Pablo Ruiz Hiebra: “La Agenda 2030 no es una utopía”

El representante de la Organización de Naciones Unidas en Uruguay señaló el compromiso del país para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible

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28 de agosto de 2022 a las 05:05

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"Uruguay es uno de los países que más reporta el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible" (ODS), dice Pablo Ruiz Hiebra, coordinador residente de las Naciones Unidas en Uruguay. Esto alienta la esperanza de que el país dé “el gran salto a la primera división del desarrollo en el plano económico, social y ambiental”, dice Ruiz Hiebra. También recuerda que este proceso deberá tomar en cuenta en todo momento el mandato de“no dejar a nadie atrás” de la Agenda 2030. 

Este plan cobró un nuevo impulso en nuestro país con la iniciativa Diálogos sobre el Futuro de Uruguay. En la presentación –de la que participaron Enrique Iglesias, la investigadora del Institut Pasteur Martina Crispo, el artista y escultor Pablo Atchugarry y la periodista Carolina García, como integrantes del Comité Asesor para estos Diálogos–, se puso el acento en la importancia de cada uno de los temas de la agenda. 

El Sistema de Naciones Unidas en Uruguay, en coordinación con el gobierno nacional, “se propone generar un espacio de reflexión e intercambio respecto a los principales desafíos que enfrenta el país para alcanzar las metas vinculadas a la Agenda 2030 y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, señala la convocatoria a la actividad que abarcará conversatorios sobre crisis climática, producción sostenible, pasando por ciencia, tecnología e innovación, el mundo del trabajo, temas vinculados a la salud mental, el envejecimiento, recursos naturales –como el agua–, la seguridad ciudadana y la educación, entre otros.

Con este marco, es pertinente preguntarse si los ODS están más configurados en las actuales circunstancias como una hoja de ruta más que como un destino, ya que no son pocas las personas que siguen viendo estos objetivos como una utopía y, como tal, inalcanzables. Para el coordinador de ONU en Uruguay, este plan no debe ser tomado como una utopía, ya que hay 193 países signatarios del acuerdo. “No siempre se podrá lograr todo lo que uno se propone, pero uno no logra lo que no se propone. De manera que hay que intentar avanzar”, enfatiza Ruiz Hiebra en esta entrevista con El Observador.

¿Qué grado de avances advierte en Uruguay en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030?
En este momento hay un reto global muy grande por la conjunción de dos crisis globales enormes; los impactos de la pandemia del covid fueron enormes. Cuando apenas nos estamos recuperando globalmente –y creo que Uruguay es un ejemplo también de esto–, llega una nueva crisis, que es el impacto de la guerra de Ucrania, con incidencia en los precios y en la inflación que, como ya sabemos, golpea a todo el mundo, pero muy particularmente a los que menos ingresos tienen. Esa conjunción ha tenido un impacto muy grande sobre la economía mundial, está afectando las expectativas de crecimiento. Obviamente, Uruguay, que es un país muy integrado al mundo y que tiene un volumen de exportaciones muy importante, va a sentir esa caída en las perspectivas de crecimiento económico, y debe prepararse para la situación. Tiene que anticipar lo más posible los cambios futuros, para aprovechar las oportunidades y minimizar los riesgos que aparecen en el horizonte.

En Uruguay se advierte un escaso conocimiento de los ODS 2030, y muchas veces se pone en duda su cumplimiento, porque son metas muy ambiciosas para un período muy corto. ¿Cuánto de utopía debe considerarse?
La Agenda 2030 no es una utopía: 193 países –tanto desarrollados como en desarrollo– se pusieron de acuerdo en que esos son los objetivos globales que deben cumplir. Es una agenda universal, y obviamente tiene acentos diferentes en cada uno de los países. No es lo mismo la agenda de desarrollo de un país pobre que la de un país rico, pero los objetivos son comunes.

Usted no ve nada inalcanzable ahí.
No veo nada inalcanzable ahí, al contrario. Lo que pone en evidencia es la ruta que hay que seguir para ser un país desarrollado.

Esto impone avances enormes sobre temas aún irresolutos, por eso se teme que las metas sean demasiado ambiciosas para el actual estado de situación.
Si tomamos algunos aspectos, alcanzar esas metas exige tener una buena educación, tener una buena infraestructura significa tener unos niveles razonables de desigualdad que no afecten a la cohesión social, significa tener un país en paz, significa producir sosteniblemente para que lo que hacemos hoy no genere un perjuicio a las generaciones futuras. Que nuestro desarrollo de hoy no sea a costa de nuestros hijos y de nuestros nietos. Esto no son utopías, son realidades. Lo que pasa es que a veces hay gente que tiene una mirada muy a corto plazo, y el desarrollo hay que mirarlo a largo plazo en Uruguay y en cualquier lado. Porque los procesos de los que estamos hablando no son procesos ni de un año ni de dos, y casi siempre trascienden los ciclos políticos de un gobierno.

