Camilo dos Santos

Agustín Menini: “La búsqueda de una identidad nacional no tiene un comienzo ni un fin, es algo en permanente construcción”

El socio de Menini-Nicola habla sobre el momento del diseño de mobiliario en Uruguay, lo que trae la nueva generación de diseñadores que se está formando y las herramientas que faltan en el mercado para tomar el impulso definitivo

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09 de abril de 2022 a las 05:02

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Desde el pasado 6 de abril, Uruguay ya no vive bajo la emergencia sanitaria y dejó de ser necesario incluso usar tapabocas en los ómnibus, aunque alguna mirada de reojo a quienes prefieren “liberar” su cara de la tela con elásticos aparece. Los reparos o la cautela de la gente son lógicos: estuvimos dos años bombardeados por una situación sanitaria que por momentos se hizo cuesta arriba. La resaca quedará y no se limitará al transporte. Y así como todos los ámbitos de la vida estuvieron salpicados por el covid, el diseño, específicamente el diseño de interiores y de mobiliario, también. Durante la primera época de la pandemia el hogar se convirtió en un bastión de la estabilidad emocional y psicológica, y se volvió una prioridad invertir en sus mejoras. El teletrabajo y los días de encierro conspiraron y el sector vivió una primavera expansiva, quizá como nunca antes había sucedido. Hoy ese tiempo de bonanza terminó, pero hay coletazos, cosas que quedan, como la resaca de comportamientos y tendencias que, igual que las dudas a la hora de sacarse el tapabocas, se prolongan más allá de la aparente vuelta a la normalidad.

Esa es una de las evaluaciones que Agustín Menini tiene para hacer sobre los últimos años del rubro en la entrevista que sigue. Socio fundador junto a Carlo Nicola del estudio de diseño Menini-Nicola –pioneros en el rubro del diseño de muebles en Uruguay–, Menini también analiza la profesionalización de un sector que en estos días está celebrando los 10 años de la creación del Diploma en Especialización de Proyecto de Mobiliario de la Facultad de Arquitectura y Diseño (FADU), el único posgrado dedicado al área que existe en el país por el momento y del que Menini es docente. El aniversario incluye una exposición con algunos de los trabajos de los estudiantes del curso que se puede visitar todos los días en el hall de la FADU hasta el viernes 22 de abril, y que funcionan como una muestra de las ideas que, en la formación de los diseñadores de muebles, se están gestando.

Menini-Nicola fue uno de los estudios que abrieron camino en el diseño del mobiliario. ¿Qué responsabilidad sentían y cuál sienten ahora que hay más jugadores en la cancha?

En Uruguay tenemos una tendencia a culpar a los factores externos de que las cosas nos trasciendan. Nos cuesta mucho asumir la responsabilidad que tenemos sobre un montón de aspectos, incluso nuestro propio destino. Entonces, si entendemos que algo es importante hay que meterle. Pasó con la Cámara de Diseño y pasó con este diplomado. Por más que yo sea un docente más, desde el momento en que entré a la plantilla del diploma, lo sentí como mi responsabilidad. Como es tan poco lo que hay en la vuelta, lo que se haga o deje de hacer ahí impacta de forma directa sobre el sector. En la Cámara de diseño sucedió igual. La Cámara no es un ente separado de las empresas que la conforman; nosotros somos la Cámara y tenemos que trabajar. Porque además no somos tantos. Eso lo entendimos desde el principio, porque las oportunidades no caen de los árboles.

Exposición del Diploma en Especialización de Proyecto de Mobiliario de la Facultad de Arquitectura y Diseño (FADU)
Pedra, diseño de Juan Manuel Oholeguy

¿Se ve una formalización en la figura del diseñador?

Cuando empezamos se hacía necesario especificarlo, delimitarnos dentro del foco del diseñador de muebles, era algo estratégico. Hoy por suerte eso cambió. Ya no es necesario, la actividad se ha desarrollado mucho. Si bien es algo cíclico, y creo que ahora estamos en un impasse y en caída, ese es uno de los cambios principales de los últimos años, sí.

Hablando de ciclos, imagino que la pandemia trajo uno muy bueno. El interior de la casa se convirtió, sobre todo en 2020, en la principal preocupación de la gente además de la salud.

