El consumo familiar argentino experimentó un crecimiento del 45% durante el primer semestre de 2025 respecto al mismo período del año anterior y alcanzó el tercer mejor registro desde 2008, según reveló un informe de Poliarquía Consultores. El Indicador de Consumo Familiar (ICF) llegó a 126 puntos, el nivel más alto de los últimos diez años, solo superado por los picos electorales de 2011 y 2015.
El reporte, elaborado a partir de encuestas mensuales en más de 40 localidades del país, mostró que la recuperación del consumo se consolidó tras el fuerte ajuste del primer semestre de la gestión de Javier Milei, cuando el indicador había caído un 13% hasta los 87 puntos.
La expansión del consumo resultó "particularmente significativa entre los sectores más vulnerables", lo que sugiere "una mejora en los niveles de acceso a bienes y servicios por parte de los hogares de menores recursos", señaló el documento. El ICF funciona como un proxy de la capacidad real y efectiva de consumo de los hogares argentinos, medida desde una perspectiva concreta y directamente vinculada a la experiencia cotidiana de las familias.
Poliarquía desarrolló este nuevo indicador con el objetivo de monitorear la evolución de una de las variables más influyentes sobre el humor social y, por lo tanto, sobre los niveles de apoyo político y electoral a los gobiernos de turno. El índice se construye a partir de dos preguntas sobre comportamiento de compra reciente en electrodomésticos e indumentaria, funcionando como "un termómetro de la economía doméstica desde la experiencia directa de compra de los hogares".
Electrodomésticos lideran la recuperación con un salto del 78%
El análisis por categorías reveló diferencias marcadas en el comportamiento del consumo. Los electrodomésticos registraron un crecimiento del 78% interanual, mientras que la indumentaria y el calzado aumentaron un 17%. Esta disparidad indica que el rebote está liderado por bienes durables, que presentan mayor sensibilidad al acceso al crédito, a las expectativas económicas y a la recomposición del ingreso.
El informe destacó que el índice actual se ubica un 26% por encima de la media del período 2008-2023 y representa una tasa de rebote del 103% respecto al mínimo histórico alcanzado en el primer semestre de 2022, cuando llegó a apenas 62 puntos durante el gobierno de Alberto Fernández.
La dinámica sociodemográfica del consumo mostró que el crecimiento fue especialmente pronunciado entre sectores tradicionalmente rezagados. Las personas con nivel educativo primario aumentaron su consumo un 141% y quienes se atienden en hospitales públicos lo hicieron un 61%. También creció más fuertemente entre los mayores de 50 años, los jubilados y los habitantes del interior del país.
En el caso específico de electrodomésticos, el crecimiento fue particularmente notable entre personas con educación primaria (238%), mayores de 50 años (148%) y personas que se atienden en hospitales públicos (91%). Para indumentaria, los aumentos más significativos se registraron también en personas con educación primaria (44%), mayores de 50 años (41%) y usuarios del sistema de salud público (32%).
Sin embargo, el documento advirtió que el crecimiento no implica equiparación: los niveles más altos de consumo en el primer semestre de 2025 siguen concentrados en los sectores de mayor nivel socioeconómico, como universitarios y usuarios de medicina prepaga, y entre los jóvenes. Esto evidencia una brecha estructural persistente: mientras los sectores populares crecieron más en términos relativos, los sectores medios y altos siguen siendo los que más consumen en términos absolutos.
Los ciclos políticos y económicos reflejados en el consumo
El ICF permite observar cuatro grandes fases en la evolución del consumo desde 2008, que reflejan con claridad los vaivenes económicos y políticos del país. La primera correspondió a la caída durante 2008 y el primer semestre de 2009, seguida de una recuperación que culminó en el segundo semestre de 2011 con 130 puntos, coincidiendo con la reelección de Cristina Fernández de Kirchner.
La segunda fase se extendió entre 2012 y el primer semestre de 2014, años en los que el indicador mostró un deterioro constante hasta alcanzar 99 puntos, seguido de un proceso de crecimiento acelerado que culminó en el segundo semestre de 2015, momento en que se registró el máximo histórico de la serie con 131 puntos, nuevamente en el marco de una elección presidencial.
La tercera fase se inició con el cambio de signo político en 2016. Desde entonces, el consumo entró en una tendencia descendente -con excepción de los semestres electorales de 2017 y 2019- que se profundizó con la crisis cambiaria de 2018 y se agravó con la pandemia y durante el gobierno de Alberto Fernández, alcanzando el mínimo histórico de 62 puntos durante el primer semestre de 2022.
La cuarta fase comenzó en la segunda mitad de 2022, con la llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía. En ese contexto, el ICF experimentó una fuerte recuperación: en solo dos semestres pasó de 66 a 100 puntos, con crecimientos del 60% y 52% anuales respectivamente, impulsado por una inflación creciente, medidas de estímulo para el consumo y la contienda electoral en el horizonte.
Con la asunción de Milei en diciembre de 2023, el indicador tomó una nueva dinámica. El primer semestre de su gestión se caracterizó por una caída pronunciada del ICF, asociada al shock de ajuste fiscal y licuación del ingreso real. Sin embargo, a partir del segundo semestre de 2024 se observó un fuerte rebote, que se profundizó durante la primera mitad de 2025 con crecimientos del 8% para el segundo semestre de 2024 y del 45% para el primero de 2025.
El análisis anual también muestra una mejora: en lo que va de 2025 el ICF alcanzó los 126 puntos, con una suba interanual del 29%. La trayectoria es más gradual que la semestral, pero consolida una tendencia de recuperación iniciada en 2023.
El informe advirtió que una expansión del consumo liderada por sectores populares "podría revertirse con rapidez ante la aparición de nuevos shocks", como un repunte inflacionario, un deterioro en el mercado laboral o recortes en las transferencias de ingresos. La metodología del ICF se basa en una encuesta nacional mensual realizada sobre una muestra probabilística de 1.000 casos en centros urbanos de más de 10.000 habitantes, con un error estadístico de +/- 3,10% para un nivel de confianza del 95%.