La subsecretaria sostuvo que uno de los factores que incidieron en que la mortalidad infantil fuera más baja que la de 2014 (se ubicó en 7,8 y fue también de los más bajos desde que se llevan los registros), fue un mejor control de la natalidad, a través de una mejora en la planificación de los embarazos.
Un ejemplo concreto que citó Lustemberg es la maternidad del Centro Hospitalario Pereira Rossell, donde en 2015 hubo más de 7.000 nacimientos. Cuando las mujeres se van de alta luego de haber tenido un hijo, se les ofrecen diversos métodos
anticonceptivos, para evitar embarazos no deseados. Uno de los aplicados es el implante subdérmico, que ya se colocaron casi 10 mil mujeres que se atienden en el sector público.
Además, en los centros de salud las metas asistenciales también jugaron un rol clave para que la mortalidad llegara a mínimo histórico.
La subsecretaria destacó que el hecho de que la tasa de mortalidad sea la más baja obliga a la cartera a "estar más atento" para que no suba y a articular, cada vez más, su trabajo con el de otros organismos del Estado, como el Ministerio de Desarrollo Social o la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) y con el sector educativo. En ese marco, y teniendo en cuenta la maternidad planificada como uno de los factores que influyen en una mejora de la tasa, bajar las cifras de embarazo adolescente es uno de los principales objetivos para el quinquenio. "En una política de estado donde hay baja tasa de natalidad, hay que tener políticas de estado donde el derecho a la maternidad sea a elegir, por eso estamos preocupados por el tema del embarazo adolscente. Desde 1996 tenemos un porcentaje de 16% (de jóvenes embarazadas) de entre 10 y 19 años", dijo.
A esa política se le suma la de eliminar la transmisión vertical (de madre a hijo) de sífilis y VIH y trabajar en la prematurez, para que disminuyan aún más las complicaciones durante la edad neonatal.