12 de diciembre 2024 - 18:20hs

El medallista panamericano y finalista olímpico fue denunciado por una ex alumna de su escuela, en una investigación enmarcada en la supuesta captación de menor de edad por medios tecnológicos con fines sexuales, delito que contempla pena de hasta cuatro años de prisión.

Federico Molinari fue el representante argentino más famoso en el mundo de la gimnasia artística. Por su rendimiento fue cinco veces premio Olimpia, medallista panamericano y, en un hecho excepcional para el deporte argentino, finalista en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

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Debido a su éxito, participó en Bailando por un sueño y en el programa Combate.

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Aunque el atleta lo negó, el caso tomó trascendencia el año pasado cuando la Justicia decidió que había mérito suficiente para avanzar y acaba de ser llamado a una declaración indagatoria.

Molinari, quien sigue trabajando en su escuela y asistiendo a eventos de la Federación Bonaerense de Gimnasia a la que tuvo que renunciar cuando estalló el escándalo, tendrá que convencer al doctor Eduardo Acosta de la Unidad Funcional de Instrucción de San Isidro Especializada en Trata y Pornografía, sobre su inocencia.

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Lo que ocurra en esa audiencia se juega gran parte del futuro de un atleta que supo estar en la élite del deporte argentino.

La historia comenzó a gestarse en 2021 cuando, según la denuncia Molinari comenzó a escribirle chats hot a una alumna de 16 años identificada como M.B. Y, según la madre de la adolescente, la situación duró un año hasta que ella intervino. Esos chats que están aportados a la Justicia, parecen tener una fuerte carga probatoria.

En ellos, todos realizados por la plataforma Instagram, el ex atleta utilizaba un lenguaje absolutamente inapropiado a punto tal de que le pedía a la alumna que pasara a modo efímero (chats temporales que se borran tras la conversación) porque si no “estaba al horno”. Allí le hablaba de que “estaba muy linda”, “que estaba hecha un fuego” y hasta llega a sugerir un encuentro fuera de la escuela cuando le escribe “¿querés que te cuide un día de estos? Creo que me animo jajaja”.

Y en uno de ellos incorporado a la causa se mezclan las cuestiones deportivas con sugerencias de otra índole. Así se lee en una de las fojas del caso que Molinari presuntamente le escribe lo siguiente: “Pienso mucho en los entrenamientos y en el Sudamericano y en algo más que si te cuento puede ser perjudicial para Fede (NdR: sic, en tercera persona)”.

Según la denuncia aportada por la madre, los chats se iniciaron el 20 de febrero de 2021 y finalizaron recién en enero de 2022, cuando ella lo encaró y él presuntamente le ofreció beneficios para que no saliera a la luz: “Todo empezó en el verano de 2021. Cuando tenía que retomar el entrenamiento, mi hija me dijo que no quería. En ese momento le pregunté por qué, pero ella no quiso decirme. Volvió un mes después a las prácticas. Ni bien lo hizo, pasaron determinadas cosas y se desencadenó todo. Mi hija habló con su psicólogo, él le dijo que me contara la verdad y yo lo que hice fue encarar a Molinari, que lo único que quería era que su mujer no se enterara de nada y me ofrecía alternativas para que mi hija siguiera en la actividad. Y en vez de eso fue tratada peor, hasta quisieron bajarla de la competencia nacional. Yo le envié los chats a Paula (NdR: Cancio, también entrenadora) para que supiera lo que estaba haciendo su esposo con mi hija y aún así prefirió mantenerse callada. Hablé todo con el psicólogo y decidí hacer la denuncia en la Confederación Argentina de Gimnasia primero y en la Justicia después. Yo no quería que esto saliera a la luz porque ya bastante tiene mi hija con lo que vivió. Pero entendí que había que denunciar porque esto no puede pasarle ni a mi hija ni a nadie más. Por eso denuncié: hice lo que una madre tiene que hacer”.

Ante esta situación, Molinari, quien maneja varias escuelas de gimnasia asociadas a la Confederación Argentina, y entre sus alumnos hay muchos que forman parte de los equipos nacionales (son casi 5000 los chicos que han pasado por sus gimnasios), debió dar un paso al costado en el cargo jerárquico que ostentaba en la Federación Bonaerense de Gimnasia y, si bien no dio notas, replicó la acusación por intermedio de un comunicado en redes sociales, en el que afirmó: “Los entrenamientos son abiertos a los padres, la denunciante tuvo problemas en otras dos instituciones, todos saben que soy incapaz de cometer cualquier tipo de abuso o exceso con un alumno. Por eso niego enfáticamente haber remitido mensaje alguno con contenido o sentido sexual. Siempre tuve un cordial vínculo con la alumna y los contactos que he mantenido con ella han estado destinados a acompañarla y levantarle el ánimo en momentos difíciles que ha tenido. Lamentablemente, la realidad ha sido tergiversada”. Y se puso a disposición de la Justicia.

Esa Justicia que ahora pasó de imputarlo a indagarlo y que ya comprobó que los mensajes de Instagram que recibía M.B. provenían de computadoras situadas en la “Escuela Federico Molinari”, ubicada en la localidad de Don Torcuato y en un domicilio legal de Beccar donde vivía el ex atleta.

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