Ignacio Correa / Fundación Cravotto

El secreto que esconde el puente Sarmiento: la casa/estudio Cravotto, un enclave patrimonial que mira al futuro

La residencia/estudio del urbanista y arquitecto Mauricio Cravotto pasó a manos de la Facultad de Arquitectura y tiene un horizonte auspicioso

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03 de agosto de 2020 a las 05:00

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La casa Cravotto guarda un secreto. Y, desde ya, va el aviso: aquellos que intenten descifrarlo deberían, mejor, rendirse antes de empezar. Porque la respuesta a la incógnita no aparece cuando se recorre el puente de la calle Sarmiento –en cuyo extremo se ubica–, ni tampoco después de observar durante largo rato su fachada característica –y grafiteada– desde la vereda de enfrente. El secreto no se revela, tampoco, en su segundo piso, en esos muebles a los que no parece haberles pasado el tiempo. Menos que menos se hallarán pistas en la terraza más alta, que alcanza a tocar las copas de los árboles y que se pierde en medio del cielo limpio de julio. Ni siquiera habrá posibilidad de vislumbrar un ápice de la respuesta en el estudio de la planta baja, ese piso que guarda cientos de planos, miles de libros, cuatro mesas de dibujo, muchísimos archivos, libretas y documentos de quien fuera uno de los impulsores del movimiento moderno en Uruguay. Así que, en resumen, olvídense del secreto. La casa lo guarda y no lo revela. Y esta nota tampoco.

Pero en defensa de quien escribe, la pregunta se hizo. Y se hizo dentro de la casa, como corresponde. La curiosidad fue mayor y la inquietud se puso sobre la mesa. Sin embargo, como tantas otras veces, la respuesta fue un paredón infranqueable. Las evasivas, teñidas por la complicidad simpática e histórica de la familia, fueron claras. Y el diálogo, que sucedió en el medio de ese estudio y entre pilas de archivos con olor a historia, fue más o menos así:

–¿Qué significa Kalinen? ¿Cuál es el significado del nombre de esta casa? No pude encontrarlo en ningún lado. En internet no está. Y nadie parece tenerlo claro –dije, y con los ojos entrecerrados paladeé la posibilidad de una respuesta inédita.
–Ah, esa pregunta –afirmó el hombre, y rio por lo bajo–. Me temo que tengo una responsabilidad. El nombre tiene una significación familiar, es un secreto de los Cravotto. Así me lo transmitieron y así lo guardo. Probablemente, si lo revelara, más allá de que de verdad no es algo muy rebuscado, se puede perder parte de la magia de este lugar.

Camilo dos Santos

Y es así. ¿Para qué romper la magia? Quien respondía tiene razón. Y quien respondía era el arquitecto Eduardo Álvarez, sobrino nieto de Mauricio Cravotto y uno de los miembros del consejo directivo de la Fundación Cravotto, entidad que desde 2008 gestiona la casa y el acervo del mítico urbanista uruguayo. Su reticencia a violar ese pacto familiar, más que frustrante, es conmovedora. Porque la casa/estudio de Cravotto es singular por su misterioso nombre, pero es un edificio que representa mucho más y que desde hace tiempo figura entre los trazos más interesantes del patrimonio arquitectónico de Montevideo. Es un edificio que, además, hace algunas semanas volvió a ser noticia y que, si todo sale bien, tiene por delante un futuro prominente.

La compra

Empecemos por el ahora. Y el ahora, en este 2020, marca que la casa/estudio diseñada por Cravotto entre 1931 y 1932 y habitada por su familia y descendientes hasta la actualidad pasó, en junio de este año, a manos de la Universidad de la República. La idea fue impulsada por el Grupo de Viaje de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), que ante la necesidad de encontrar una nueva sede para sus oficinas se encontró con la oportunidad de comprar y “donar” la casa a la Facultad y, a través de una gestión realizada a cuatro manos entre la institución educativa y la Fundación Cravotto, impulsar, refaccionar e integrar el edificio a un circuito arquitectónico y patrimonial.