Pero el año marcado es 2030 y, dicho en términos populares, ese año está “a la vuelta de la esquina”. Es algo parecido a una urgencia de “corto plazo”también.
Estamos a ocho años. Va a ser muy duro, obviamente. El golpe global de la pandemia al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible fue enorme, porque en algunos casos fue casi una década de retrocesos; y ahora con la guerra en Ucrania también hay un golpe fuerte. Pero, bueno, hay que ver cuánto se logra.

¿Esta realidad hace que los ODS sean hoja de ruta más que destino?
En el fondo, darse objetivos y proyectarse es una manera de mejorar. No siempre podrá lograrse todo lo que uno se propone, pero uno no logra lo que no se propone. De manera que hay que intentar avanzar; y la agenda es muy buena, mostrando que hay que avanzar en paralelo. Porque no se puede avanzar solo en lo económico, solo en lo social o solo en lo ambiental, hay que avanzar en las tres dimensiones, en el sector público y en el sector privado también, con responsabilidad. Insisto, uno de los desafíos que plantea la agenda es cómo avanzamos de manera diferente y cómo el desarrollo de hoy no se construye sobre un costo que paguen las generaciones venideras. Si hacemos eso, estamos dejando a nuestros hijos y a nuestros nietos un país y un Estado peores que los que nosotros encontramos, y eso no es éticamente aceptable.

Vuelvo sobre estos 17 objetivos acordados en 2015 entre 193 Estados: crecimiento económico sostenido e integrador, inclusión social, protección del ambiente, paz y cooperación. Nada o poco de esto existe hoy.
El mundo está pasando por un momento difícil sobre todo en el plano de la paz, ¿no? Pero en todos los planos podemos decir que hay avances muy notables. Uruguay mismo es un ejemplo en materia de transición energética, que fue un acuerdo de todos los partidos, que hoy pone a Uruguay como “punta de lanza”del mundo. Hacen falta más cosas de esas, más cosas en las cuales los países puedan avanzar coordinadamente.

Desde su punto de vista, ¿dónde debe ponerse el foco en Uruguay particularmente?
Los temas que estamos planteando aquí son claves. Uruguay debe mirar al futuro y a la crisis climática, y cómo se para ante eso. En ese sentido, creo que hay en curso una discusión bien interesante. El tema del agua, por ejemplo, es clave en todo el mundo y sobre el que hasta ahora no se ha hablado lo suficiente. En mi país, en España, que hoy por hoy está sufriendo esa fenomenal sequía, y en otros países, mas allá o mas acá, los efectos del cambio climático van a llegar. Otro tema clave es la educación, que es un motor de desarrollo, también el envejecimiento de la población en Uruguay es un asunto que requiere de toda nuestra atención, al igual que la salud mental, que es otro tema que emerge con fuerza después de la pandemia, pero que ya era un problema antes. También debe atenderse la desigualdad y ver cómo salimos de esa crisis. Todo eso hay que verlo y hay que manejarlo con los recursos disponibles.

Usted ha destacado el nivel de convivencia de diferentes miradas en Uruguay y la tendencia a dialogar más allá de los matices. ¿Lo sigue viendo así?
Uruguay es un buen ejemplo de cómo tejer conversaciones democráticas para cambiar estos problemas, y lo que queremos nosotros es aportar un granito de arena para la reflexión.

¿Cuánto incide el “ruido”político que se va acrecentando conforme avanza cierto clima electoral?
El “ruido” electoral es parte de una democracia, y nosotros no queremos que este ejercicio sobre el futuro hable de la coyuntura a corto plazo, queremos más bien una mirada a largo plazo y ver cuáles son las cosas que todos tenemos que hacer independientemente del fragor de la batalla política, que es natural en cualquier proceso democrático.

¿Cómo debe integrarse el sector privado a estos ejercicios sobre el futuro?
Nuestra convocatoria es muy amplia, van a participar todos, y desde luego el sector privado será clave con un rol muy importante en el Uruguay del futuro, junto con la ciencia y la tecnología, la producción sostenible.

¿Con otras tensiones que deben ser resueltas?
En todos lados hay tensiones que resolver, pero esa es la democracia, o sea, juntar a los actores, analizar los intereses de cada cual y mirar conjuntamente cómo vamos para adelante de una manera sostenible y mejor para todos.

