El pasado viernes, Hasán Nasrallah, líder de Hezbolá, murió tras una serie de ataques de precisión lanzados por Israel en los suburbios del sur de Beirut. Este operativo, según informaron las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), tenía como objetivo las instalaciones del grupo terrorista chiita, cuya sede se encuentra en Dahiya, un bastión de Hezbolá en la capital libanesa. Con la muerte de Nasrallah, quien dirigió la organización durante más de 30 años, se cierra un capítulo fundamental en la historia del Líbano y el conflicto de la región.
Nasrallah, de 64 años, lideraba Hezbolá desde 1992 y su influencia no solo se limitaba a la política libanesa, sino que se extendía a la esfera militar y religiosa del mundo chiita. Bajo su mando, el grupo se consolidó como una poderosa fuerza política y militar, convirtiéndose en el actor más relevante del Líbano y un aliado clave de Irán en la región.
Orígenes y ascenso al liderazgo de Hezbolá
Nacido en 1960 en un barrio pobre del este de Beirut, Hasán Nasrallah creció en el seno de una familia numerosa de nueve hermanos. Su infancia estuvo marcada por la guerra civil libanesa, un conflicto devastador que obligó a su familia a regresar a su pueblo natal en el sur del país, una región mayoritariamente chiita. Este entorno, influenciado por la marginación histórica de los chiitas en el Líbano y el contexto de guerra, fue clave en la formación ideológica de Nasrallah.
A los 15 años, se unió al Movimiento Amal, una organización chiita que defendía los intereses de esta comunidad en el Líbano. Sin embargo, su estancia en Amal fue corta. A los 22 años, y tras estrechar lazos con Irán durante sus estudios religiosos en Irak, se unió a Hezbolá en 1982, poco después de la invasión israelí del Líbano. Esta decisión sería fundamental para su trayectoria política y militar.
El liderazgo de Nasrallah en Hezbolá se consolidó en 1992 tras la muerte de Abbas Mousavi, el entonces líder del grupo, en un ataque israelí. Con solo 32 años, Nasrallah asumió el mando de Hezbolá y rápidamente lo transformó en un actor clave tanto en la política libanesa como en el conflicto con Israel. Uno de sus primeros logros fue la retirada de las tropas israelíes del sur del Líbano en el año 2000, que Hezbollah presentó como una victoria frente a la ocupación israelí.
Un líder político y militar influyente
Bajo el mando de Nasrallah, Hezbolá no solo se mantuvo como una milicia armada, sino que también se consolidó como una fuerza política de relevancia en el Líbano. En las elecciones de 1992, el grupo ganó ocho escaños en el Parlamento libanés y, a pesar de la fuerte oposición interna y externa, mantuvo su brazo armado y su influencia política en el país.
Nasrallah fue clave en la expansión de la infraestructura de Hezbolá, que no solo se limitaba a cuestiones militares. Con el financiamiento de Irán, el grupo creó una red de servicios sociales que incluía hospitales, escuelas y asociaciones benéficas en las zonas chiitas del Líbano, ganando así el apoyo popular de una parte significativa de la población. En 2008, a pesar de una leve reducción en su representación parlamentaria, Nasrallah logró mantener el poder de veto en el gabinete libanés, consolidando aún más su influencia.
Sin embargo, el conflicto con Israel fue el eje central de la retórica y las acciones de Nasrallah. Desde su llegada al poder, promovió una política de "resistencia" contra Israel, que culminó en varios enfrentamientos, entre ellos la guerra de 2006, cuando Hezbolá capturó a dos soldados israelíes, lo que desató un conflicto de 34 días. En esa ocasión, ambos bandos declararon la victoria, pero Hezbolá salió fortalecido, ganando prestigio en el mundo árabe por su capacidad de enfrentarse al ejército israelí.
Nasrallah evitaba las apariciones públicas, debido al alto riesgo de ser asesinado por Israel, y se mantenía en la clandestinidad. No obstante, su influencia continuaba siendo palpable a través de discursos transmitidos semanalmente por televisión, en los que abordaba temas tanto locales como internacionales. Uno de sus mensajes más resonantes fue cuando, en el año 2000, describió a Israel como una "débil telaraña", refiriéndose a su vulnerabilidad, a pesar de su arsenal militar.
Los ataques a la AMIA y a la embajada de Israel en Argentina
En el marco de la larga trayectoria de Hezbollah bajo el liderazgo de Hassan Nasrallah, el grupo fue vinculado con varios ataques terroristas de gran escala. Entre estos, se destacan los atentados en Argentina contra la embajada de Israel en 1992 y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994, ambos en Buenos Aires. La justicia argentina responsabilizó a Hezbollah de llevar a cabo dichos ataques, bajo órdenes directas del gobierno de Teherán.
En abril de este año, la Cámara Federal de Casación Penal de Argentina reafirmó que ambos ataques fueron organizados por Irán y ejecutados por Hezbollah. "Un Estado que organiza, proyecta, programa, financia, arma y ejecuta una acción terrorista en otro Estado soberano, tiene una responsabilidad que en algún momento y en algún tribunal internacional deberá asumir", señaló el juez Carlos Mahiques, quien presidió la sala encargada de la resolución.
El atentado a la embajada de Israel en Buenos Aires dejó un saldo de 22 muertos y más de 200 heridos, mientras que el ataque a la AMIA fue aún más devastador, causando la muerte de 85 personas y dejando más de 300 heridos. Ambos atentados se consideran los más graves en la historia de Argentina y están profundamente ligados a la estructura operativa de Hezbollah, fortalecida durante el liderazgo de Nasrallah.
Relación con Irán y el impacto en la región
La estrecha relación de Nasrallah con Irán fue una constante en su liderazgo. El apoyo militar y financiero de la República Islámica permitió a Hezbolá mantener su influencia en el Líbano, incluso cuando el país enfrentaba crisis económicas y sociales severas. Este vínculo fue decisivo durante la guerra civil siria, cuando Hezbolá intervino militarmente en favor del régimen de Bashar al-Assad, contribuyendo de manera significativa a su supervivencia.
Sanam Vakil, directora del programa de Medio Oriente y África del Norte en Chatham House, explicó que “Hezbolá entiende bien a sus adversarios, a través de una observación estratégica y paciente”. Esta capacidad permitió a Nasrallah adaptarse a los cambios en la región y mantener su posición de poder a pesar de las crisis internas y externas.
El rol de Hezbolá también fue clave en otros conflictos regionales, como el entrenamiento de militantes en Irak, Yemen y en la Franja de Gaza, donde colaboraron con grupos como Hamas. La organización que Nasrallah dirigió se convirtió en uno de los principales instrumentos de influencia de Irán en Medio Oriente, ganando poder y relevancia más allá de las fronteras libanesas.
Un legado marcado por la resistencia y la guerra
A lo largo de más de tres décadas de liderazgo, Nasrallah mantuvo una postura firme de resistencia armada frente a Israel, incluso cuando la mayoría del Líbano enfrentaba una de las peores crisis económicas y sociales de su historia. Las tensiones entre Hezbolá e Israel se intensificaron en las últimas semanas, lo que culminó en el ataque que resultó en la muerte del líder chiita.
Nasrallah, cuyo discurso final antes de su muerte fue en septiembre, advirtió a Israel que “la retribución llegará”. Este mensaje reflejaba la esencia de su liderazgo: una mezcla de resistencia constante y lucha contra Israel, respaldada por un fuerte componente ideológico chiita y el apoyo iraní.