La pandemia tuvo un impacto muy positivo en el sector interiores, y en el sector muebles en particular. Lo que sucede es que ahora nadie puede planificar basado en lo que pasó ahí. La pandemia fue, digamos, un paréntesis. Entenderlo llevó tiempo, y actuar en consecuencia es algo en lo que todavía se trabaja. Fue una época muy buena, pero por otro lado fue irreal. El público que mira al diseño de muebles destinó todavía más dinero a eso que eventualmente antes se invertía para otros rubros, y eso hizo que existiera una especie de pequeña burbuja. Por otro lado, la conciencia del espacio interior también cambió, la manera en la que las personas empezaron a entender y desenvolverse en su hogar, pero creo que eso no es algo que vaya a mantenerse. Aunque se mantengan algunos aspectos, no será con la misma contundencia.

Exposición del Diploma en Especialización de Proyecto de Mobiliario de la Facultad de Arquitectura y Diseño (FADU)
Má, diseño de María Laura GIró

¿Cuáles son esos aspectos que se mantendrían? ¿Cuáles nota que seguirán allí ahora que salimos de la emergencia?

El estudio de las tendencias de comportamiento de las personas derivan en tendencias de consumo y de diseño, y por eso son algo fundamental; nosotros tratamos de estar siempre atentos y estudiándolas. Pero el futuro siempre es una incógnita, y lo que en un momento fue algo muy bueno, una explosión de esa conciencia del interior sumada a la posibilidad de invertir, poco a poco tomó otro giro y nos dimos cuenta de que no se iba a mantener. Hoy lo aceptamos, y existen algunos coletazos, una resaca. Hay gente que todavía no quiere volver a trabajar 100% en oficinas, que decide quedarse en su casa algunos días. Los comportamientos de vida cambiaron, pero no necesariamente volvimos a los registros prepandémicos y eso tiene impacto en el sector. Aquella redirección del gasto que antes se dedicaba a viajar o a cambiar el auto y que pasó a volcarse a la casa, ahora está siendo una especie de tortilla dada vuelta, pero de manera total. Ahora la gente solo parece estar pensando en viajar, en gastar en todas esas cosas en las que no pudo en los últimos años. Creemos que eso se equilibrará sobre fin de año o el año que viene. Es como el uso del Zoom: ahora que podemos escapar de él, nos reunimos físicamente por cualquier cosa. Seguramente, en el futuro encontraremos un estado híbrido entre ambas formas. Encontraremos un equilibrio.

¿Cuáles han sido los cambios en el área que demarcan que hay más uruguayos formándose en el diseño de muebles?

El profesionalismo se ha manifestado en muchos aspectos. Y si bien las mejoras en las capacidades de las personas se dan lentamente, aparecen. Además, las exigencias del público son mayores. Lo que está pasando es que el consumidor de muebles tiene un acceso demencial a la información, algo que no ocurría cuando nosotros éramos estudiantes. A fines de los noventa pedías un catálogo de una marca de muebles por internet y te llegaba por correo a los tres meses y era un momento fabuloso. Muchos coleccionábamos catálogos incluso. Tenían ese valor. Eso cambió totalmente. Hoy cualquier cliente puede conocer un proyecto de interiorismo que se está haciendo en este momento en una casa de Londres, y eso redunda en que exige más al diseñador local. Otra cosa que se ve es que hay mayor interacción entre los que nos dedicamos al diseño, pero también con los arquitectos e interioristas. Aunque todavía no se da lo que sucede en mercados como Brasil o Argentina, donde la interacción es mucho más fluida e incluso hay estudios que son como una gran conjunción de profesionales que se dedican a distintas cosas, hay mejoras. Como en cualquier área creativa, la interacción es lo que genera los mejores resultados. También hay mucha curiosidad, eso sí, y es un signo de que algo está pasando. El profesionalismo del sector del diseño uruguayo tiende a crecer.

Exposición del Diploma en Especialización de Proyecto de Mobiliario de la Facultad de Arquitectura y Diseño (FADU)
Cuac, diseño de Rosina Secondi

¿En estos años se ha refinado también el sello uruguayo? ¿O hay un quiebre en cuanto a la identidad nacional de diseño de muebles?

