Nacional > REGIÓN
Mercosur: Brasil se desliga de Uruguay y lo deja solo en estrategia de flexibilización
Una frase repetida en ámbitos diplomáticos de la región –y parte del repertorio habitual del canciller Francisco Bustillo–, dice que cuando del Mercosur se trata, “Brasil hace lo que quiere, Argentina lo que puede, Uruguay lo que le dejan, y Paraguay absolutamente nada”.
Este viernes, el gobierno de Jair Bolsonaro cumplió con la máxima al anunciar de forma unilateral una rebaja del Arancel Externo Común (AEC) que había recibido el visto bueno de Argentina y Paraguay, pero a la que Uruguay se oponía siempre y cuando no se votara de forma conjunta con la flexibilización de las normas del bloque.
Más allá de que en el gobierno de Luis Lacalle Pou deslindan la discusión del avance de las negociaciones de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China –que según las autoridades “caminan por sí solas” apoyadas antes que nada en el interés de la administración de Xi Jinping–, el paso dado por Brasil lo aleja de la estrategia común que había manatenido junto a Uruguay para lograr una “modernización” de la alianza regional que acaba de cumplir 30 años.
Idas y vueltas
El anuncio de este viernes llegó casi un mes después de que Brasil y Argentina, con gobiernos de signos políticos antagónicos, acordaran una rebaja de 10% en “una amplia gama” de productos. Posteriormente, Paraguay también se mostró afín a esa resolución. El 18 de octubre, Bustillo recibió en Montevideo al canciller brasileño Carlos França, a quien le ratificó que la postura uruguaya era atar la rebaja del AEC a la flexibilización del bloque.
En el primer semestre de este año, Brasil y Uruguay habían presentado una propuesta conjunta que incluía ambas reivindicaciones. Mientras que al gobierno de Lacalle Pou le interesaba principalmente la modernización del bloque –para dejar escrita en negro sobre blanco la habilitación a cada socio a negociar acuerdos con países fuera del bloque–, Brasil veía con buenos ojos esa propuesta pero pretendía ante todo disminuir los tributos que se le cobran a los productos que ingresan a la región. Tanto fue así que en el anexo presentado a los socios del Mercosur, lo referido al AEC estaba escrito en portugués.
Lo que sucedió después fue que ni Argentina ni Paraguay avalaron una flexibilización como la que promovía Uruguay y, ante la falta de avances, el gobierno de Lacalle Pou activó su plan B. En julio, cuando Argentina pasaba la posta de la conducción del bloque a Brasil, Uruguay pateó el tablero y anunció que empezaría a avanzar en negociaciones con terceros sin esperar a un aval de sus socios.
Pocos días después, las negociaciones tuvieron un nombre cuando Lacalle Pou anunció el comienzo de un estudio de factibilidad con China para alcanczaar un TLC bilateral.
En paralelo a esos movimientos, el debate en el Mercosur continuó a su ritmo, con Brasil liderando las conversaciones en torno al arancel externo común.
La respuesta de Uruguay
Si Brasil hace e hizo lo que quiso, en estos meses Uruguay ha procurado extender al máximo los límites de lo que lo dejan hacer.
Luego de fracasar en su intento de llegar a una modernización por consenso –la doctrina “pedir permiso”–, la administración de Lacalle Pou se lanzó a negociar por fuera de los confines del bloque, convencido de que la realidad del Mercosur ni siquiera lo obliga a pedir perdón.
En el centro de esa argumentación está la visión del Mercosur como una “zona de libre comercio imperfecta”, bastante lejos del mercado común que alguna vez se soñó a principios de la década de 1990.
La Cancillería uruguaya volvió a recurrir a ese término este viernes en respuesta al anuncio de Brasil. “La decisión de Brasil se entiende en el marco del estado actual del Mercosur en tanto Zona de Libre Comercio imperfecta (y) refleja la necesidad de modernizar y sincerar el Mercosur, como forma de lograr una mejor apertura e inserción internacional”, afirmó el ministerio uruguayo a través de un comunicado de prensa.
En su conversación con França a mediados de octubre, Bustillo trasladó a su par brasileño que si bien en un principio Uruguay apostaba a la flexibilización como la luz verde que le permitiera comenzar las negociaciones con terceros, ahora tiene decidido seguir adelante “ya sea con o sin esa flexibilización”, como lo está haciendo actualmente con China, según informaron fuentes de gobierno.
Desde Cancillería transmitieron a El Observador que la flexibilización constituía, para Uruguay, un “escenario de máxima” que le permitiría avanzar sin generar mayores resquemores, pero que en el gobierno entienden que aun sin contar con esa “actualización” de la normativa, el país está habilitado a negociar con países fuera del bloque.
