Bullrich vuelve a la cancha como “refuerzo de campaña” por pedido directo del Presidente. No es un gesto menor: marca que, ante la pérdida de tracción en el conurbano y las dudas que generan los números de las encuestas, Milei decide apelar a una figura con capacidad de ordenar el discurso de seguridad, hablarle al votante de mano dura y, al mismo tiempo, sumar volumen político en actos que buscan mostrar control de agenda y unidad. En la mesa chica admiten que el termómetro bonaerense no acompaña y que el oficialismo necesita un shock de presencia en territorio hostil.
Los cambios en la campaña de La Libertad Avanza que levantan a Patricia Bullrich
El operativo empieza este viernes en Tres de Febrero, con Milei, Bullrich y Santilli sobre el mismo escenario. Para la semana próxima ya está en agenda un desembarco en Ezeiza y un doblete en el interior duro: Córdoba y Rosario. Hay una señal implícita: Bullrich resignó un cierre propio en la Ciudad para alinearse con el formato “Presidente + ministra” en todas las paradas relevantes. El mensaje hacia adentro es disciplinamiento de campaña; hacia afuera, músculo y orden.
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Patricia Bullrich se suma a la campaña nacional de Javier Milei para apuntalar a La Libertad Avanza.
Javier Milei con más cambios en la campaña de La Libertad Avanza
El contexto que empuja este movimiento es claro. En la Casa Rosada fijaron un objetivo explícito: superar los 35 puntos a nivel nacional el 26 de octubre. Ese es el “piso” que Milei ató al humor poselectoral y a la ingeniería de gobernabilidad de los próximos dos años, un diseño que empieza a prescindir del tutelaje de Mauricio Macri y mira a los gobernadores dialoguistas como socios preferentes.
Esa reconfiguración también ordena la campaña. La señal pública de “cerrarle la puerta” a Macri convive con una lectura fría: el PRO sirve para sostener vetos, pero el oficialismo necesita construir mayorías circunstanciales con los mandatarios de Provincias Unidas y con peronistas no kirchneristas si pretende aprobar leyes. Es, en los hechos, un cambio de chip que Milei trae reforzado tras su última gira internacional y que el equipo político traduce en recorridas con foco federal.
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Patricia Bullrich se suma a la campaña nacional de Javier Milei para apuntalar a La Libertad Avanza.
Patricia Bullrich se suma a la campaña de Diego Santilli
A esa hoja de ruta se le superpone un diagnóstico electoral áspero. En Buenos Aires, el oficialismo recalibró con el enroque Santilli-Espert y confía en un resultado competitivo, aunque parte de una desventaja de dos dígitos frente al peronismo. En Córdoba y Santa Fe, aun con escenarios que hoy lucen cerrados, la lectura en la cúpula libertaria es que lo verdaderamente importante es empujar al máximo para erosionar el desempeño de los seis gobernadores que orbitan el armado de Provincias Unidas. En otras palabras: si no es con victorias, que al menos no sea con derrotas amplias que consoliden a los “interlocutores duros” del próximo Congreso.
Ahí entra Bullrich. Su presencia funciona como puente entre dos públicos: el núcleo libertario que la valida por su alineamiento con la agenda de orden, y el votante “halcón” que la siguió en 2023 y que hoy oscila entre replegarse o acompañar a LLA. En el oficialismo la ven cómoda para hablar de seguridad urbana, control territorial y lucha contra el narcotráfico, tres tópicos que Córdoba y Rosario reclaman con particular intensidad. Es, además, una figura con volumen mediático para blindar el relato en días de cimbronazos y para cubrir flancos mientras el Presidente administra la escena nacional.
Javier Milei Patricia Bullrich
Patricia Bullrich se suma a la campaña nacional de Javier Milei para apuntalar a La Libertad Avanza.
La decisión también dialoga con el tablero post-26 de octubre. Si la apuesta de los 35 puntos se confirma, Milei buscará consolidar un esquema de gobernabilidad con eje en los gobernadores “dialoguistas”, minimizando la dependencia de Macri y encuadrando a sus alfiles en un rol institucional, no tutelar. En ese mapa, Bullrich aporta más que épica: aporta orden y una narrativa concreta que le da espesor a la promesa de “segunda mitad” del mandato, la de pasar de los vetos a las leyes.
El tramo bonaerense será, como siempre, la prueba de fuego. Santilli encarna el giro táctico: menos discusión interna, más contraste con el kirchnerismo. Su asociación con Bullrich en los actos es una apuesta por exhibir equipo y, a la vez, capitalizar el único capítulo donde LLA todavía puede crecer en pocos días: la percepción de orden. Si el oficialismo logra que seguridad y control se impongan sobre inflación y bolsillos, habrá encontrado un hilo narrativo para amortiguar el daño.
El sprint final de Milei con Bullrich al lado resume la coyuntura: números que no habilitan triunfalismo, un objetivo nacional de 35 puntos para oxigenar la gobernabilidad y un rediseño de alianzas que prioriza a los mandatarios de provincias por sobre el eje con Macri. El resto será la foto: hoy, tres sillones en el mismo escenario y una consigna que se repite: orden, presencia y mensaje claro en territorio.