Argentina tiene una trayectoria nuclear de más de medio siglo, con hitos como Atucha I —el primer reactor nuclear de América Latina—, la central de Embalse, Atucha II y el desarrollo del CAREM, el primer reactor modular pequeño en construcción en la región. Esa experiencia consolidó al país como un actor de referencia en energía atómica con fines pacíficos.
En ese marco, ahora dio un paso más: la incorporación al Foundational Infrastructure for Responsible Use of Small Modular Reactor Technology (FIRST), una iniciativa del Departamento de Estado de EE.UU. que busca acompañar a países en el desarrollo de reactores modulares pequeños (SMR), fortaleciendo marcos regulatorios, capacitando recursos humanos y garantizando que el uso nuclear se mantenga dentro de parámetros de seguridad internacional.
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Con el ingreso formal de Argentina, el FIRST no supone un debut sino un reconocimiento: el país llega con trayectoria propia y un proyecto SMR en construcción (CAREM), lo que lo posiciona como socio estratégico en esta área. Sin dudas marca una continuidad con refuerzo internacional, logrando instaurarse como líder regional en ingeniería nuclear.
SMR: Argentina ya juega en primera línea
Los SMR se proyectan como el futuro de la energía nuclear: más seguros, más flexibles y con menor inversión inicial que las centrales tradicionales. Argentina tiene aquí una ventaja comparativa única: el CAREM, un reactor de 32 MW capaz de abastecer hasta 120.000 habitantes, construido con 70 % de componentes locales y con un avance de obra estimado en 65-70 %.
Este desarrollo, liderado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el INVAP, se transformó en la carta de presentación argentina para sumarse al FIRST. El país no llega a aprender, sino a aportar experiencia práctica en un sector en el que pocos actores globales tienen proyectos avanzados como el nuestro. La adhesión también implica beneficios internos: la cadena de valor nuclear argentina ya involucra a centenares de proveedores locales certificados bajo exigentes normas internacionales, desde empresas metalmecánicas hasta firmas de ingeniería de alta tecnología.
El programa puede impulsar a estas industrias en el marco de la transición energética: los SMR son una fuente de energía de base limpia, que complementa renovables y reduce dependencia de combustibles fósiles. Además, potencia a la Argentina como exportador de conocimiento en ingeniería nuclear, un capital que especialistas como Julián Gadano y Demian Reidel destacan como diferencial en la región.
Argentina en el plano internacional
El ingreso de Argentina al FIRST tiene también una lectura geopolítica: refuerza la alianza con Estados Unidos en un sector estratégico, y sobre todo, en un contexto donde China y Rusia también compiten por colocar reactores en América Latina. En el pasado, la opción de avanzar con proveedores chinos para Atucha III había generado tensiones. Ahora, Milei alinea la política nuclear con Washington, consolidando a la Argentina como socio confiable en un tablero geopolítico donde la energía es poder.
La participación argentina en el FIRST no contradice sus compromisos internacionales. El país es signatario del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y del Tratado de Tlatelolco, que prohíben armas nucleares en América Latina pero permiten usos pacíficos bajo salvaguardias internacionales. Además, la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC) garantizan un esquema de control sólido. El FIRST, en todo caso, refuerza esta institucionalidad, consolidando a la Argentina como un actor que apuesta al uso civil, seguro y transparente de la energía nuclear.