Camilo dos Santos

Que quien haya adquirido la casa –que fue declarada monumento histórico nacional en 1990– sea el grupo de viaje de la Facultad no deja de ser curioso y cierra, de alguna manera, un círculo: Mauricio Cravotto, en 1919, se convirtió en el primer viajero de arquitectura, pero no lo hizo vendiendo rifas, sino ganando el premio al mejor estudiante de la institución.

Con esta compra la Fundación Cravotto, que sigue siendo propietaria del acervo mas no de la estructura edilicia, espera que se solucionen problemas puntuales –algunas humedades, parte de la instalación eléctrica, el estado de la fachada– y que la casa se integre a la estructura museística que ya tiene la residencia museo Vilamajó, que también pertenece a la FADU y que se encuentra en la otra punta del puente Sarmiento.

“Queremos apoyarnos en la estructura que se montó en torno a la casa Vilamajó y articular mejor lo que podría ser un recorrido cultural conformado por el triángulo entre las dos casas, el puente que las une y la FADU. Estamos muy entusiasmados, porque detrás de esto hay conocimiento, experiencia y es una idea muy atractiva”, dice Álvarez. 

De arriba a abajo

Por fuera la casa es impresionante. Por dentro, todavía más. La puerta, pequeña y oculta en la calle Sarmiento, no da mucho lugar a imaginarse nada, pero el recibidor que se abre, con la enorme escalera a la izquierda y algunos retazos del estudio a la derecha, ya da pistas sobre el lugar. Se dijo antes: ese espacio en el que los Cravotto, padre e hijo, desarrollaron su trabajo es el sector más avasallante de la residencia de cuatro plantas. Con sus paredes tapizadas de bibliotecas, con planos enormes desperdigados por el lugar y unos cuantos secretos pequeños que aparecen si se coloca bien el ojo –un croquis por acá, alguna maqueta por allá, fotos antiguas clavadas en la madera, diplomas y otras condecoraciones–, el lugar respira la historia del urbanismo en Uruguay.

“De acá no se tiró ni un boleto”, dice Álvarez. “Todo estaba en estado de latencia, por no decir muerto. Todo lo que podía volcarse a la cultura estaba cerrado, y en muchos casos no se conocía lo que había”, cuenta el arquitecto mientras observa el lugar. Allí también agrega que a partir de la constitución de la fundación que él integra, por intermedio de Delma Menéndez –viuda de Antonio Cravotto, hijo de Mauricio–, investigadores del Instituto de Historia de la FADU empezaron a documentar y clasificar todo lo que allí se guarda. El proceso continúa en la actualidad.

Ignacio Correa / Fundación Cravotto
La sala de estar en el primer piso

El primer piso también está tal cual lo dejó Cravotto. Y lo mismo con el segundo. Así que allí están los muebles diseñados entre 1936 y 1946 por el propio urbanista, un piano impresionante que reluce con la luz de la tarde, un enorme tapiz traído desde Dakar y una serie de bajorrelieves que suman porte a la estancia.

Subiendo por las escaleras, todas con ventanas interiores y exteriores circulares propias de la arquitectura moderna, se llega a la terraza, que se despliega sobre la calle y que juega, como el resto del lugar, con la posibilidad panorámica que le dan estos jardines de cemento. En la última planta hay un detalle, además, que Álvarez no deja pasar: un parrillero muy diferente a lo que conocemos hoy, que según dice se construyó varias décadas antes de que este tipo de sistemas se popularizara en el país. De esta manera, termina un recorrido que ha sido realizado en alguna que otra edición del Día del Patrimonio y que en cuanto se ponga a punto estará, eventualmente, abierto al público y los estudiantes de la facultad.

Arquitectura moderna. Algunos de los máximos exponentes del movimiento moderno en Uruguay, además de Cravotto y Vilamajó, son Juan Antonio Scasso, Raúl 
Sichero, Carlos Surraco, Eladio Dieste, Jorge Herrán y Luis Crespi.

Ignacio Correa / Fundación Cravotto

Enclave valioso

“El valor patrimonial de esta casa es inmenso”, explica el arquitecto William Rey, director de la Comisión de Patrimonio. “Constituye un verdadero reservorio de un período fundamental de la arquitectura uruguaya, que es la arquitectura moderna. Cravotto fue un catedrático, un actor importantísimo en el campo del urbanismo, pero además fue un meritorio e importante arquitecto en ejercicio profesional, y por lo tanto un actor de primera línea de un período muy rico de nuestra historia cultural”.

