Nacido en 1941, Guglielminetti fue incorporado como "agente civil" al Servicio de Inteligencia del Ejército a mediados de los años '60, sin haber recibido formación militar formal. En ese ámbito, donde las jerarquías son esenciales, adoptó el alias de Ángel Rogelio Guastavino, haciéndose llamar "mayor Guastavino" y manteniendo siempre una apariencia castrense.
Su nombre real y su alias pasaron desapercibidos hasta el 25 de marzo de 1975, cuando fue contratado por la Universidad Nacional del Comahue (UNC). Según los registros de la institución, debía cumplir con tareas relacionadas con el "plan de trabajos públicos". No obstante, Guglielminetti ya formaba parte de la Triple A, una organización paraestatal creada por José López Rega —el tristemente célebre ministro de Bienestar Social, mano derecha de Juan Domingo e Isabel Perón— con el objetivo de combatir en la clandestinidad a las organizaciones guerrilleras de izquierda y a los sectores opuestos en la interna dentro del peronismo.
En la UNC, trabajó bajo las órdenes del interventor Remus Tetu, quien fue designado para "depurar los contenidos educativos de ideología marxista". Tetu, un rumano que había fraguado un supuesto doctorado hecho en su país y furioso anticomunista, al no conocer bien la región de Neuquén, se apoyó en el "mayor Guastavino" para cumplir sus objetivos.
Algunos años antes, Guglielminetti había utilizado su carné profesional del diario El Sur Argentino y su trabajo en la radio LU5 de Neuquén como periodista deportivo para encubrir sus actividades de espionaje. Sin embargo, en marzo de 1973, tras el triunfo de Héctor Cámpora, las agrupaciones peronistas de izquierda tomaron la radio y lo despidieron. Según contó "Nano" Balbo, un maestro neuquino que años después sería torturado por Guglielminetti, ésta fue la causa de su despido.
Con la llegada de Tetu, Guglielminetti fue reincorporado como empleado universitario, fungiendo de guardaespaldas del rector interventor y liderando el grupo local de la Triple A. Contaba con un presupuesto de 41.000 pesos, asignado por la resolución 381 del 10 de abril de 1975.
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Para el 24 de marzo de 1976, día del golpe militar, Guglielminetti ya estaba asignado a la delegación de la Policía Federal en Neuquén como parte del Servicio de Inteligencia del Ejército. Ese mismo día, lideró un operativo en el que detuvo a "Nano" Balbo, quien fue torturado hasta quedar sordo en "La Escuelita", un centro de torturas y exterminio que operaba en el Batallón de Ingenieros 188.
Balbo sobrevivió gracias a los esfuerzos del obispo Jaime De Nevares, que logró sacarlo del país hacia Italia, donde años después dio testimonio ante los tribunales.
El "mayor Guastavino" en la dictadura y su relación con Aníbal Gordon
Guglielminetti también reportaba a Aníbal Gordon, un agente del Batallón 601 del Ejército con un historial de robos, estafas, torturas y asesinatos. Gordon fue su superior cuando fue trasladado a Buenos Aires, bajo la órbita de Guillermo “Pajarito” Suárez Mason, comandante del Primer Cuerpo de Ejército.
Ambos alquilaron un taller mecánico en el barrio de Floresta, en la calle Venancio Flores 3519, que operaba como un depósito de chatarra en su fachada. Sin embargo, el lugar fue convertido en un centro de tortura y exterminio que operó bajo las órdenes de Suárez Mason bajo el nombre de "Automotores Orletti".
Gordon, quien tenía un amplio historial delictivo y era conocido por su brutalidad, fue el principal operador de Orletti, supervisando las torturas y ejecuciones que allí se realizaban. Guglielminetti, bajo su mando, participaba activamente en estas operaciones. Orletti era un punto clave en la coordinación represiva entre las dictaduras de la región, y las víctimas que pasaron por allí incluían tanto argentinos como ciudadanos de países vecinos.
El taller funcionaba como un espacio de tránsito para los prisioneros, quienes eran sometidos a interrogatorios violentos y, en muchos casos, asesinados. Las torturas en Automotores Orletti eran particularmente crueles, y el centro se ganó una reputación siniestra entre los servicios de inteligencia de la época.
La importancia de Orletti en la maquinaria represiva radicaba en su doble función: por un lado, como lugar de detención y tortura, y por otro, como base de operaciones para el saqueo de propiedades de los detenidos, cuyos bienes eran confiscados por los miembros del grupo de tareas. Esta mezcla de violencia política y crimen común hizo de Orletti un símbolo de la impunidad y la crueldad de los represores.
En esa etapa, a los generales Suárez Mason y Otto Paladino, jefe de la SIDE, no les importaba si el "mayor Guastavino" era militar de carrera o no; cumplía con todas las funciones requeridas, desde torturas y desapariciones hasta robos y extorsiones.
La SIDE paralela
Con la asunción de Raúl Alfonsín el 10 de diciembre de 1983, comenzaron a salir a la luz parcelas del Estado que habían permanecido en la oscuridad durante años, siendo la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) una de las más enigmáticas. Para reorganizarla, Alfonsín nombró a Roberto Penna, un abogado laboralista y ex diputado nacional.
Dado que Penna carecía de experiencia en inteligencia, un nuevo personaje emergió: Dante Giadone, subsecretario general de la Presidencia. Giadone, un ex suboficial retirado, propuso crear un grupo de inteligencia para "asesorar" a Germán López, secretario general de la Presidencia. En medio de esa reestructuración, surgió el "Grupo Alem", liderado por el "mayor Guastavino", quien había sido incorporado como miembro de la custodia presidencial por un alto oficial del Ejército sin que los principales funcionarios radicales estuviesen al tanto de sus antecedentes.
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Guglielminetti reclutó a otros agentes del Batallón 601, como Juan Carlos del Cerro (alias "Colores"), que había operado en centros clandestinos de detención como El Olimpo y Club Atlético. Este grupo tenía oficinas en Leandro Alem 218, cerca de la Casa Rosada. Cierto día, un grupo de espías de la Armada y la propia SIDE, bajo la fachada de empleados de la empresa telefónica ENTEL, intentó ingresar en estas oficinas, lo que derivó en un violento altercado entre "pesados" de distintas fuerzas u organismos. Esto derivó inevitablemente en un escándalo público cuando se reveló la existencia de la "SIDE paralela" y la identidad de sus integrantes, todos ex represores del gobierno militar. El 27 de junio de 1985, una fotografía de Guglielminetti cerca del presidente Alfonsín, en su rol como custodio, apareció en las tapas las revistas, aumentando aún más la controversia.
Tras el escándalo, el "mayor Guastavino" huyó del país, pero fue arrestado en Marbella gracias a la colaboración de la policía local y agentes de inteligencia españoles y argentinos. Fue liberado tras la promulgación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Sin embargo, Guglielminetti fue arrestado nuevamente el 27 de noviembre de 1991, acusado de participar en el asesinato del empresario Emilio Naum, quien fue asesinado el 22 de junio de 1984 al resistir un intento de secuestro. Posteriormente, se determinó que Naum había sido víctima del "Clan Puccio", sin relación con Guglielminetti.
A pesar de esto, su rol como represor durante la dictadura lo llevó a ser encarcelado nuevamente en agosto de 2006 por orden del juez Daniel Rafecas, siendo condenado a varias penas, incluida la prisión perpetua. En 2020, el Tribunal Oral Federal de Neuquén le concedió la prisión domiciliaria, aunque la Cámara Federal de Casación Penal anuló esta decisión, considerando insuficiente su edad como justificación para dicho beneficio.