Pablo y Marina fueron padres de Julieta sin haberlo planificado

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Nueve meses sin sospechas

¿Puede un embarazo pasar desapercibido para la madre?
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15 de noviembre de 2015 a las 05:00
Los síntomas durante el embarazo pueden no estar presentes en todas las madres. Pese a que la gestación se desarrolla durante cuarenta semanas, tiempo estimado clínicamente para llevar adelante un embarazo óptimo, algunas mujeres no presencian todos los síntomas hasta el quinto mes, e incluso muchas de ellas pueden no darse cuenta hasta el mismo día en el que dan a luz.
Los embarazos crípticos, como se denominan estos casos a nivel internacional, ocurren indistintamente del nivel socioeconómico y educativo que ocupan las madres que lo experimentan. En la mayoría de los casos no suelen estar relacionados directamente con el conocimiento que tenga la mujer, sino que se los vincula principalmente con las condiciones físicas que tenga su cuerpo y los hábitos que lleve.

Según indicó a El Observador el ginecólogo Fabián Rodríguez, profesional de la Sociedad Uruguaya de Ginecología, la mayoría de los embarazos crípticos que ocurren en el país se registran en madres que sufren obesidad mórbida, es decir, en cuerpos que impiden, debido a su peso, percibir el aumento de masa corporal y movimientos del bebe durante los meses de embarazo. También pueden ser presenciados en diferentes pacientes que padecen otras anomalías, como paraplejias, y pierden la sensibilidad de sus músculos.

Pablo y Marina son una pareja de jóvenes que hace tres meses fueron padres primerizos sin haber planificado la llegada de su beba Julieta Milagros y, lo que llama más la atención aún, sin haber notado y vivido los nueve meses de embarazo.

Entrevistados por El Observador, ambos contaron la particular anécdota y subrayaron no haberse dado cuenta del crecimiento de la niña en el vientre de la madre debido a la ausencia de síntomas. Marina aseguró haber tenido su período cada mes, tomar sus pastillas anticonceptivas de forma diaria y llevar una vida sin preocupaciones: "No tenía por qué sospechar. No tenía síntomas más que una pequeña hinchazón que notaba en mi cuerpo, pero en su momento me llegaron a decir que era algo intestinal, claramente no pasé por alguna cosa de esas sino no lo hubiese recordado", afirmó.

"Cuando me dijeron lo que pasaba ya estaba yendo a la sala, tratando de preguntar de cuánto estaba y tratando de asimilar la noticia" - Marina, madre de Julieta
Pese a que consultó a su mutualista por esta "hinchazón" y por pequeños dolores abdominales, fueron diagnosticados por los médicos como molestias intestinales y tratados con antibióticos: "cuando fui a levantar los resultados del chequeo hice una consulta y estaba todo bien, y ahí creo que ya estaba de siete meses, las pastillas las tomé hasta pocos días antes que naciera Julieta y se supone que esas no son recomendables para ingerirlas cuando estás esperando familia".
Marina dio a luz en Estados Unidos, mientras vacacionaba junto a su pareja, y fue ingresada en la emergencia de un hospital neoyorquino a causa de fuertes dolores lumbares: "en principio lo atribuimos a que estuvimos varios días cargando con mochilas, pero el dolor seguía. Nos asistieron telefónicamente y en el hotel nos sugerían que podía ser algo renal o apendicitis. Caminé una cuadra y no pude más, ahí llegó un patrullero y pidió un ambulancia para que me trasladara", contó.

Cuando llegaron a la sala de parto ya estaba a punto de tener a la niña: "El se enteró primero, yo estaba entre dolor y dolor. Cuando me dijeron lo que pasaba ya estaba yendo a la sala, tratando de preguntar de cuánto estaba y tratando de asimilar la noticia. Lo único que pude hacer fue acatar la tres consignas que me indicaban porque no estaba preparada. Fue todo muy shockeante y sin tiempo para pensar".

Julieta Milagros nació en 15 minutos, pesó 2,600 kg y midió 49 centímetros, dos valores dentro de los parámetros aceptados para un bebé recién nacido. Además, como comentó su madre, pudo ser amamantada en su primer mes con leche natural y creció en óptimas condiciones.
Durante las 40 semanas Marina aumentó solamente un kilo y medio, algo que puede explicarse, entre otros factores, debido a la posición fetal que tuvo el bebé en este período y no sintió movimientos internos.

Consultada por El Observador la psicóloga maternal del Hospital de Clínicas, Mercedes Viera, aclaró que en muchos embarazos encriptados o en los ocultados, el feto se posiciona naturalmente de forma transversal en el abdomen de la mujer. Sin embargo, una vez que son aceptados o se conoce la existencia de vida "el bebé se re-posiciona" y comienza a percibirse por terceros.

En cuanto a los movimientos, Rodríguez destacó que pese a que "lo normal es que se comiencen a sentir después de la semana 20 o 22 de embarazo, tiene que haber mucha negación para que una mujer no se dé cuenta de que esté embarazada", aunque no siempre son obligatorios en los casos normales. Además, recalcó que "la percepción o la sensibilidad que tiene de percibir el dolor o la sensación táctil es algo muy personal". "Hay mujeres que de repente vos ves que se mueve el bebé en el abdomen y la paciente te dice que no se da cuenta", agregó.

Por su parte, Viera señaló que eso, además del poco tiempo en el que Marina amamantó a su beba, puede deberse al poco tiempo de preparación que tuvo la madre: "Nosotros hablamos de varias gestaciones simultáneas, hay una psíquica que acompaña la biológica. El que no haya gestación psíquica sin duda no es favorable para el apego entre madre e hijo", pero señaló que "en los casos que hemos intervenido en Hospital de Clínicas no hubo ningún tipo de valoración y por lo general se recompuso el vínculo rápidamente".

Para Fabián Rodríguez los embarazos encriptados "son casos tan raros que uno los recuerda pero porque son la excepción". Sin embargo, recuerda haber tenido en sus 20 años de profesión unos "cuatro o cinco casos".

Como explicó el ginecólogo Rodríguez, "la posibilidad de que la mujer quede embarazada y siga menstruando es extremadamente rara". El profesional afirmó que los sangrados pueden ocurrir durante el embarazo si la mujer continúa tomando pastillas anticonceptivas y al enterarse de su condición interrumpe el ciclo dando lugar al "sangrado de privación" o, por el contrario, por las propias modificaciones del útero a partir de la segunda mitad del embarazo que ocasionan sangrados luego de una relación sexual o estreñimiento.

Sin embargo, Rodríguez señaló que muchas embarazadas confunden también las amenazas de aborto sobre todo si son "irregulares y están acostumbradas a tener su período en cualquier momento".

(Producción: Valentina Ramallo)

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