Diego Battiste

Presidente del BCU dijo que el atraso cambiario es "sanata"

Por su parte, el ministro de Economía Danilo Astori defendió en el Foro de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) el crecimiento durante los últimos 15 años

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20 de diciembre de 2019 a las 05:03

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El equipo económico del Frente Amplio se despidió de los tradicionales foros de Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) con una reivindicación de lo conseguido en la economía local durante los 15 años de izquierda en el poder.

En su última presentación  el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, aclaró desde el inicio que su disertación estaría enfocada en las fortalezas que se han construido en Uruguay “entre todos”, aunque no dejó de reconocer que durante los próximos años habrá muchas dificultades que encarar.

El jerarca señaló que en 15 años el Producto Interno Bruto (PIB) por persona en Uruguay creció 126% y destacó para el futuro el apuntalamiento a la economía que van a significar la construcción de la segunda planta de UPM –sostuvo que tendrá un impacto de 2 puntos de aumento permanente en el PIB- y el proyecto del Ferrocarril Central.  

"Uruguay se convertirá en el quinto exportador mundial de celulosa, lo que además implicará un aumento del 12% en las exportaciones", expresó el ministro. También destacó inversiones a corto plazo, como los 13 proyectos de participación público-privada por US$ 1.900 millones y recordó que durante este período de gobierno se invirtió en infraestructura por US$ 11 mil millones.

Durante su alocución, el ministro prefirió realizar un balance del ciclo de la izquierda en el gobierno. En primera instancia, destacó que Uruguay tiene la tasa más baja de pobreza (8,1%) y la mayor formalidad laboral de América Latina (80% de la población económicamente activa”.

Respecto de la inserción internacional, Astori afirmó que se avanza en acuerdos con Corea, Canadá, Singapur y con los países de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA). Resaltó en forma particular el “impacto del acuerdo entre Mercosur (Mercado Común del Sur)-Unión Europea (UE)”.

A su vez, comentó que el 31 % de las exportaciones que realiza Uruguay se hacen en amparo de acuerdos con ventajas arancelarias y que una vez puesto en práctica el convenio con la UE pasará a ser 47%.

“Esto es también invertir para el crecimiento a largo plazo porque apenas empiece a funcionar enteramente este tratado va a haber efectos muy positivos sobre la producción y la inversión en Uruguay”, señaló.

Astori destacó que durante los últimos 15 años “al tiempo que la economía creció, se distribuyó la riqueza, posicionando al país como el más igualitario de la región”.

A este punto, le añadió los últimos datos publicados por el Banco Central del Uruguay, en la que resaltaron en forma interanual el aumento de las exportaciones 9,2% y en la inversión privada de 4,4%.  

Sobre la situación política social que vive América del Sur, subrayó que “Uruguay se mantiene como un bastión de estabilidad política y es una democracia plena, con bases institucionales sólidas que lo ubican en primer lugar en prosperidad, baja percepción de la corrupción”, entre otras variables como libertad económica y de prensa, en la que ocupa también los primeros lugares.  

La “sanata” del atraso cambiario

Cuando fue el turno de Alberto Graña, presidente del Banco Central, habló del tipo de cambio y de un concepto que está en boca de analistas económicos con frecuencia: el atraso cambiario.

Dijo que si se toma en cuenta la evolución de las monedas de los demás países de la región y de los países competidores (Australia, Nueva Zelanda), “¿dónde está lo que llaman el atraso cambiario?”. Graña argumentó que si se ve la evolución de la moneda en el último año se puede ver que no hay un problema de atraso cambiario en Uruguay.

El concepto de atraso cambiario hace referencia a el mantenimiento de la fortaleza de la moneda de manera artificial, o al desalineamiento de su cotización respecto a los principales competidores comerciales.

“Dicho sea de paso desde el punto de vista técnico un concepto así no existe. Sí nos gusta hablar de tipo de cambio real y en los últimos dos años en Uruguay ha mostrado una evolución en términos de competitividad del sector externo mejor que la de prácticamente todos los países, con excepción de Argentina, que está fuera de concurso. Nunca el BCU se sentó arriba del tipo de cambio y si uno se pone un poco malo con el achaque y la sanata del atraso cambiario, podríamos mostrar en ese caso una inflación en el 4%. Hemos dejado flotar el tipo de cambio administrando obviamente la suba”, resumió Graña, que también hizo referencia al uso del término durante la campaña electoral.   

