Un grupo de ladrones llevó a cabo un plan para robar un banco en el corazón del casco histórico de San Isidro, y las investigaciones revelaron que comenzaron a preparar su operación en febrero del 2023. Según las pruebas, los delincuentes alquilaron un popular bar llamado Hábeas Corpus, ubicado enfrente de los tribunales, el año pasado ya que el sótano del local linda con la bóveda del Banco Macro. El contrato de alquiler sirvió como prueba para la fiscalía general de la jurisdicción.
La dupla de fiscales, compuesta por Patricio Ferrari y Carolina Asprella, bajo la supervisión del fiscal general John Broyad, obtuvo acceso a copias del contrato de alquiler del bar. La información fue corroborada por la declaración del abogado de la dueña del lugar, quien había negociado el alquiler. De esta manera, se descubrió que el Hábeas Corpus era el segundo inmueble que la banda había alquilado para su operación ilícita, junto al galpón de la calle Chacabuco, que se utilizó como base para el plan.
Habló el abogado del dueño del bar que alquiló la banda del túnel de San Isidro
La investigación reveló que un individuo, identificado como J.L.S., se puso en contacto con el propietario del bar para avanzar con el alquiler. Según su versión, era el representante de un hombre de apellido T. originario de la ciudad de La Plata, y aseguró que era una persona solvente y que podía ofrecer una garantía de una empresa de finanzas. Adicionalmente, J.L.S. informó que el interesado en alquilar poseía una cadena de supermercados y locales de venta de implementos para caballos.
El abogado representante de la dueña del bar reveló que los inquilinos les habían explicado que eligieron el lugar por su proximidad con el Hipódromo. Además, expresó: “Recuerdo a los tres o cuatro meses de contrato me refiere que iban a alquilar un local a la vuelta, que si me llamaban por referencias si podía hablar y le referí que solamente podía decir que al momento pagaban de forma regular. Me comento que ese nuevo lugar lo querían usar de depósito”.
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Aparentemente, los delincuentes habían estado buscando locales que rodeaban el banco para realizar mediciones. De hecho, uno de los investigadores reveló que “el bar Habeas Corpus tiene un deposito subterráneo que está a la misma altura que la bóveda. Seguramente tomaron medidas”.
El abogado del bar informó que el inquilino que había pagado el alquiler desapareció después de seis meses sin dejar rastro. El número de teléfono nunca más fue atendido. La situación fue similar con la empresa que había sido nombrada como garantía, también desapareció sin dejar explicación. En vista de que el local estaba vacío y no se habían registrado actividades en él, el abogado decidió, en compañía de un escribano, tomar posesión del lugar.
La desaparición de los inquilinos del bar coincidió con el momento en que comenzaron a alquilar el galpón en donde se detectó el boquete. Un investigador cree que “Alquilaron el bar para hacer inteligencia y una vez que la obtuvieron desaparecieron y comenzaron con el túnel en el galpón”. Mientras tanto, están revisando las grabaciones de seguridad y toman declaraciones para intentar identificar a los delincuentes involucrados.
Los integrantes de la banda que cavó el túnel de San Isidro
Fue un proyecto de ingeniería civil. El túnel de 150 metros de largo cavado bajo la calle era una obra maestra de planificación y ejecución que tenía como objetivo robar un banco ubicado en la calle Chacabuco en San Isidro.
Después de que un equipo de la Municipalidad descubrió el túnel subterráneo al romper el empedrado y la carpeta de cemento en la calle, los investigadores de la Policía Bonaerense se encontraron con una estructura sofisticada que incluía paredes encofradas para evitar derrumbes, un sistema de ventilación, tendido eléctrico y una escalera que llevaba a la verdadera base de la banda: un galpón que había sido alquilado en noviembre de 2023 y anteriormente funcionaba como taller mecánico.
La banda criminal incluso se adelantó un año en el pago de alquiler a una inmobiliaria local, lo que demuestra su planificación detallada. Además, crearon una fachada convincente, un negocio de placas contra la humedad, con múltiples muestras del producto exhibidas en el lugar.
En el galpón, la Policía Bonaerense encontró evidencia adicional de su planificación minuciosa. Se encontraron planos de la zona, consejos sobre cómo evitar la detección y, lo más alarmante, planos detallados del banco que planeaban atacar, incluyendo la ubicación de sensores y alarmas. Sin embargo, su plan se vino abajo cuando un pequeño detalle los delató: un fierrito que salió entre el empedrado.
La investigación para esclarecer el intento fallido de golpe está ahora en manos de los fiscales Carolina Asprella y Patricio Ferrari, bajo la supervisión del fiscal general John Broyad. Los fiscales delegaron tareas a la DDI de San Isidro, incluyendo el análisis de cámaras de seguridad y el impacto de las antenas de celulares. Entre las pistas que siguen a los investigadores, hay una sospecha creciente: la estructura del túnel parece reflejar la estructura de la banda criminal misma, lo que sugiere que los responsables pueden haber tenido un plan detallado y cuidadosamente preparado.
Según fuentes relacionadas con el caso, se identificaron al menos dos personas que podrían estar involucradas en la trama: un ingeniero o maestro mayor de obras y una cuadrilla de albañiles. Durante el allanamiento del galpón, los investigadores encontraron las herramientas utilizadas por la banda, incluyendo barrenas para perforar tierra, amoladoras, soldadoras y un carrito para transportar tierra.
Los planos del banco encontrados en el corcho llevaron a la sospecha de un posible traidor: un empleado del banco que haya vendido información en secreto a cambio de una parte del botín. Sin embargo, según se estima, la figura más sospechosa podría ser un financiero o inversor importante, que podría haber proporcionado financiamiento y apoyo logístico a la banda criminal.
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Según un investigador, “Por lo menos, la banda tendría diez integrantes”. Esto sugiere que la operación de excavación y construcción del túnel fue un proceso laborioso que requirió un gran número de personas. El riesgo de que alguien involuntariamente abriera la boca durante el trabajo y revelara la trama parece evidente, considerando que el proceso de construcción duró al menos nueve meses.
Además, los investigadores se sorprendieron al encontrar una gran cantidad de tierra en el galpón,“evidentemente, se cuidaron en esto. Tal vez habrá salido una camioneta en algún momento, pero toda la tierra estaba allí”. La tierra encontrada era tal, que parecía haber sido sacada de la calle, sin dejar rastro de barro en la vereda y sugirieron que los responsables del túnel utilizaron una camioneta para transportar la tierra y evitar dejar huellas.