Mientras avanzan con cautela las negociaciones entre el La Libertad Avanza (LLA) y el PRO en la provincia de Buenos Aires, un tema central sigue sin tocarse: la fiscalización. Es el punto más delicado de cara a las elecciones y, hasta ahora, todas las conversaciones lo han esquivado. Pero su peso es imposible de ignorar.
Aunque ambas fuerzas comparten la voluntad de llegar a un entendimiento que les permita presentar listas conjuntas en varios distritos, el operativo para cuidar los votos en la provincia más poblada del país es un asunto que se mantiene bajo siete llaves. No por falta de importancia: más bien porque puede ser el punto que defina el equilibrio de poder entre los socios.
Las negociaciones entre La Libertad Avanza y el PRO le escapan, por ahora, a la fiscalización
En el PRO, donde la estructura electoral bonaerense está aceitada desde hace años, esperan con paciencia. La línea que baja Mauricio Macri es clara: no hay apuro por discutir la fiscalización. Y no porque no sea importante, sino todo lo contrario. “Esa es la carta que todavía no se jugó”, sintetiza un operador amarillo que sigue de cerca las charlas.
Del otro lado, en LLA sostienen que esta vez sí pueden pararse con fuerza en el conurbano. Sebastián Pareja, el armador bonaerense libertario y actual funcionario en Casa Rosada, ya dejó trascender en reuniones privadas que el panorama de 2025 es muy distinto al de 2023. “No somos los mismos”, dice. En su entorno aseguran que cuentan con un andamiaje mucho más robusto, construido en base al aparato del Estado nacional, acuerdos subterráneos con intendentes y la entrada de nuevas figuras con volumen territorial.
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La Libertad Avanza y el PRO negocian en Buenos Aires, pero esquivan el tema más sensible: la fiscalización.
Los negociadores del acuerdo miran la fiscalización como un punto clave a futuro
Sin embargo, incluso entre los libertarios más optimistas admiten que el despliegue del PRO sigue siendo mucho más sólido, sobre todo en la primera y tercera sección electoral. “Nosotros tenemos más llegada en la calle, pero ellos tienen los fierros”, reconoce un funcionario libertario con funciones en territorio bonaerense. Esa asimetría es, al mismo tiempo, un problema para LLA y un activo de peso para el macrismo.
Los protagonistas de la negociación ya están definidos. Por LLA, los que manejan los hilos son Karina Milei, Santiago Caputo y el propio Pareja. Por el lado del PRO, los interlocutores son los diputados Diego Santilli, Cristian Ritondo y el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro. Se trata de nombres con peso propio, que reportan directamente a las conducciones nacionales y que tienen intereses distintos dentro del universo opositor.
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La Libertad Avanza y el PRO negocian en Buenos Aires, pero esquivan el tema más sensible: la fiscalización.
Las conversaciones ya han avanzado sobre posibles repartos de candidaturas, distritos clave y armado de listas. Pero el tema de la fiscalización todavía no aparece en los papeles. No porque no esté en la agenda, sino porque todos saben que esa discusión va a ser dura. Por ahora, se trata de medir fuerzas en silencio, mientras las encuestas y los movimientos políticos van ordenando el tablero.
“La discusión por la fiscalización no se puede dar sin que primero haya un acuerdo político más general”, repiten cerca de Santilli. En otras palabras: antes de discutir cuántos fiscales pone cada uno, hay que acordar quién encabeza en qué lugar. Pero lo que en la superficie aparece como una cuestión de tiempos es, en el fondo, parte de una estrategia de acumulación.
Lo que busca el PRO en el acuerdo con La Libertad Avanza en Buenos Aires
En el PRO creen que, llegado el momento, el peso territorial y el control sobre la fiscalización pueden ser claves para imponer condiciones. Por eso, no quieren regalar esa carta antes de tiempo. En cambio, prefieren que La Libertad Avanza llegue con la necesidad a cuestas. “Ellos saben que sin nosotros no llegan a cubrir toda la provincia”, dice sin rodeos un armador que responde a Ritondo.
La Libertad Avanza, por su parte, juega a mostrar autonomía. Aunque reconocen que su cobertura territorial aún no es plena, aseguran que podrían fiscalizar en gran parte de la provincia con sus propios recursos y apuntalan esa afirmación con el músculo que ganaron desde diciembre. La incorporación de empleados públicos afines, alianzas de ocasión con punteros locales y un mayor acceso a fondos les dan confianza para encarar el desafío.
Sebastián Pareja no quiere entregarle la fiscalización al PRO
Pero incluso si eso fuera cierto, el escenario ideal para ambos sigue siendo la complementariedad. La Libertad Avanza aporta votos; el PRO, estructura. El dilema es quién se lleva más rédito por esa sinergia.
Detrás del silencio sobre la fiscalización, entonces, se esconde una disputa más profunda. No es solo quién cuida los votos en las escuelas: es quién conduce la alianza. Macri quiere seguir marcando la cancha, pero Caputo y Karina Milei se sienten con suficiente poder para negociar de igual a igual. En ese equilibrio frágil, la fiscalización es el as bajo la manga que todos se reservan.
Todavía hay margen para la rosca fina. Falta que se definan nombres, candidaturas y líneas de mando. Pero la cuenta regresiva ya empezó. Y cuando llegue el momento de discutir quién pone los ojos en cada urna, no va a haber lugar para gestos simbólicos. Ahí se va a ver quien manda.