Camilo dos Santos

Las lecciones que deja a los candidatos uruguayos la crisis argentina

Mauricio Macri deja pistas al próximo gobierno uruguayo sobre lo que no debe hacer a la hora de gestionar un ajuste fiscal

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29 de abril de 2019 a las 05:00

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Mauricio Macri asumió el poder en diciembre de 2015 con una promesa como bandera: revertir los graves problemas económicos que atravesaba su país. Casi cuatro años después y a las puertas de terminar su mandato, se enfrenta a una terrible realidad. Lejos de revertir la crisis, va a entregar un país notoriamente más deteriorado.

La recesión de la actividad, la pérdida de puestos de trabajo y la caída del poder adquisitivo pone de mal humor a los argentinos y los mercados tiemblan ante la posibilidad de un retorno al populismo kirchnerista. Esto profundiza aun más la crisis de confianza con un rápido efecto sobre las condiciones financieras. El riesgo país se dispara, el dólar se hace cada vez más fuerte, los inversores siguen posponiendo sus proyectos a la espera de mayor claridad. Y las posibilidades de mostrar resultados por parte de esta administración se vuelven cada vez más remotas.

El hecho de que el kirchnerismo, con una pesada mochila de causas judiciales y de ilícitos comprobados, pelee hoy una elección, debe entenderse como una tragedia para los seguidores del oficialismo argentino.

Todo esto debería resultar en una serie de aprendizajes de cara al resto del mundo y en particular para los candidatos uruguayos que aspiran a ganar una elección.

Los errores de Macri

Varios analistas apuntan al kirchnerismo como el causante de todos los males en el vecino país. Y si bien es cierto que el origen de algunos de los grandes desequilibrios macroeconómicos es fácilmente rastreable a políticas implementadas por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, resulta ingenuo liberar al gobierno del Pro de toda responsabilidad.

El primer error del gobierno de Macri fue haber subestimado los problemas económicos. No en su diagnóstico, porque en ese reconocimiento de la problemática basó su campaña, con un discurso convincente y serio. Pero sí a la hora de ejecutar su política económica.

Lo primero que le enseña a los candidatos uruguayos la experiencia argentina de Mauricio Macri es a no subestimar los problemas económicos y la dificultad que entraña su solución, más aun cuando lo que hay por detrás es un agujero fiscal.

Ahí hay un punto en común con la oposición uruguaya, que encuentra una amplia resonancia en los problemas económicos que atraviesa el país: el estancamiento de la actividad, la pérdida de puestos de trabajo, el aumento del costo de vida, la baja rentabilidad de los pequeños negocios, la mayor presión impositiva y tarifaria, el abultado déficit fiscal. Son temas que generan interés por parte de la población, que ve un deterioro de su calidad de vida producto de un cambio en el contexto económico y está abierta a nuevas alternativas.

Prometer cambios en materia económica es sencillo. Concretarlos resulta difícil. La confianza de los votantes tiene un costo muy alto cuando las promesas tocan el bolsillo. A Macri no le salió la jugada. Prometió y no supo cumplir. Eso lo convierte en responsable.

Una vez que el candidato acepta que el diagnóstico es crítico, pero se dice capaz de lograr el cambio, no hay vuelta atrás. En ese momento establece un pacto con el electorado por el cual asume todo el costo político de los problemas, por más que los problemas estén ahí por culpa de otro. Y eso es algo que los candidatos uruguayos, en particular, los opositores, tienen que grabarse a fuego. Una vez que asuman, la mochila de la economía pasará a sus espaldas y más vale que estén en condiciones de asumirla, porque es un respaldo débil y condicionado al éxito.

Los tiempos del ajuste

El segundo aprendizaje que deja para Uruguay el macrismo es que los problemas fiscales obligan a una rápida acción del gobierno que asume. Todo ajuste fiscal implica un sacrificio y alguien tiene que hacerlo. Cómo se distribuyen los costos en la sociedad resulta fundamental. Y esa distribución tiene que analizarse cuidadosamente con un abordaje intertemporal. No sea cosa que conforme pasa el tiempo, lo que en un principio parecería inocuo para los sectores de menores ingresos –por poner un ejemplo– termine afectando su capacidad de insertarse en el mercado laboral.

Macri asumió la presidencia sin un plan consistente y con una confianza extrema en condiciones improbables que nunca se llegaron a concretar, como el ingreso masivo de capitales en la economía real. Ajustó. Pero lo hizo con un ojo puesto en el impacto electoral. Eligió el camino del gradualismo por sobre el shock y eso generó un lento desgaste ante la opinión pública, sin efectos significativos en el terreno fiscal.

Por eso resulta preocupante cuando los candidatos uruguayos, tanto de la oposición como del oficialismo, minimizan la dificultad y el costo del ajuste. El riesgo es mayor para la oposición ante una eventual victoria, porque su discurso viene acompañado de una fuerte crítica al gobierno por las condiciones en las que entrega la economía. La crítica es bienvenida. El problema está en relativizar las implicancias y el costo del ajuste. A Macri le fue muy mal. Esperemos que de este lado del río, la lección haya sido aprendida.

 

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