El verano fortaleció aun más al campeón

Apenas horas habían pasado de las fiestas de Nochebuena y Navidad cuando los dirigentes de Peñarol comenzaron a planificar la transición de gobierno y a trabajar en silencio hasta la asunción de Jorge Barrera como presidente.

Reuniones para un lado, encuentros para el otro y llamadas telefónicas cruzadas entre las diferentes plataformas políticas cristalizaban la intención de hacer un gobierno ejecutivo, porque el tiempo corría para todos.

Menos de 20 días habían pasado de la obtención del título ante Defensor Sporting cuando Juan Pedro Damiani le transfirió el mando a Barrera y asumió la nueva directiva.

Con todos los jugadores de licencia, el nuevo presidente se enfrentó a la renovación contractual del cuerpo técnico campeón y a la de tres jugadores claves en la columna vertebral del equipo: Kevin Dawson, Ramón Arias y Fabián Estoyanoff.

Armó una comisión de Pases y Contrataciones y derivó todas las gestiones en Rodolfo Catino, Isaac Alfie, Alejandro Ruibal y Pablo Sciarra. Primero se renovó al cuerpo técnico y luego a las prioridades, antes de dar paso a las altas y bajas.

En cuanto a las salidas, Peñarol logró una limpieza interesante y efectiva de su plantel con las bajas de jugadores que no se utilizaron en los últimos meses como Leandro Gelpi, Iván Villalba o el brasileño Ronaldo, la recisión contractuales de Facundo Rodríguez y las cesiones a préstamo de otros actores secundarios como Yeferson Quintana (San José Earthquakes), Ángel Rodríguez (Unión La Calera, Hernán Petryk (Chacarita Juniors) y Alex Silva (Progreso).

La única baja de peso fue Diego Rossi, negociado a Los Ángeles FC de la Major League Soccer.
A la hora de reforzar el equipo, Peñarol cambió la tónica de los últimos años. Abandonó las compras por catálogo y salió a negociar en silencio por jugadores con proyección en puestos claves.
"En Peñarol se tienen que acabar las pasantías, el club debe buscar acuerdos que le permitan tener un retorno a futuro", dijo Pablo Sciarra a Referí al inicio del mercado de pases, cuando todos los nombres encima de la mesa estaban en pañales.

Y cumplieron. Llegaron Agustín Canobbio, Giovanni González, Gabriel Fernández y Rodrigo Piñeiro, jugadores con mucho potencial y que no superan el techo de los 24 años. Rodrigo Rojo provino del fútbol paraguayo pedido por Leonardo Ramos por la sanción que pesa sobre Lucas Hernández para la Copa Libertadores.

Todas las miradas están puestas en Fidel Martínez y es lógico que así suceda porque es la gran incorporación del semestre en una negociación de la que participó hasta el propio entrenador buscando seducirlo para su llegada.

La única apuesta de riesgo es Luis Maldonado, un zaguero de 32 años que jugó en The Strongest de Bolivia y que no encaja en el perfil de edades de las otras contrataciones. Sin embargo llega bajo recomendación del cuerpo técnico y la estructura deportiva, por lo que hay que darle un voto de confianza.

Retirado del mercado de pases varios días antes del comienzo de la actividad con todos los objetivos cumplidos, Peñarol dio el salto hacia la cancha buscando igualar el pico de rendimiento que tuvo en el segundo semestre de 2017 y que le permitió ganar el Uruguayo tras gran remontada.
Jugó amistosos ante la selección de Colonia, Progreso y Delfín de Ecuador antes de enfrentar a Nacional esta noche en el Estadio Centenario y en los tres demostró ser un equipo agresivo, intenso y ambicioso.

Peñarol tiene una ventaja si se lo compara con Nacional, ya que mantuvo al entrenador y los jugadores conocen la idea. El manual de intenciones del equipo está intacto y este año vuelve a tener intérpretes de lujo para desarrollar la idea.