La búsqueda de una identidad nacional no tiene un comienzo ni un fin, es algo en permanente construcción. El termómetro para medir eso solían ser unas muestras que se realizaban, entre ellas la Selección Uruguaya de Mobiliario, que eran productos seleccionados por concursos internacionales. Incluso los viajes a Londres de los estudios que nos presentábamos a esas instancias ayudaban a medir. Los viajes ayudaron a entender qué era lo que teníamos para decir en Uruguay a nivel mundial. Y esas reflexiones permearon iniciativas como el diploma. Como docentes buscamos trasladar la situación en la que estamos como diseñadores acá. Se trata de preguntarse “¿qué quiero decir?” y empezar a tener una comparativa más mundial, no solo regional o nacional. Hay que pensar qué tenemos para aportar desde una perspectiva no tradicionalista, no decir lo que ya se dijo, buscar nuevos discursos, nuevos caminos. El diseño en Uruguay está en eso, pero faltan oportunidades. Uno puede pensar mucho pero si no hay concursos, financiación o instancias para manifestarlo, es complejo. En el diseño de muebles el termómetro es esa manifestación. Y sin ella es difícil medir si tenemos una identidad nacional.

¿En la generación de hoy se ve continuidad en las tendencias o los enfoques del diseño o hay rupturas en cuanto a lo que se estaba haciendo?

Lo que he notado charlando con Carlo (Nicola) y otros colegas, es que los estudiantes de las nuevas generaciones son más vulnerables a las tendencias de mercado, o a las tendencias de consumo más generales, algo que veo como positivo. Veo una generación que se deja impregnar por determinadas corrientes estilísticas o movimientos que están ocurriendo en el mundo, en el estado del arte. Se dejan llevar por ese tipo de cosas que tienen más que ver con escapar de determinadas recetas que se vinculan con lo académico. La intención parece ser que los productos también sean atractivos para el público no especializado.

Exposición del Diploma en Especialización de Proyecto de Mobiliario de la Facultad de Arquitectura y Diseño (FADU)
Baco, diseño de Paula Halall

¿Cuál es hoy el principal destino del diseño de muebles uruguayo?

El mercado interno, definitivamente. Aunque hay muchos profesionales del rubro que siguen trabajando con Brasil, que tiene una necesidad como país industrial del rubro muebles de incorporar diseño todo el tiempo. Precisan del diseño como innovación, como algo nuevo, otras variantes. La industria brasileña es como una especie de bebote hambriento que está todo el tiempo pidiendo más y más. Lo que tiene es que no siempre es tan redituable como se cree o se necesita, pero sigue siendo un mercado de destino uruguayo importante. Por otro lado, creo que en los últimos años se han bajado las pretensiones de salir a ofrecer diseño nacional porque muchas políticas de Estado se cortaron, como los recortes que sufrió el instituto Uruguay XXI, que nos brindaba mucho apoyo. Las herramientas que teníamos para mostrar el diseño fuera de fronteras empezaron a mermar. Esta sigue siendo una actividad de alto riesgo y actualmente no te podés dar el lujo de participar en una feria en Nueva York o Londres, porque es demasiada la inversión. Nosotros fuimos cuatro años a Londres, el Estado ayudó y aún así fue una inversión supergrande. Requiere dinero, pero también apoyo logístico y todo lo que los diseñadores no podemos o sabemos hacer. Entonces, creo que eso limita un poco el sector. De todas formas, está bueno que muchos de los que hemos tenido experiencias o adquirido algún bagaje fuera de fronteras lo estemos volcando acá; hay mucha gente haciendo las cosas muy bien en el mercado interno. Eso nos da la pauta de que si continuamos así, cuando las condiciones del país estén dadas el diseño puede volver a ser un factor exportable. Yo sigo creyendo que en diseño de mobiliario Uruguay tiene muchísimo para dar. El uruguayo puede adaptarse a cualquier situación, a nivel intelectual hay mucho potencial. Pero las oportunidades no caen de los árboles, y a veces hay que tirar el centro, ir a cabecear y hacer el gol. No es tan fácil, pero estamos preparados.

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