La inflación vegetariana 

Graña analizó cómo el escenario global y regional han impactado en el mercado de cambios uruguayo, debido al rápido cambio de “moneda en los portafolios que han realizado los fondos de pensión”.

En este sentido, manifestó que la magnitud de esos fondos motivó la intervención del BCU a los efectos de evitar movimientos bruscos en el tipo de cambio.

“Las intervenciones permitieron procesar un ajuste del tipo de cambio sin alta volatilidad, en particular en comparación con los principales países de la región que compiten con nuestros productos y mercados. La evolución del tipo de cambio ha sido de depreciación, pero siguiendo la volatilidad global sin saltos bruscos”, agregó.

Explicó que dichas intervenciones por parte de la institución han sido posibles gracias a la acumulación de reservas entre 2009 y 2014, así como en 2017 cuando “se compraron divisas y se acumularon reservas”. Según el último dato del BCU en la actualidad las reservas con libre disponibilidad son US$ 4.779 millones.

Graña destacó que a pesar de la devaluación de la moneda uruguaya frente al dólar en lo que va de 2019 (un 17%), “aún no se observa un traspaso relevante de tipo de cambio a los precios, ni efectos de segunda vuelta sobre el resto de los precios”.

De todas formas, mencionó que sí hay cierta aceleración inflacionaria, “causada por el shock de los precios de la carne ocasionado por la fiebre porcina en China, que acumula un efecto cercano a los dos puntos porcentuales”.  

Para probar un punto, el jerarca disgregó el Índice de los Precios al Consumo (IPC) sin tomar en cuenta la variable carne, lo que le evidencia, según sus cálculos, que la inflación se ubicaría en 6,81%, en lugar del 8,4% que registró la última medición del Instituto Nacional de Estadística (INE).  

“Esto nos lleva a pensar que la política monetaria tiene un sesgo contra vegetariano –bromeó-. Lo que vemos es que si no incluimos la carne, la inflación  estaría entrando en el rango meta. Obviamente eso en Uruguay no se puede hacer, porque Uruguay es Uruguay y no como otros países que  han hecho con las estadísticas y los Índices del Precio al Consumo cualquier cosa”, aclaró el economista.

Luego de la disertación de Astori y de Graña, también lo hizo el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Álvaro García, que se refirió a las principales políticas llevadas adelante por la OPP como la descentralización y obras concretadas, entre otras.

La reforma de la seguridad social y la ley de 2008
Al finalizar las exposiciones Astori fue consultado por la reforma en la seguridad social que tiene que encarar el país a futuro. Dijo que las reformas no solo se procesaron durante este período de gobierno, sino que incluso  “se agudizaron no hace mucho tiempo atrás algunas de las cosas que se tienen que transformar” y “con el apoyo de todo el sistema político”, en referencia a ley de flexibilización del acceso a las jubilaciones en 2008. 
"En 2008 se profundizaron algunas características que hacen que el sistema de seguridad social necesite de una transformación. Fue a contrapelo de la transformación que a mi juicio necesita el sistema de seguridad social”, consideró.
En 2008, se aprobó por unanimidad de todos los partidos la ley de flexibilización del acceso a las jubilaciones. La reforma buscaba subsanar ciertos escollos que había fijado la reforma de 1995 para poder acceder a una jubilación. Las condiciones de jubilación en Uruguay se habían endurecido cuando se pasó de 30 a 35 años de aportes requeridos para llegar al retiro y estudios comprobaron que a trabajadores de bajos ingresos se les hacía bastante difícil configurar causal jubilatoria y que la crisis del 2002 había agravado la situación.
“Lo que estoy planteando es que tenemos el enorme desafío y la enorme responsabilidad de hacerlas compatibles con las restricciones fiscales que tiene el país. Y cuando se tomaron esas decisiones no se pensó prioritariamente en esas restricciones. Ahora ha llegado el momento en que todos, partidos políticos y colectivos sociales, tengamos consciencia de que el sistema planteado como está planteado no es sostenible”, dijo.   
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