En medio de la creciente violencia derivada del conflicto armado entre Israel e Irán, los gobiernos de Uruguay y Argentina decidieron evacuar a su personal diplomático en Teherán. Esta medida, adoptada también por Chile, Brasil, Bolivia y México, busca proteger la seguridad de los funcionarios y evitar riesgos ante la incertidumbre provocada por la guerra que afectó fuertemente a la capital iraní. La decisión de cerrar las embajadas de ambos países se produce tras intensos ataques aéreos israelíes sobre instalaciones estratégicas de Irán, que incluyen refinerías de petróleo, bases subterráneas de enriquecimiento de uranio y sistemas de defensa aérea.
El cierre de las embajadas de Uruguay y Argentina en Irán se produce en un contexto de creciente inseguridad en la región, situación que también llevó a otros países latinoamericanos a tomar medidas similares. Uruguay dispuso que cierre la embajada sin ninguna demora. El encargado diplomático abandonó Teherán en el día de ayer y no cree regresar por lo menos por seis semanas.
Argentina, por su parte, ya había ordenado la evacuación de su personal diplomático en Teherán. El encargado de Negocios argentino, Mariano Jordán, quien también supervisó el retiro de los funcionarios de la misión diplomática, comunicó que no se trata de una ruptura de relaciones con el régimen iraní, sino de una medida preventiva ante la imposibilidad de garantizar la seguridad del personal en medio del conflicto.
En Irán, residen alrededor de 40 ciudadanos argentinos, la mayoría de los cuales decidieron permanecer en el país, a pesar de las recomendaciones de Jordán. La situación es igualmente compleja para otros países de América Latina: Chile cerró también su embajada, con la evacuación de su embajador y algunos miembros del personal, mientras que México, a través de su canciller, Juan Ramón de la Fuente, decidió retirar a sus diplomáticos y poner a salvo a varios turistas que se encontraban en el país.
Además de estos países, otros gobiernos de la región también tomaron decisiones similares, como Brasil y Bolivia, que evacuaron a sus embajadores y empleados diplomáticos sin una fecha de regreso definida. Incluso los gobiernos de Cuba y Nicaragua, que mantienen una relación cercana con Irán, optaron por retirar a sus funcionarios antes del fin de semana, a pesar de su apoyo ideológico al régimen de los ayatollahs.
Impacto del conflicto y la respuesta internacional
El conflicto entre Israel e Irán escaló rápidamente, y la ofensiva aérea israelí hizo un daño significativo a la infraestructura clave de Irán, lo que afectó no solo a la seguridad interna de ese país, sino también a la seguridad de los diplomáticos extranjeros. En este contexto, el gobierno de Israel intensificó sus ataques con el objetivo de debilitar las capacidades nucleares y militares de Irán, lo que causó una preocupación generalizada sobre la estabilidad de la región y la protección de las misiones diplomáticas extranjeras.
En cuanto a la seguridad de los diplomáticos extranjeros, las autoridades iraníes reconocieron que no pueden garantizar su protección en medio de la guerra. La cancillería iraní recibió comunicaciones de varios países que decidieron cerrar sus embajadas y evacuar a su personal. Esto generó un éxodo diplomático en masa, con muchos países tomando decisiones similares para evitar que sus representantes sean afectados por los bombardeos y ataques israelíes.
La situación alcanzó un nivel tan crítico que incluso Rusia, a través de su presidente Vladimir Putin, ordenó que los representantes diplomáticos rusos se trasladen de Teherán a Azerbaiyán, considerado un aliado estratégico de Moscú. De igual manera, el gobierno de España sugirió la posibilidad de retirar a sus funcionarios, aunque aún no tomó una decisión definitiva.
En Estados Unidos, las autoridades están considerando ampliar su apoyo militar a Israel, lo que podría generar una mayor escalada del conflicto. Esto aumentaría la presión sobre los países diplomáticos presentes en Teherán, que se encuentran tomando decisiones urgentes para asegurar la protección de su personal y evitar posibles daños colaterales.
Mientras tanto, las embajadas permanecen cerradas en Teherán, y muchos gobiernos no pueden prever cuándo podrán reabrir sus puertas. La situación de incertidumbre persiste, y las autoridades internacionales se mantienen atentas a la evolución del conflicto para tomar nuevas medidas de protección si fuera necesario.
