Tendencias genéticas

La idea que presentamos hoy tiene que ver con la forma de priorizar un atributo en relación al resto: es clave entender que, las modificaciones a un atributo, no ocurren en un “vacío” y, frecuentemente están acompañadas por impactos en otros.

Es entonces importante evaluar, además de los atributos que concretamente queremos priorizar (mejorar), cómo son las correlaciones con otros, ya que a veces esas correlaciones pueden generar impactos no deseados.

El mejor ejemplo sería si uno quiere aumentar el peso de los animales producidos. Hay dos correlaciones interesantes: una que podríamos catalogar como moderada o baja, de 0,39 entre el peso al destete y el peso al nacer, pero hay otra muy “fuerte” que es de 0,74 entre el peso al destete y el peso adulto. Siempre hablamos de los números de la American Angus Association.

Lo que expresan estas dos correlaciones sería por un lado que es posible tener un ternero de bajo peso al nacer y un buen peso al destete (hay pocas líneas que lo producen, pero las hay y muy buenas) y, por otro, que un buen peso al destete está altamente correlacionado con el peso adulto.

Esto puede tener como dijimos “efectos no deseados” para un criador con limitaciones forrajeras (¿hay alguien que no las tenga?) que, si busca líneas de sangre de alto peso al destete y guarda las hembras, termine agregando tamaño y consecuentemente aumentando las necesidades energéticas de su rodeo.