Walter Becker, 1950-2017
Fue un genio inventor de eso tan difícil de encontrar en la música de hoy: la melodía
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05 de septiembre de 2017 a las 05:00
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El año 1974 fue un desastre in crescendo para muchos uruguayos, pues tanto el presente como el panorama a la vista pintaba para desastre, tal como ocurrió por 10 años más.
Una de las pocas salidas a un mundo mejor era escuchar música proveniente de otras partes, la que traía noticias no solo de lo contemporáneo más reciente, sino también de sitios tan reales como imaginarios en los cuales la mente podía encontrar cobijo, al menos durante los tres minutos y pico que duraba una canción.
Una de las alternativas era escuchar las radios que emitían canciones provenientes de las grandes usinas de la música pop y rock, entre ellas, líder en ese aspecto, radio Independencia. Fue en esa radio, ese año, que un álbum notable ayudó a más de uno a salvar su vida emocional.
Pretzel Logic, de Steely Dan, incluía 11 joyas, entre ellas una que ha superado todos los desafíos asociados al paso del tiempo: Rikki Don't Lose That Number, obra preciosista de dos de los mejores compositores de la última parte del siglo XX. Porque Steely Dan era un dúo, compuesto por Donald Fagen (cantante y tecladista) y Walter Becker (bajista y guitarrista).
Ambos fueron compañeros de universidad, grabaron 9 álbumes en un periodo de 45 años, tenían planeado seguir –porque nunca repitieron la misma fórmula ni cayeron en la mediocridad para alcanzar rápido el éxito-, pero la muerte de Becker, antes de ayer, interrumpió en forma definitiva un plan de vida creativa que vino a iluminar la existencia con un montón de canciones extraordinarias, de esas tan buenas que por eso pocas radios se animan a programar.
Sin duda uno de los mejores grupos en la historia del rock,Steely Dan (el nombre del grupo viene de la novela Almuerzo desnudo de William S. Burroughs) tuvo en Becker a un genio inventor de eso tan difícil de encontrar en la música de hoy en día; la melodía.
Con su guitarra acuñó un sonido que por original y sofisticado no era para complacer a multitudes. La condición sublime de su arte puede oírse en Gaucho, álbum de 1980, que incluye Hey Nineteen (uno de los tres únicos éxitos radiales que tuvo Steely Dan), donde el perfeccionismo vestido de inspiración alcanzó cimas difíciles de describir con palabras.
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