AFP

Las efemérides de Maradona, un reflejo de las contradicciones de la sociedad argentina

Hay una pelea por escribir la “historia oficial” del ídolo, que va desde la politizada serie televisiva hasta las polémicas en los grupos feministas por las nuevas acusaciones de abuso de menores

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27 de noviembre de 2021 a las 05:01

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Las efemérides de Diego Maradona (el 30 de octubre, su cumpleaños; el 25 de noviembre, primer aniversario de su fallecimiento) dejaron en claro, una vez más, que su figura es la que más fielmente representa las contradicciones argentinas: desde la idolatría hasta los recuerdos de sus miserias humanas, pasando por los intentos de utilización política de su mito, todo estuvo presente en los últimos días.

En la televisión se han visto documentales de homenaje, investigaciones sobre su estado de salud en los días previos a la muerte, debates y especulaciones respecto de su herencia y las disputas intrafamiliares. Y sí, por supuesto, también nuevas polémicas, como la revelación de que, durante su estadía en Cuba, había tenido una relación con una menor de edad.

Mavys Álvarez, en entrevistas con medios argentinos, contó detalles que dejaron en claro que lo suyo con Maradona no fue apenas la relación de la adolescente con el ídolo: contó que fue violentada sexualmente, que el futbolista la inició en la adicción a la cocaína y que durante una visita a Buenos Aires fue mantenida prácticamente como presidiaria en un hotel.

La casualidad quiso que el mismo día en que se recordaba el año del fallecimiento de Diego fuera también el Día Internacional de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres. Esto implicó una contradicción difícil de superar para los grupos feministas y de izquierda que tradicionalmente habían reivindicado a Maradona como un patrimonio propio y ahora están sumidos en un debate interno respecto de hasta dónde es lícito justificar las conductas violentas del ídolo popular. Todo lo cual transformó el recuerdo de Maradona en un hecho contradictorio, tal cual había ocurrido durante la vida del futbolista. Gloria deportiva, bochornos personales, contradicciones en sus posturas políticas, todo sigue exactamente igual. Así como en los años 90’ Maradona afirmaba sin tapujos su simpatía por Carlos Menem pero igual era idolatrado por el anti-menemismo, ahora también está claro que cada uno ve al Maradona que más le conviene.

La disputa por la historia oficial de Maradona

De hecho, se está evidenciando una especie de disputa por escribir la “historia oficial” maradoniana. Ya se había creado mucha polémica con la serie “Sueño Bendito”, producida por Amazon TV pero cuyo contenido fue creado por una productora local, vinculada a medios simpatizantes del peronismo.
Los primeros capítulos de la serie no sólo han sido duramente criticados por tratar de politizar la historia de un niño que solamente pensaba en el fútbol, sino que además contiene groseras alteraciones históricas. Por ejemplo, en la serie la familia Maradona llora la muerte de Juan Perón en el año 1970 cuando Diego tenía nueve años. La realidad es que Perón murió en 1974, cuando Diego ya tenía 13.

También hay una escena que jamás ocurrió en la vida real, en la que Diego y su padre son obligados a bajar de un ómnibus durante un retén policial tras el golpe de Estado de 1976 y Diego se pone a hacer jueguito con la pelota para convencer a los uniformados de que lo dejen continuar.

Además, en los capítulos referidos al campeonato juvenil de Japón 1979, que consagró a Maradona como ídolo mundial, se lo retrata como un rebelde que no quería que el gobierno militar sacara rédito político del triunfo deportivo mientras se estaban violando los derechos humanos.

La realidad fue muy diferente. Por su edad, a Maradona le tocaba hacer el servicio militar, y el gobierno de Jorge Videla tenía que tomar una decisión al respecto: se decidió exonerarlo de las obligaciones de la “colimba”, pero a modo de compensación se le pidió asistir al regimiento, cortarse el pelo y vestir el uniforme militar para la foto.

Esa utilización política sería la primera de muchas intentadas por gobiernos de diversa índole. Maradona posó sonriente con uniforme militar. Y cuando pocos meses después le ganó la final a la Unión Soviética fue con sus compañeros a saludar al dictador Videla en la Casa Rosada. Ese día, el régimen militar aprovechó el fervor popular para canalizar el festejo deportivo hacia un acto de repudio a los enviados de organismos de derechos humanos.

Al propio Maradona también le preocupaba cómo la serie reflejaría su vida y por eso firmó un contrato estipulando una serie de hechos que debían verse reflejados en el guión. Pero no había ningún tema político entre sus preocupaciones: más bien, lo que quería dejar en claro era que había sufrido estafas y traiciones por miembros de su familia y su entorno más cercano.

