La Policía Federal de Brasil lanzó este jueves la segunda fase de la operación denominada “Trapiche-FT”, destinada a investigar la financiación de preparativos para actos terroristas por parte de ciudadanos brasileños “reclutados” por el grupo libanés Hezbollah.
Durante la operación, los agentes realizaron arrestos preventivos y allanaron ocho domicilios en Belo Horizonte, Uberlândia, Contagem (Minas Gerais), San Pablo y Brasilia. Las órdenes judiciales fueron emitidas por un tribunal de Belo Horizonte, que también ordenó el bloqueo de las cuentas de los investigados y de algunas empresas.
Los investigadores encontraron evidencia de que Mohammad Khir, señalado como el principal reclutador de Hezbollah en Brasil, utilizó el mismo método de preparación para varias personas involucradas con el grupo terrorista libanés. Khir se encuentra prófugo y ha sido incluido en la lista roja de Interpol.
De origen sirio, Khir posee ciudadanía brasileña y su último domicilio en Brasil estaba en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais. Había sido mencionado por el ex fiscal de la AMIA, Alberto Nisman, como uno de los supuestos contactos del ex agregado cultural de Irán en Argentina, Moshe Rabbani, quien tiene una orden de captura internacional como supuesto autor ideológico del atentado a la AMIA.
Según la Policía Federal de Brasil, Khir y Haissam Houssim Diab habían reclutado al menos a seis ciudadanos brasileños para trasladarlos a Beirut, ofreciéndoles sumas de dinero a cambio de perpetrar atentados contra objetivos judíos en Brasilia, incluyendo dos sinagogas. Uno de los detenidos tenía en su agenda de contactos a un argentino.
En esta fase de la denominada "Operación Trapiche-FT", se reveló que el principal investigado, aprovechando la situación vulnerable de inmigrantes y refugiados, utilizó sus datos personales para abrir cuentas bancarias y empresas, a través de las cuales canalizó fondos provenientes de actividades ilícitas, según informó la Policía Federal en un comunicado.
La investigación también descubrió que parte de las ganancias del contrabando fluían a través de cuentas pertenecientes a empresas fantasma, que ya estaban bajo investigación por la Policía Federal por su presunta participación en un esquema de lavado de dinero que involucra miles de millones de dólares.
Los investigadores lograron rastrear las transferencias realizadas por el grupo y detectaron que los fondos eran convertidos en criptomonedas, las cuales luego eran enviadas a billeteras sancionadas por su vinculación con organizaciones terroristas.
De acuerdo con la Policía Federal, los reclutadores buscaban brasileños con antecedentes penales que no tuvieran vínculos religiosos o ideológicos con Hezbollah.
"Las pruebas reunidas en la investigación policial indican que los billetes de avión utilizados por brasileños reclutados para viajar al extranjero, donde fueron entrevistados para ser seleccionados por la organización terrorista, fueron financiados con el comercio ilícito de cigarrillos electrónicos de contrabando y vendidos en estancos en Brasil", señalaron las autoridades policiales.
Los acusados podrían enfrentar cargos por contrabando, integración de organización terrorista, actos preparatorios del terrorismo, financiación del terrorismo y blanqueo de capitales, con penas máximas que, sumadas, alcanzan los 75 años y seis meses de prisión.
A principios de abril, cuando aumentaron las tensiones entre Israel e Irán, surgieron advertencias sobre la posibilidad de que este conflicto se expandiera más allá de Medio Oriente, a través de las fuerzas proxy de Irán, como Hezbollah. Este grupo terrorista libanés ha extendido su influencia internacionalmente, llegando incluso a América Latina. Así lo demostraron sus dos ataques en Buenos Aires: contra la embajada de Israel en 1992 y contra la AMIA en 1994, que dejaron un total de 107 muertos. Este mes, la Cámara Federal de Casación Penal confirmó que Irán estuvo detrás de esos atentados y que Hezbollah fue el responsable de su ejecución.
En las tres décadas transcurridas desde los atentados en Buenos Aires, Hezbollah ha continuado expandiendo su influencia en América Latina, especialmente en el ámbito del crimen organizado, mientras opera sigilosamente en la clandestinidad.
Según expertos, la actividad principal del grupo chiita en la región es de carácter financiero, facilitando mecanismos para el lavado de dinero de organizaciones de narcotráfico y crimen organizado, con el objetivo de financiar sus operaciones en Medio Oriente. Diversas investigaciones han señalado que los vínculos de Hezbollah en la región incluyen alianzas con bandas importantes como el Primeiro Comando Capital (PCC) en Brasil y los carteles de Los Zetas y Sinaloa en México.