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Giethoorn, la Venecia del norte

Un pueblo de Holanda, sobre canales cruzados por puentes de madera, parece salido de un cuento de hadas, con lugares a los que solo se accede en embarcaciones
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07 de abril de 2018 a las 05:00
Dicen que las hadas solo existen si se cree en ellas. De ser así, su escondite preferido está probablemente en Giethoorn, un pueblo de Holanda conocido como "la Venecia del norte". Sus canales y 180 puentes de madera, antaño necesarios para mover al ganado, reciben ahora a miles de turistas.

Situado al borde de un parque natural a 120 kilómetros de Ámsterdam, Giethoorn está a medio camino entre "la Comarca", residencia de los hobbits de El señor de los anillos, y los cuentos de hadas de los hermanos Grimm. Los canales trazan su cartografía, así que los coches solo pueden acceder hasta sus márgenes.

Su popularidad explotó en 1958 con Fanfare, una de las películas neerlandesas más vistas de todos los tiempos y que retrató su singular imagen. Turistas holandeses, belgas y alemanes se empezaron a dejar ver, lo que provocó el florecimiento de restaurantes y tiendas. Hoy en día, el crecimiento de visitantes viene, sobre todo, de países asiáticos y árabes.

Existen dos Giethoorn, dicen los locales. Uno está relacionado con su actividad turística, que se concentra en el centro entre la hora 9 y las 17.30. Los visitantes pasean despacio y en pequeños grupos con sus cámaras colgadas al cuello, mientras que los residentes, a pie o en bicicleta, los sortean con la pericia del que se sabe de memoria el camino a casa.

"Depende mucho de si estamos en temporada alta o baja. En verano empleamos hasta seis trabajadores", dice Rudolf van Eeden, propietario de una tienda de cerámica y objetos de arte que lleva 35 años funcionando. En invierno, una o dos personas son suficientes para atender el negocio.

"Nosotros estamos en el centro y suele estar lleno de gente. Hay quienes compraron una casa y cinco años después se fueron porque no lo aguantaban, pero el norte y el sur están menos explotados turísticamente. Allí se puede navegar mejor", añade Van Eeden.

Las referencias de los locales al agua son continuas, pues muchas partes solo son accesibles con una embarcación. Las empresas que las alquilan se concentran en el canal que conecta el centro de Giethoorn con el mundo exterior. Sin embargo, en el interior del pueblo trabajan otras que ofrecen los mismos servicios por unos euros menos.

Giethoorn
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Algunas barcas disponen de un motor sencillo que cualquiera puede manejar, dando libertad al visitante para moverse por los canales. En ellos hay patos que se portan como si fueran los dueños del lugar, nadando de un lado al otro en busca del sol. Sus trayectorias solo cambian cuando un turista les tira al agua trozos de pan, lo que hace que se lancen desesperados por el alimento.

Las rutas en bote más largas permiten dar un paseo por el parque natural de Weerribben-Wieden, un humedal natural formado por bosques y lagos en los que se ven aves de todo tipo, insectos y, si hay suerte, nutrias, dicen los locales.

Otras rutas más cortas cubren el centro del pueblo, donde la circulación es fluida en temporada baja, pero en verano pueden formarse atascos. Las embarcaciones pasan por debajo de los pequeños puentes de madera, una de las señas de identidad de Giethoorn.

Algunos tienen una valla que permite el paso solo al propietario, pues conectan las zonas peatonales con casas particulares, pero originalmente se levantaron para una función muy diferente: transportar ganado.

"Esto era muy rural antes de la llegada del turismo. Movían a las vacas de terreno a terreno con botes especiales para ellas, pero era más fácil hacerlo por los puentes", apunta Gerrit Mol, propietario de una compañía de barcas.

La estampa cambia totalmente a partir de las 17.30, cuando los visitantes regresan por donde han venido. El bullicio de las conversaciones y los botes surcando dan paso, en cuestión de minutos, a un silencio típico de campo. Ese que discurre en los pueblos donde el tiempo va más despacio. Donde las hadas, si se cree en ellas, regresan cada noche para dormir.

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