El regreso de un clásico argentino: las “gangas” en autos y apartamentos por la suba del dólar paralelo

La brecha entre el tipo de cambio oficial y el “blue” hace que, para quien haga la conversión a dólares, los precios tengan descuentos insólitos. Una ola de compras de oportunidad en plena crisis

Tiempo de lectura: -'

25 de mayo de 2020 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Argentina no pierde sus rasgos más característicos, puede pasar de la depresión a la euforia en poco tiempo. Es así que en estos días pasó del peor momento de la historia en venta de autos a una verdadera ola de compras de oportunidad, en la cual los fabricantes y concesionarios temen no dar abasto para satisfacer la demanda.

El motivo, obviamente, no es el de un súbito aumento del ingreso de los argentinos –más bien al contrario, se confirmó que la economía se desplomó un 11% en marzo- sino la distorsión de precios que ocurre por la escapada del dólar paralelo.

Como tantas veces, la sensación de bienes que se abaratan surge por la brecha entre el tipo de cambio informal y el oficial, que ya está en 80% y hace una semana había tocado el 100%. En una situación así, la gente paga los autos en pesos, pero mentalmente los cotiza en dólares, y cuando se calculan los precios de lista con el tipo de cambio “blue”, la conclusión es que hay precios de ganga.

El atractivo funciona especialmente en los productos de alta gama. Y esto ocurre por dos motivos: primero, porque el abaratamiento de las marcas de lujo puede llegar a niveles insólitos e irrepetibles; y segundo, porque naturalmente quienes están movilizando el mercado en un momento de crisis son aquellos consumidores con altos niveles de ingreso, que están dispuestos a hacer valer sus ahorros dolarizados.

Es así que para marcas como Audi, BMW, Mercedes Benz, Volvo, Jaguar y Land Rover hubo que implementar lista de espera.

Y los precios lo justifican. Los llamados “modelos de entrada” al segmento premium, como el Audi A1, tienen un costo de 2,3 millones de pesos, lo que convertido al tipo de cambio oficial da unos US$ 33 mil. Pero si se lo convierte al “blue” de hace una semana, daba menos de US$ 18 mil. 

En otras palabras, en Argentina se puede comprar un Audi nuevo por el mismo precio al que en Uruguay se puede comprar una Citroën Berlingo o un Chevrolet Prisma.

Y la lista sigue: hay camionetas de la categoría SUV que, medidas con la regla del dólar blue, bajan de US$ 55 mil a US$ 29.500.

Mientras que en las motos de alta gama, la BMW Adventure G310 se puede conseguir a US$ 5.900 y la Honda Neo Sport Café a US$ 14.900. Para los cultores de este mercado, una verdadera ganga.

Los vendedores dicen que para recordar un momento como este hay que remontarse al 2002, cuando tras el colapso del sistema de convertibilidad el dólar pasó de 1 a 4 pesos argentinos y entonces, durante los meses en que se mantuvieron los precios invariables en pesos, aquellos que tuvieran dólares hicieron su gran negocio.

Pero también hay un antecedente más cercano, y que no involucró solamente a los autos de gama alta sino a toda la lista. En 2013, durante el segundo mandato de Cristina Kirchner y en el momento más duro del “cepo” cambiario, se produjo un crecimiento de la brecha cambiaria. En ese momento regían impuestos bajos para los autos de gama media y alta, y el mercado estaba relativamente a la importación.

El resultado fue que se produjo el récord histórico de patentamientos de autos 0 kilómetro: más de un millón de autos vendidos. Aun así, en plena fiebre consumista Cristina no pudo evitar una dura derrota en la votación legislativa de medio término, lo cual puso una nota de duda a la aceptada versión de que con alto consumo se ganan elecciones.

Entre la crisis y las gangas

Aunque no sea un sector que se esté movilizando tanto, los precios insólitamente bajos impresionan también en el segmento “entry” del mercado de los 0 kilómetro. Por caso, el modelo Toyota Etios o el Ford Ka se pueden conseguir por menos de US$ 7 mil. Sí, el mismo precio por el cual en el mercado uruguayo sólo se puede conseguir un usado con no menos de siete años rodando en la calle.

Claro, se necesitan dos requisitos. El primero es tener los dólares en la mano, de manera de sortear el tipo de cambio oficial y poder convertirlos en las “cuevas” de la City porteña al precio del mercado paralelo.

Y la segunda condición es tener, en el plano personal, una relativa certidumbre sobre la continuidad de los ingresos, algo que pocos pueden ostentar en un país con pronósticos de profundizar su recesión.

pixabay

Es por eso que la ola compradora en el segmento premium contrasta fuertemente con los números globales del mercado automotor. En abril, con las concesionarias cerradas, los patentamientos cayeron al mínimo histórico de 4.300 unidades. Y se estima que en mayo no superarán los 9.000, números muy pobres incluso si se los comparan contra un año recesivo como el 2019, cuando el promedio mensual fue de 38 mil autos vendidos.

La industria acaba de presentarle al gobierno un plan para tratar de recuperar el movimiento en los segmentos medio y bajo del mercado, que es donde se concentra el mayor volumen. Y la propuesta pasa, básicamente, por exenciones impositivas y el subsidio a los créditos.