Una pasión napolitana

Lo cierto es que Maradona recién mostraría una veta política cuando llegó a Napoli en 1984. Comprendió intuitivamente que en la nación peninsular existía una fuerte división entre el norte rico, liderado por las ciudades industriales de Milán, Turín y Génova (cuyos equipos, no por casualidad, siempre ganaban los campeonatos), y el sur agrícola empobrecido y decadente, con sus puntos destacados en Nápoli y Sicilia.

Fue ahí que empezó la idolatría napolitana por Maradona, acaso más intensa que la que existe en Argentina. Maradona fue el primer deportista en afirmar en televisión nacional que los napolitanos eran discriminados y despreciados por el norte, y que merecían un mejor trato. Y, para coronar la simpatía que dejaron sus declaraciones, ganó el mítico “scudetto” por primera vez para Napoli.

Al día de hoy, impresiona el culto napolitano a Maradona, que se expresa en murales, recuerdos de todo tipo y hasta un himno titulado “Ho visto Maradona” (Vi a Maradona). Los homenajes al cumplirse un año de su muerte han sido intensos en la ciudad italiana, donde la unanimidad respecto de Diego parece ser total. El estadio San Paolo ha sido bautizado con el nombre de Maradona, donde además se ha erigido una estatua. Y en la última fecha de la liga, el club Napoli lució una camiseta con la efigie de Diego.

Un político intuitivo

En Argentina, mientras tanto, los paralelos entre Maradona y la sociedad ya son motivo de ensayos de sociólogos, charlas de café y acalorados debates en las redes sociales. Espejos uno del otro, Maradona y los argentinos son capaces de asombrar al mundo con su genio y protagonizar los peores bochornos.

Lo cierto es que Maradona fue un político intuitivo que simbolizó las contradicciones argentinas

Maradona fue contradictorio al punto de haber apoyado a Menem, al ex ministro Domingo Cavallo y, luego, hacer un viraje hacia la izquierda latinoamericana clásica. Con su tatuaje del Che Guevara en el hombro, se declaraba peronista y despotricaba contra el gobierno de Mauricio Macri. Lideró un sindicato que cuestionó a la conducción mundial de la FIFA y se hizo millonario dirigiendo en Emiratos Arabes. Tuvo gestos de generosidad con gente humilde pero nunca volvió a su Villa Fiorito natal, que sigue sumida en la pobreza más profunda.

Pero, más allá de opiniones, de contradicciones, de idas y venidas, Maradona siempre tuvo una línea inalterable a la hora de expresar sus convicciones: siempre eran fieles a su esencia, apasionadas, mucho más viscerales que razonadas, siempre buscando la confrontación y el cuestionamiento al poder.

Un ídolo demasiado argentino

Y los argentinos, como lo han hecho siempre, se debaten entre justificarlo o condenarlo, entre ver al hombre de carne y hueso o al semidiós. Ya se sabía que Maradona tenía problemas de adicción cuando, en los años 80’, fue contratado por el gobierno para hacer una campaña televisiva que aconsejaba a los adolescentes no drogarse. A nadie le hizo ruido. Cuando estalló el escándalo por la acusación de paternidad no reconocida en Italia, los medios de prensa argentinos se alinearon automáticamente con el ídolo, tomando su negativa como suficiente prueba y denunciando conspiraciones en su contra. En 1991, cuando la FIFA lo suspendió un año por haber dado positivo el control antidoping en Italia, todo el país asumió que había una persecución política ya no contra Maradona, sino una verdadera campaña antiargentina.

Y luego, cuando en 1994 fue expulsado del mundial de Estados Unidos (al día de hoy se sigue emitiendo la famosa escena de la enfermera rubia que se retira con él de la cancha, tomados de la mano), el país no quiso ver una verdad evidente. En aquel entonces, la oposición política argentina cantaba “Diego no se drogó/antidoping a Menem/la puta madre que lo parió”. Fue así que justificar -o directamente negar- las actitudes de Maradona se transformó en un rasgo nacional. Todo el mundo veía que sus supuestas internaciones de desintoxicación no parecían dar resultado, y sus intentos por afirmarse como director técnico nunca prosperaron, pero sin embargo hubo un fuerte apoyo político para su nombramiento al frente del Seleccionado Nacional en el mundial Sudáfrica 2010.

Ahora, después de muerto, esa ambigüedad sigue aflorando, en el debate sobre cuál de las facetas maradonianas se deben privilegiar. Entre los políticos, nadie ha llegado al extremo de condenar su figura a la luz de las denuncias post-mortem. Sin embargo, empieza a notarse la incomodidad de varios grupos que dan batallas por las nuevas causas de derechos de grupos excluidos y se encuentran con un ídolo demasiado humano para su condición políticamente correcta. 

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