La Oficina de Planeamiento y Presupuesto es en nuestro país la institución encargada de llevar adelante la coordinación de esta agenda y sus objetivos. ¿Cuál ha sido, desde el punto de vista de Naciones Unidas Uruguay, el desempeño de la OPP?
Creo que hay un compromiso fuerte del gobierno con los ODS, que se ha expresado con informes regulares. Uruguay es uno de los países que más reporta el avance de los ODS, y habrá que ir midiendo periódicamente lo que queda de ese camino por recorrer, porque venimos de años muy difíciles. No hay que olvidar que los últimos dos o tres años han sido muy complejos y, pese a que ha habido una recuperación, hay que sostenerla para que pueda traducirse en todas las mejoras sociales y ambientales que esperamos. 

Deberes para 2025

Una matriz de resultados e indicadores de efectos diseñado por ONU Uruguay, marca el impacto buscado en el marco del desarrollo nacional. En esas metas, se establecen cuatro prioridades estratégicas:

1. Una economía que innova, que genera empleo y que garantiza la sostenibilidad del desarrollo.
Efectos directos
1.1. Al 2025 Uruguay ha promovido una transición hacia sistemas de produccion y consumo sostenibles, basados en la innovación, el conocimiento y la tecnología. 
1.2. Al 2025 Uruguay habrá consolidado la recuperación económica basada en la generación de empleo de calidad, el trabajo decente y la promoción de la capacidad emprendedora del sector privado, en particular de las pequeñas y medianas empresas, aumentando la participación de las mujeres en la economía.
1.3. Al 2025 Uruguay ha constituido un ecosistema para la financiación del desarrollo con perspectiva de género que propicia el desarrollo de alianzas púbicas/privadas para el logro de los ODS en Uruguay.

2. Un Estado eficiente presente en el territorio y que rinde cuentas a los ciudadanos.
2.1. Al 2025 Uruguay ha modernizado la gestión pública, impulsado la descentralización y promovido la participación ciudadana en el territorio, ampliando los mecanismos de rendición de cuentas y la transparencia del Estado.
2.2. Al 2025 Uruguay habrá fortalecido las capacidades del Estado para prevenir y responder a la violencia, proteger la seguridad y promover la convivencia ciudadana
2.3. Al 2025 el Estado uruguayo habrá fortalecido sus capacidades institucionales para gestionar y analizar información (con énfasis en las desagregaciones por sexo y otras variables sociodemográficas clave) aplicable a la toma de decisiones, el diseño y evaluación de políticas y la provisión de servicios.

3. Políticas públicas que aseguran educación, protección social y salud de calidad a todas las personas.
3.1. Al 2025 el sistema educativo uruguayo habrá puesto en marcha una transformación integral de la educación básica (desde inicial a media) para mejorar los aprendizajes y reducir la iniquidad en los resultados entre estratos socioeconómicos, y expandir la educación terciaria y universitaria en los jóvenes, incrementando la participación de las mujeres en ciencia, tecnología e ingenierías.
3.2. Al 2025 el Sistema Nacional Integrado de Salud de Uruguay habrá fortalecido la estrategia de atención primaria en salud y la complementación publico-privada, en el marco de la recuperación poscovid-19, así como los programas de prevención de las enfermedades crónicas y no transmisibles y los servicios de salud sexual y reproductiva de calidad y acceso universal con foco en mujeres y jóvenes.
3.3. Al 2025 Uruguay habrá generado nuevas arquitecturas de políticas públicas y modelos de gobernanza para promover la cohesión y la protección social y el bienestar multidimensional. 

4. Una sociedad que promueve el desarrollo y los derechos de las personas y no deja a nadie atrás.
4.1. Al 2025 las instituciones públicas nacionales y subnacionales, el sector privado, los actores sociales y las comunidades en Uruguay habrán avanzado en eliminar las persistentes brechas de género y el cambio socio cultural necesario para ampliar la participación de las mujeres en la toma de decisiones y la erradicación de la violencia basada en género.
4.2. Al 2025 las instituciones públicas, sector privado, la sociedad civil y las familias en Uruguay han fortalecido sus capacidades para proteger los derechos y el bienestar de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, en particular de aquellos en condición de mayor vulnerabilidad.
4.3. Al 2025 el Estado uruguayo habrá generado marcos normativos y fortalecido instituciones y políticas para proteger los derechos de los grupos de población más relegados y combatir las expresiones de estigmatización y discriminación que los afectan.

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