Descuentos salvajes en el sector inmobiliario

Pero la detección de oportunidades no se limita al mercado automotor. También, para quien cuente con capital, hay una sensación de abaratamiento en el sector inmobiliario.

A diferencia de lo que ocurre con los autos, que se venden en pesos, los departamentos sólo se comercializan en dólares –de hecho, ni siquiera en los momentos de “cepo” más estricto en el gobierno de Cristina Kirchner se logró alterar esa costumbre-. De manera que en este caso la ventaja no surge por la distorsión cambiaria que provoca el dólar “blue” sino que es resultado de una caída nominal de los precios.

El causante de este fenómeno es la propia recesión, sumada a la expectativa devaluatoria. Los agentes inmobiliarios recuerdan lo ocurrido en 2002. Con un precio del dólar que se cuadruplicó, los propietarios sólo tenían dos alternativas: quienes tenían urgencia por vender, debían aceptar un fuerte descuento –superior al 30% en algunos casos- o resignarse a tener colgado el cartel de venta hasta que la recuperación de la economía hiciera subir los salarios, medidos en dólares, cosa que podía llevar no menos de tres años.

En este momento, el efecto cuarentena hizo que se desplomara el nivel de actividad. Las inmobiliarias recién obtuvieron el permiso para retomar su actividad, que prácticamente se centra en los alquileres, porque las ventas, que ya venían flojas, cayeron un 90%.

JUAN MABROMATA / AFP

Pero claro, siempre hay alguien con urgencia por vender. Por ejemplo, empresarios que inesperadamente acumularon deudas y necesitan hacerse de efectivo de manera inmediata. La estimación que hacen las inmobiliarias es que en esos casos deberán resignarse a rebajas que pueden llegar hasta un 40% del valor teórico de mercado.

Ahí es donde se producirán las oportunidades, siempre y cuando se cuente con dólares en la mano. Pero se descuenta que compradores interesados no faltarán, dado que según el cálculo de los economistas hay más de US$ 300.000 millones de ahorros “bajo el colchón”.

También se prevé que las empresas desarrolladoras que tengan terminados edificios nuevos deberán vender departamentos al costo para hacerse de capital que les permita darle continuidad a su actividad.

Para quien se anime a pensar en vacaciones

Hay, finalmente, otra posible ganga, pero que requiere tener fe en cuanto a una resolución rápida de la pandemia: las agencias de viaje están ofreciendo precios promocionales para quienes todavía conserven ánimo de irse de vacaciones al extranjero.

Por supuesto que las fronteras están cerradas y la actividad en los aeropuertos es prácticamente nula. Pero aun así, hay agencias que están promocionando ofertas de pasajes para volar a Miami, con flexibilidad de fechas.

Por caso, la agencia Almundo, una de las más grandes del mercado, publicó una oferta para volar con Copa Airlines entre septiembre y fin de año. El precio, impuestos incluidos, es de 38.000 pesos argentinos.

Y aquí, una vez más, el “blue” hace su magia. Porque ese precio, pasado al tipo de cambio oficial, da US$ 550, pero si se lo considera al tipo de cambio paralelo, basta con tener en la mano US$ 308.

No es, naturalmente, un tipo de oferta que esté encontrando muchos interesados. De hecho, las agencias turísticas están en la primera línea de los sectores afectados por la crisis y que están solicitando asistencia del gobierno.

El regreso con gloria del “puré”

Si hay un negocio de oportunidad que resurgió es un clásico de todas las crisis argentinas: el “puré”. En la jerga financiera, se llama así a la operación de arbitraje que consiste en comprar dólares al precio oficial y revenderlos al del mercado paralelo.
No es fácil, claro, porque casi no hay acceso al dólar a la cotización de 69 pesos argentinos, salvo que uno sea un importador, y para esos casos se reforzaron controles, de manera de evitar que haya desvíos de esas divisas hacia el mercado financiero.
Pero sí continúa abierta una pequeña ventana del “cepo”, que le permite a los pequeños ahorristas comprar 200 dólares por mes. Puede parecer poco, pero cuando se suma por miles de casos, el volumen termina siendo lo suficientemente grande como para causar incomodidad en los despachos oficiales.
El precio es la cotización oficial, que hoy está en un promedio de 69 pesos argentinos, a lo que se suma un impuesto de 30%. Esto da 89 pesos para obtener un dólar, que luego se puede llevar a una “cueva” de la City, donde se hasta hace una semana se compraba a 132. Es decir, compró por 17.800 pesos y vendió por 26.400, una ganancia instantánea de 8.600 pesos, equivalente al 48% de lo invertido.
Quien haya repetido esa operación en los últimos tres meses habrá hecho un módico ingreso gracias al puré. En otras épocas había organizaciones que contrataban a personas de bajos ingresos para que prestaran su documento y compraran su cupo mensual de dólares. En plena cuarentena, esa práctica es más difícil de implementar, pero la tentación por captar ese arbitraje es fuerte.
De hecho, en las últimas semanas se triplicó el volumen de las compras de dólares por la ventanilla oficial, una suba que coincidió justamente con la escapada del dólar “blue”.
Claro que esa operación –que es ilegal pero sobre la cual se hace cierta “vista gorda”- implica pasar dinero en blanco a dinero en negro, pero ese es un detalle que en la Argentina de los tiempos que corren no parece preocupar a nadie.
CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.