamando a nuestras fuentes para contrastar la información, con un “Así que… ¿pasó tal cosa en el asado?, ¿decidieron tal otra en la reunión?”. Las respuestas fueron maravillosas: “¿Cómo supiste?” o “¿Quién habló?” o una más resignada “¿Ya se filtró?”. Nos tomó tres días, pero pudimos reconstruir todo lo que había pasado en la reunión. Con Romanoff, no podíamos más de orgullo.

Leticia Linn - Periodista - 1998 a 2007

El capó del fusca del editor jefe en plena tormenta

Aunque trabajaba en la sección Internacional, le pedí al editor jefe Simón Gómez para ir a cubrir el “ciclón extratropical” (2015), En la plaza Independencia habían puesto una cuerda para que la gente pudiera agarrar y cruzar la calle. 

No estaba Nelio “Cacho” Preste, el histórico chofer, y el propio Simón se ofreció a llevarme en su fusca. En el momento en el que me bajaba entre las rachas de viento se le abrió el capó al auto. Pensé que me mataba, pero no pasó de eso. Pude hacer mi trabajo…, y la crónica quedó muy buena. 

Carolina Bellocq - Periodista - 2012 a 2016

El periodista que sorprendió y hasta ganó un premio con las criollas

Cosas de la Vida, sección y suplemento en que trabajé desde su inicio y del que también fui editora, debía cubrir la Semana Criolla. Fue encargado de la cobertura un talentoso colega a quien le gustaba contar historias pero poco o nada sabía de campo. No estoy segura si aceptó la responsabilidad por su amor al riesgo de domar el potro de su ignorancia en materia criolla o si fue por pereza, para no discutir con la editora, que podía ser bastante tenaz. 

Hicimos la tapa del suplemento y por supuesto la apertura con la crónica periodística y el valioso aporte de los reporteros gráficos, a quienes el común de la gente llama “fotógrafos”. 

Esa cobertura de la Criolla de finales del siglo xx recibió el premio de la Intendencia de Montevideo. El periodista, sorprendido y divertido. 

Todos celebramos.

Margarita Michelini Delle Piane - Periodista - 1995 a 2002


*Este artículo forma parte de la edición especial 30 años de El Observador.

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