Como dice Rey, el legado de Cravotto es enorme. Desde el punto de vista arquitectónico, y además de esta casa, entre sus obras más destacadas se encuentran el Palacio Municipal –la Intendencia de Montevideo–, el hotel Rambla y el Montevideo Rowing Club. Y en el plano educativo, la huella que dejó es todavía más honda.

“La casa Cravotto está en un estado de conservación importante, más allá de los agentes agresivos sobre su fachada. Su archivo está en un estado de organización que es prácticamente el mismo que el arquitecto dejó oportunamente, y se conservó de manera increíble gracias a su hijo Antonio”, agrega Rey, que ve con entusiasmo el nuevo acuerdo con la Facultad. “Tiene sobre sus hombros una responsabilidad patrimonial muy grande. En la casa Vilamajó la viene cumpliendo de excelente manera y creemos que también podrá desarrollarla en la casa Cravotto”.

Para el decano de la FADU, Marcelo Danza, la compra y la posibilidad de recuperar la casa Kalinen tampoco es un hecho para tomar a la ligera. Para empezar, porque Mauricio Cravotto constituyó junto a Julio Vilamajó uno de los tándems de profesores más destacados que la Universidad de la República tuvo en su historia.

Ignacio Correa / Fundación Cravotto

“Ambos fueron los profesores referentes de la primera mitad del siglo xx. Ellos eran los dos grandes pensadores, hacedores, referentes de la facultad en un momento en que se estaba diseñando el Montevideo que conocemos hoy. Toda la construcción de estos edificios representativos e icónicos fueron de esa época y ellos eran los dos grandes maestros. Y, a la vez, tuvieron la capacidad de absorber y enseñar muy bien lo que era la vanguardia europea del momento, que fue lo que se conoció como el movimiento moderno”, dice Danza.

Para el decano de la Facultad, esta “repatriación” de la casa es una oportunidad enorme que permitirá una apertura mucho más grande del nombre de su diseñador y que jugará un rol importante en el conocimiento de la construcción de la identidad cultural y urbana de la ciudad.

“Hoy esta casa y la compra tiene una dimensión determinada. Pero dentro de 100 años, cuando nadie de nosotros esté acá, va a ser mucho mayor. Dentro de 100 años, el hecho de que esta casa se conserve bien y pueda ser percibida y estudiada tendrá un valor muy grande. Va a ser como cuando viajás y vas a las casas de personalidades como Sigmund Freud o Ana Frank. Son casas que tienen historias singulares, valor histórico, y que se transforman en lugares de referencia, de conocimiento, y generan un interés más por la ciudad. A estas casas el tiempo les va dando más espesor y valor. En ese sentido, lo que se hizo también fue una inversión a largo plazo”, termina Danza.

Álvarez sabe que no va a vivir 100 años más. Y también sabe que deberá conformarse con el corto o mediano plazo para ver los resultados de esta fusión que llega como una bocanada de aire fresco para la fundación. Sin embargo, le tiene fe al proyecto. Confía en que el nombre y la obra de Cravotto ganarán peso en el imaginario colectivo y que el legado será cada vez mayor. Con esas certezas, apuesta al futuro: “La posibilidad de potenciar esto es muy grande y parece difícil que, por las nuevas circunstancias y el interés conjunto que hay de que esto salga adelante, no suceda. Quizá lo diga por un tema afectivo, pero creo que esta es su obra paradigmática y esto da la posibilidad de que se convierta en un símbolo”.

Ignacio Correa / Fundación Cravotto
Maqueta original del proyecto del Palacio Municipal

Nueva distribución. Tras la compra, el estudio y la planta baja quedará en manos de la Fundación Cravotto, que además compartirá el primer piso con la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de la República. El segundo piso y el tercero serán utilizados por el Grupo de Viaje de la Facultad.
Ignacio Correa / Fundación Cravotto
Detalle de uno de los balcones
Detalles. En las paredes de la casa/estudio Cravotto se pueden encontrar bajorrelieves y otros detalles que le agregan destaques a la fachada.

 

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