En un escenario dividido, Justin Trudeau elige gobernar en minoría

El escenario político se plantea muy dividido: el este del país dominado por los liberales y el oeste por los conservadores, lo que lo hace dependiente al jefe del gobierno de otros partidos más chicos para aprobar una agenda que incluye asuntos polémicos.

En su segundo mandato, el liberal Trudeau tendrá que tener un gran poder de convencimiento político para que avance proyectos de inversión que encontrarán cierta resistencia por el impacto medioambiental, en una sociedad sensible al cambio climático, que resisten partidos opositores con asiento en el Congreso. 

El miércoles pasado, dos días después del acto electoral, el primer ministro anunció que se dispone a conversar en las próximas semanas con todos los líderes de los partidos para saber si coinciden o no con su hoja de ruta, pero descartó de plano que haya participación de otros partidos en su próximo gobierno, cuyo gabinete de carácter paritario –con tantos hombres como mujeres– presentará en público el 24 de noviembre. 

Precisó que no piensa “formar una coalición, formal o informal” con partidos de la oposición para gobernar.

El Partido Liberal de Trudeau ganó las elecciones legislativas al obtener 157 de los 338 escaños en la Cámara de los Comunes, contra 121 logrados por los conservadores de Andrew Scheer.

Estos últimos se convirtieron en una fuerza más robusta al superar a los liberales en el porcentaje de votos: 34,4% contra 33,1%, lo que habla a las claras de un ambiente polarizado como se ven en otros países desarrollados.Los liberales, además, no lograron la elección de ningún diputado en las provincias de Alberta y Saskatchewan (oeste).

Una agenda caliente

Para gobernar, Trudeau quiere llevar adelante una estrategia de buscar el apoyo puntual –tema por tema– de los partidos más pequeños representados en la Cámara, como el Nuevo Partido Democrático (NPD) de Jagmeet Singh, el Bloque Quebequés (BQ) o el Partido Verde. 
“Me tomaré el tiempo para pensar realmente en la mejor manera de servir a los canadienses y trabajar con estos otros partidos, y creo que eso es lo que esperan las personas que votaron por mí y también quienes no lo hicieron”, expresó el primer ministro.

Con esta elección, “los canadienses han enviado un mensaje claro: esperan que sus líderes trabajen juntos en los grandes temas que les importan, incluida la lucha contra el cambio climático y el alza del costo de vida”, señaló Trudeau.

Otra lectura de las urnas podría ser que los ciudadanos quieren que el primer ministro tenga que negociar sus planes de gobierno con los partidos de la oposición. 

Impuestos más bajos para la clase media, la lucha contra el cambio climático, la extensión de un controvertido oleoducto entre las arenas petrolíferas de Alberta y la costa de Columbia Británica estarán entre las prioridades de su nuevo gobierno, adelantó el primer ministro.

Trudeau aseguró que el proyecto de expansión del oleoducto Trans Mountain continuará, a pesar de las protestas de los ambientalistas y los partidos con los que es probable que tenga que unir fuerzas para conseguir una mayoría en la votación parlamentaria. “Tomamos la decisión de avanzar con la extensión del oleoducto Trans Mountain, ya que a Canadá le interesaba hacerlo”, justificó Trudeau, quien agregó que el proyecto para triplicar el flujo de la instalación sigue siendo un asunto prioritario.

El gobierno de Trudeau compró en 2018 un oleoducto por el equivalente a unos US$ 3.460 millones para tratar de diversificar los mercados de exportación de la industria petrolera canadiense que está muy atada a negocios con Estados Unidos. 

La adquisición, sin embargo, provocó el enojo del ala izquierda de su electorado, que la vio como una contradicción con las altas ambiciones ambientales del primer ministro.

También el NDP, que obtuvo 24 escaños en el Parlamento, se ha opuesto firmemente al proyecto desde su nacionalización, al igual que el Partido Verde.

La tarea del primer ministro no es sencilla porque además del ruido político por clásicas inversiones petroleras, debe enfrentar la fuerte impopularidad asentada en las provincias occidentales, en el corazón de la producción de crudo del país.

“Durante demasiado tiempo hemos estado vendiendo nuestros recursos naturales a los Estados Unidos con un descuento”, dijo Trudeau. “Llevar nuestros recursos a mercados que no sean Estados Unidos y hacerlo lo más rápido posible sigue siendo una prioridad”, insistió.

El oleoducto permitiría a Canadá diversificar y aumentar enormemente las exportaciones a Asia, donde podría obtener un precio más alto. Alberta tiene las terceras reservas de petróleo más grandes del mundo, pero el 99 %  de sus exportaciones ahora van a refinerías en los EEUU, según el New York Times.  

Los ambientalistas han acusado a Trudeau de traición por gastar miles de millones para comprar el oleoducto y querer potenciar una industria petrolera que es corresponsable del calentamiento global, como coinciden estudios científicos.  

Los esfuerzos de Trudeau para lograr un equilibrio en el medio ambiente y la economía también ha sido criticado por sectores de la derecha canadiense, pero por un impuesto nacional al carbono para combatir el cambio climático.