27 de junio 2025 - 13:28hs

La Justicia está haciendo historia. Puesto así, la afirmación suena exagerada y grandilocuente. Pero se parece mucho a lo que en estos días está sucediendo en algunos pisos de Comodoro Py 2002, particularmente entre aquellos que tienen la responsabilidad de ejecutar la pena de prisión privativa de la libertad de Cristina Kirchner.

Los alcances de cada decisión relativa a los movimientos de la ex presidenta parecen tener vida propia y no hay día en que no se presente una cuestión a resolver que no está planteada en la ley de ejecución penal. Ni en ninguna otra.

Cada resolución ante un escenario tan nuevo construye un antecedente. ¿Antecedente frente a qué? A la posibilidad de que otro mandatario el día de mañana sea sometido a la pena de prisión. Apenas forzando la idea cualquiera que haya pasado por la primera magistratura y tenga causas que podrían terminar en una condena cuya pena sea la privación de la libertad, va a tener un espejo donde mirarse. La justicia está construyendo jurisprudencia para futuros casos: Alberto Fernández, Mauricio Macri, Javier Milei.

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Ninguno está exento. Causas en trámite en el fuero penal tienen todos. El ex presidente Alberto Fernández está imputado en la denominada "Causa Seguros" por presuntas irregularidades en la contratación de pólizas por parte del Estado durante su mandato.

En el caso del ex presidente Mauricio Macri, si bien hasta el momento ninguna de las causas que tramitan avanzó hasta el punto de solicitar su declaración indagatoria, la imagen del principal referente del PRO subiendo las famosas escalinatas de Py es una posibilidad real y concreta. Podría ser en el marco de la investigación de la causa conocida como “Correo Argentino S.A”, donde se investigan los delitos de administración fraudulenta, tráfico de influencias y negociaciones incompatibles. O en las conocidas como “Parques Eólicos” o “Blanqueo de Capitales” o por la investigación en curso sobre la renegociación de peajes y venta de centrales térmicas, todas en etapa de instrucción.

En el caso de Javier Milei, el más reciente, el primer mandatario y su círculo más cercano están siendo investigados por sus posibles implicancias en el conocido como “Caso Libra”, donde desde su cuenta verificada en X el Presidente recomendaba invertir en una criptomoneda cuyo valor alcanzó picos que permitieron a unos pocos hacerse de pequeñas fortunas para luego desplomarse.

CFK no tiene un espejo donde mirarse. Ni la justicia tiene antecedentes donde hacer pie. La comparación con la detención de Carlos Saúl Menem en la quinta de Don Torcuato es limitada: el expresidente cumplía arresto domiciliario en el marco de una prisión preventiva.

En el caso de CFK, la Corte Suprema cerró todos los caminos confirmando la condena a seis años de prisión en el marco de la causa Vialidad. No hay, en el país, otra instancia donde recurrir.

En el exterior el espejo podría ser el actual presidente Lula Da Silva y hasta ahí. Lula estuvo 580 días detenido, entre el 7 de abril de 2018 y el 8 de noviembre de 2019, en el marco de la Operación Lava Jato, por condenas relacionadas con corrupción y lavado de dinero. Pero cumplió la pena en la sede de la Policía Federal en Curitiba, estado de Paraná, en una celda especial, con baño privado, cama, escritorio y televisión. No había en ese caso mucho para discutir o interpretar. Finalmente, el Tribunal Supremo anuló las condenas y Lula se presentó y ganó en las elecciones de 2022. Como escribió Jorge “el turco” Asís, ese sí es el espejo en el que se mira la expresidenta.

Para encontrar un caso más parecido hay que cruzar el océano y llegar a Nicolas Sarkozy, detenido por primera vez el 1 de julio de 2014 en Nanterre, cerca de París. En marzo de 2021 fue condenado a 3 años de prisión, de los cuales uno debía cumplirlo bajo arresto domiciliario con brazalete electrónico. Lo hizo en uno de sus domicilios en los suburbios de París. Y ese mismo régimen se le aplicó cuando fue condenado por haber recibido dinero libio de Muamar Gadafi para el financiamiento ilegal de su campaña presidencial de 2007. Domicilio y tobillera. Y tiene a la espera un nuevo juicio cuya pena prevé 10 años de prisión de ser hallado culpable. Pero Sarkozy no es Kirchner, ni Francia se parece a la Argentina. Tampoco tenía un futuro político que se viera truncado por la decisión judicial.

Ya cumpliendo la pena en San José 1111 empezaron las dudas, los planteos y aclaratorias.

Primero fue ¿balcón si o balcón no? La salida y los bailes de la expresidenta dedicados a la multitud que aclamaba los primeros días generaron cierta conmoción en el barrio a la que el tribunal le puso un límite. Balcón sí, pero. Ponía en responsabilidad de la propia condenada no generar acciones que alterasen la convivencia entre los vecinos. Respecto del alcance de los metros a utilizar en su domicilio, existieron discusiones desopilantes pero necesarias.

Mientras tanto surgía un nuevo capítulo en torno a esta detención sin antecedentes: ¿Visitas limitadas a un listado que debía presentar tal como le imponía el tribunal o irrestrictas tal como pretende la defensa de CFK?

El juez Jorge Gorini, del mismo Tribunal que la condenó en la causa Vialidad, determinó que las visitas debían circunscribirse a los familiares, abogados y médicos que ella misma habilitara y el resto, sin excepción, debería solicitar el permiso correspondiente.

Ahora es el turno de Casación para resolver. La sala IV convocó a una audiencia clave el próximo 7 de julio. Audiencia que habrá que seguir de cerca no solo por el objeto que se discute, sino por el alcance a futuro que podría tener esta decisión. Una vez más, la situación de CFK detenida en su domicilio y los alcances de la medida privativa de su libertad son nuevos. Y podrán sentar jurisprudencia en el caso de que un expresidente enfrente un escenario similar.

¿Tobillera sí, tobillera no? ¿Uso de redes sí o no? ¿Participación en actos partidarios? Más presentaciones. Más aclaratorias. Más audiencias.

Y la pregunta más compleja que la justicia tiene enfrente: ¿excepcionalidad o razonabilidad?

Otro debate que se puede abrir es el que plantea Miguel Pichetto, para quien los expresidentes no deben ser juzgados y, mucho menos, condenados a prisión. Es un debate para el que no estamos preparados.

Lo que debe primar es la igualdad ante la ley. No se discute. Cualquier norma que altere este principio será tildada de inconstitucional.

Sin embargo, desde el primer día de la detención de la expresidenta en su casa de Constitución, los jueces se vieron desafiados a aplicar criterios de razonabilidad ante una mujer que sigue siendo el principal referente de la oposición, dos veces presidenta, vicepresidenta, senadora.

La política mira con atención el proceso mediante el cual se busca adecuar sin hacer excepciones la pena impuesta a quien ocupó el sillón de Rivadavia. Hoy CFK. Mañana puede ser otro.

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