La confirmación de la Corte Suprema de Justicia de la condena que inhabilitó de por vida a Cristina Fernández de Kirchner para ejercer cargos públicos y la confinó a prisión domiciliaria actuó como un catalizador político, acelerando y redefiniendo el panorama electoral en la provincia de Buenos Aires. En este nuevo escenario, y ante la inminente contienda en la madre de todas las batallas, las tribus del peronismo ajustan sus piezas en un tablero que se muestra dinámico y por ahora incierto.
En el seno de Unión por la Patria, Cristina Kirchner parece haber retomado las riendas en el armado de las listas provinciales. Los cuestionamientos ante un posible avance de las nóminas sin diálogo con Axel Kicillof vuelven a surcar el firmamento del peronismo. En este marco, a tope de especulaciones y rumores, la posible candidatura de Máximo Kirchner en la tercera sección electoral cobra fuerza.
El combo de ingeniería electoral va más allá del apellido Kirchner. Bajo la intención de construir unidad desde la conducción del PJ parecen establecer un menú en el cual los cargos provinciales quedarán bajo la lapicera de CFK y los cargos locales serán tallados a mano por los intendentes de cada localidad.
Tensiones en el oficialismo por la alianza con el PRO
Por el lado del oficialismo, las cosas por ahora no están más claras. La alianza con el PRO que no se termina de sellar y la mirada de desconfianza sobre los dirigentes del PRO como Cristian Ritondo y Alex Santilli, tiñen de tensión el acuerdo que deberá estar cerrado antes del 9 de julio para que se pueda inscribir en la justicia electoral.
Las tensiones internas en el armado libertario ya muestran sus grietas, con figuras como la diputada Lemoine rompiendo con otros referentes y sumándose al grupo "Las Fuerzas del Cielo" de Santiago Caputo. Ritondo, por su parte, ya se sentó a la mesa con Santiago Caputo para avanzar en acuerdos.
En ese marco, uno de los hombres que más cerca está de la negociación pero que cultiva un poderoso perfil bajo, admitió ante El Observador que "el trabajo está en proceso" y "que más allá de las dificultades la negociación llegará a buen puerto".
El eco de la condena CFK: movilización y grietas sindicales
El día posterior al comienzo de la ejecución de la sentencia contra CFK, la Plaza de Mayo se convirtió en un crisol de pasiones, desbordada por una multitud que gritó "Vamos a volver".
Desde su reclusión domiciliaria, Cristina Kirchner agradeció el apoyo de la gente y dejó un mensaje desafiante: "No me dejan competir porque saben que pierden", ironizando públicamente sobre si podía o no salir al balcón de su casa para saludar a la militancia. Su defensa legal buscará la nulidad del fallo ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por presuntas "irregularidades" y recurrirá la imposición de la tobillera electrónica, que consideró "innecesaria".
La sinfonía de la unidad que buscaba el peronismo se vio desafinada por la notoria ausencia del respaldo formal de la CGT y de la mayoría de los gobernadores peronistas. La cúpula de la CGT, incluidos pesos pesados como Camioneros y Sanidad, optó por no movilizar sus estructuras, alegando "destratos" del sector de la expresidenta. Incluso, 36 horas después de la condena, la CGT aún no había emitido una expresión oficial sobre la proscripción de CFK, y sus referentes hablaban de "libertad de acción" y de que "no hay clima de paro". Hugo Moyano, de hecho, se erigió en la voz de los disconformes, criticando que el peronismo y el movimiento sindical siempre fueron "relegados".
No obstante, algunos gremios sí plantaron bandera con columnas que se hicieron ver, como la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Abel Furlán, y el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) de Ricardo Pignanelli, que paralizó gran parte de la industria automotriz en señal de apoyo.
En ese marco, el apoyo sin matices llegó desde las dos CTA. Así las cosas, el armado de un frente sindical que nuclee a los gremios combativos de la CGT y a otras centrales volvió a ser parte del panorama político.