El martes, la DDI-Avellaneda Lanús de la Policía Bonaerense arrestó a cuatro delincuentes chilenos en relación con un asalto boquetero a una armería en la calle Balbín, ocurrido el fin de semana anterior. Este ataque resultó en el robo de cerca de 100 armas, tanto cortas como largas, incluyendo más de 20 revólveres Smith & Wesson y un FAL calibre.308.
Después de revisar las grabaciones de las cámaras de seguridad, los agentes obtuvieron una orden de allanamiento urgente, solicitada por la UFI N°5 del fiscal Martín Rodríguez. Así, se dirigieron a un lugar de escondite en la calle Hornos, en Villa Fiorito, en la zona de Lomas de Zamora. En el lugar, los principales sospechosos, apellidando Montecino Riquelme y Mena Bustos, fueron detenidos. La coincidencia fue inmediata: los hombres eran prácticamente idénticos a los individuos vistos en las grabaciones. Un tercer sospechoso, de apellido Fernández, llegó en ese momento en una Renault Duster y fue arrestado de forma instantánea.
En la camioneta había una mujer, identificada como Lizana Fuenzalida, quien al notar los arrestos aceleró el vehículo. Sin embargo, fue detenida tras una corta persecución y atrapada una cuadra más adelante, donde le encontraron una pistola de 9 milímetros con 17 balas en el cargador.
Posteriormente, la DDI llevó a cabo una incautación en el lugar de escondite, donde descubrieron diez armas, incluyendo un FAL. En medio del arsenal, hallaron una tarjeta que pertenecía a una "ARMERÍA LANÚS". La ubicación de las restantes 90 armas —si los delincuentes las vendieron o si fueron movidas a otro escondite— permanece como un enigma por resolver.
Se constató que los delincuentes accedieron a la armería a través de un comercio contiguo, una agencia de autos. La encargada de la agencia se alarmó al ingresar al local el lunes por la mañana y notar que habían desaparecido sus dos notebooks, además de encontrar un hoyo de más de medio metro de diámetro en la pared. En el suelo, descubrió una maza, un cortacandados, una barreta y un cortafierro. Ante esta situación, decidió llamar al 911, lo que llevó a que la Comisaría N°3 de la Policía Bonaerense mandara un patrullero al lugar.
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También se comunicó a la dueña de la armería. Al llegar al lugar, se dio cuenta del robo de sus armas. Además, observó que los delincuentes, en un torpe intento de desactivar las alarmas, arrancaron de la pared la caja de luz y el medidor. Los investigadores del caso sospechan que la banda ingresó a la agencia de autos al romper el techo. Se cree que el robo pudo haber tenido lugar durante el domingo, ya que la agencia había estado operando hasta la tarde del sábado.
La interpretación del suceso revela que se trató de un ataque que superó la violencia cotidiana. La situación fue clara: no solo se trató de un arsenal de alto calibre, incluyendo armas nuevas y un fusil FAL que ahora están en manos de una banda o listos para la venta en el mercado negro. Este robo fue llevado a cabo por delincuentes más astutos y organizados que un simple ladrón a moto.
Se encontraron dos laptops específicas en la cueva de la calle Hornos. No obstante, los arrestos son solo el inicio del proceso: el rastro de las armas podría conducir a un ámbito considerablemente más oscuro.