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La historia de cómo Internet Explorer derrumbó su imperio

Microsoft terminó de soltarle a la mano a su navegador estrella, que supo alcanzar la popularidad masiva antes de hundirse
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18 de febrero de 2019 a las 05:00

Internet Explorer lo tuvo todo para conquistar el mundo de internet. Pero algo salió mal. En realidad, varias cosas salieron mal.

Fue creado con el objetivo de ser el amo y señor de los navegadores. Fue el primero de todos en usarse a nivel masivo. Incluso, en su momento, parecía ser la única manera en la que los usuarios podían acceder a ese nuevo mundo de la web que se abría con posibilidades infinitas.

Pero una serie de eventos desafortunados lo llevaron a la ruina. Tanto es así que en la última semana Microsoft –su dueño– salió a pedirle a todo el mundo que por favor dejaran de usar Internet Explorer. Ya no tiene mantenimiento y es una potencial puerta de entrada a todo tipo de virus y malware. La empresa le soltó la mano hace tiempo a lo que se convirtió en un hijo no reconocido de Bill Gates. 

El porcentaje de usuarios de Explorer –de acuerdo a las cifras de la consultora w3counter.com– suman 6,9%.

Pero, ¿cómo pasó de ser el navegador estrella a un verdadero dolor de cabeza?

Esta es la historia de cómo un rey de la conectividad se ahogó en su propia ambición hasta convertirse en un mendigo.

Los primeros pasos y su consagración en el mundo digital

Para hablar de los orígenes de Internet Explorer hay que remontarse a 1994. Fue en el verano de ese año que Thomas Reardon comenzó a experimentar con el código fuente de Spyglass –otro navegador muy utilizado en aquella época– hasta desarrollar el boceto de lo que sería la primera versión del Explorer.

Microsoft, que por entonces estaba comenzando a tejer las redes de su imperio virtual, compró las patentes de Spyglass para evitar problemas legales y en los principios de 1995 ya lanzaba al público una versión de su propio navegador. 

Esta primera llegada a los ordenadores se dio mediante el complemento Microsoft Plus!, creado para el sistema operativo Windows 95. El plan de Spyglass era cobrar un porcentaje de las ventas del complemento, pero a último momento Microsoft decidió incluirlo gratis y eso terminó en disputas legales.

El Explorer comenzó a tomar impulso y, como muchos de los productos Microsoft, despegó porque fue pensado para ayudar a los inexpertos a aventurarse en el mundo de la computación. Contaba con un diseño y una interfaz muy simples, era gratis y sumaba un kit para principiantes. Explorer era una aliado para todos los que prendían una computadora por primera vez, que a fines de la década de 1990 eran la mayoría.

Pero la consagración vino un tiempo después cuando Windows se extendió como el sistema operativo casi que predeterminado en todas las computadoras. Y con Windows venía, por defecto, el Explorer.

En seguida el navegador se volvió el caballo de batalla de una compañía que no paraba de crecer. Incluso Microsoft llegó a modificar su versión del Windows 98 solo para que el Explorer y sus funcionalidades se integraran mejor. Estaba claro que era ese software de logo celeste el que marcaba la pauta.

Para el principio de los años 2000, el navegador contaba con el 84% del mercado.

Parecía imparable.

Los primeros tropiezos 

En 2002 fue el pico de mayor éxito de Internet Explorer: controlaba el 95% del mercado de navegadores en todo el mundo.

Ese mismo año todo empezó a cambiar. Firefox se lanzó al mundo en ese momento y lo siguió Safari al año siguiente. Ambos, el primero más que el segundo, introdujeron una mirada fresca y moderna sobre los navegadores. Ellos representaban el futuro y Explorer era el pasado. Para fines de 2005, Firefox había logrado captar al 10% de los usuarios de internet. ¿De dónde los sacó? De las arcas de Microsoft.

El sacudón definitivo lo dio Google en 2008 con la primera versión del Chrome. Cuatro años le tomó superar al Explorer. La solidez en seguridad y la expansión dentro del mercado móvil terminaron por dejar al navegador de Microsoft en un limbo de obsolescencia.

Google tomó lo ventaja porque fue capaz de capitalizar la interconexión entre sus diferentes productos y servicios. Así, y a pesar de haberlo intentando con varios relanzamientos, el Explorer nunca logró ponerse a tiro con su competencia. Microsoft no paró de lanzar parches para frenar los ciberataques y las fallas en rendimiento de velocidad de procesamiento. Explorer se convirtió en un meme dentro del mundillo internauta y de repente ya nadie quería utilizarlo.

Finalmente, en 2015, la compañía liderada por Bill Gates le soltó la mano a un producto que ya no tenía rescate. Fue la semana pasada donde directamente la empresa pidió, por el bien de los usuarios, que nadie más se conectara a través de él.

El futuro con Edge

Los años por venir podrían ser un poco más prometedores para Microsoft en materia de navegadores si logra dar un giro. Luego de sepultar al Explorer, el gigante de internet lanzó Edge, un navegador que acompasó los cambios del Windows 10.

Según los analistas, el rendimiento del navegador se acerca al de algunas versiones más recientes del Chrome y Firefox. Pero a pesar de esto y de los 700 millones de dispositivos que tienen instalado el Windows 10, Edge no logra despegar. 

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