Internet libre

Las demandas de la sociedad evolucionan de forma no previstas por los gobiernos en muchas de las áreas en que el estado tiene capacidad de intervención

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22 de mayo de 2012 a las 00:00

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Ello ocurre en muchos campos tradicionales (seguridad, salud, empleo, seguridad social, justicia) pero ahora que los avances tecnológicos en materia de comunicaciones afectan la vida cotidiana, laboral y familiar, se abren nuevas expectativas.

Nadie le pide al gobierno que invente o que ponga a su disposición un Iphone (de eso ya se encarga el mercado, salvo en Argentina donde Guillermo Moreno, el mandamás de todo el comercio exterior, tiene prohibida su entrada por razones que nadie entiende) pero sí le piden acceso a internet a gran velocidad y precios competitivos con el resto del mundo, ya que nada justifica que ese servicio esté disponible en un país sí y en otro no. Internet es ya algo que está metido en nuestras vidas, sea para mirar el correo electrónico o para subir y bajar videos o para trabajar o para chatear con los amigos.

Cualquier gobierno puede hacer eso posible de una manera sencilla: fomentando la libre competencia de la provisión de ese servicio y evitando, paralelamente, la constitución de monopolios públicos o privados. Los privados son peor que los públicos, pero todo son malos. Malos porque restringen nuestra libertad de elección y malos porque conducen a peores y más costosos servicios.

El camino de fomentar la competencia, que se siguió en la telefonía celular con los positivos resultados por todos conocidos, tanto para las empresas proveedores como para sus clientes, no se está siguiendo en la provisión de internet. Internet en Uruguay es lento y caro, pese a las mejoras que se están haciendo. En la administración anterior, un director de ANTEL dijo que la gente no precisaba más velocidad para mirar su correo electrónico y navegar por internet. Pues muy equivocado estaba y aún cuando tuviera razón, corresponde dejar a al público decidirlo.

Ahora ANTEL ha revertido esa mala política y ofrece a los usuarios internet por fibra óptica que es mucho más rápido y supuestamente más barato. Ha decidido llegar a todos los hogares mediante el cableado de fibra óptica. Y sostiene que como la ley le había reservado el monopolio de la telefonía fija, el mismo debe extenderse a la fibra óptica aunque esta permite trasmitir telefonía, internet y servicios de datos incluido televisión. El superior gobierno ha dispuesto enviar un proyecto de ley para que se consagre ese monopolio.

Nos parece una medida desacertada, tanto respecto del interés general como respecto de la propia ANTEL. En cuanto al primero, porque se lo servirá mejor fomentando la competencia. Y en cuanto a la segunda, porque ANTEL demostró que puede competir y por lo tanto podría hacer lo mismo en la provisión de internet. Para ello, eso sí, es preciso flexibilizar el marco regulatorio de la empresa y hacer que se rija por el derecho privado y no por el derecho público, que regula a los entes autónomos más con la idea de que no se cometan errores o estafas que con el propósito de fomentar la mejora del servicio.

Lo mejor que podría hacer el gobierno es cambiar el proyecto de ley y, en lugar de extender el monopolio a la fibra óptica, cambiar el régimen bajo el que se rige ANTEL. Hay que reconocer que es un camino mucho más arduo que el que se propone llevar a cabo. Pero es un camino mucho más beneficioso para la población y la propia ANTEL.

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