25 de agosto 2025 - 17:02hs

Un hallazgo fortuito en una publicación inmobiliaria argentina reveló inesperadamente la pista otro de los secretos del saqueo artístico nazi. El "Retrato de una dama", una obra del pintor italiano Giuseppe Ghislandi (1655-1743) —conocido también como Fray Galgario—, apareció colgado sobre el sofá de una casa en venta en la Costa Atlántica, propiedad de las hijas del ex funcionario de la SS, Friedrich Kadgien. La pintura formó parte de la prestigiosa colección del marchante judío neerlandés Jacques Goudstikker, liquidada a precios irrisorios por los nazis en 1940, y permaneció desaparecida durante más de 80 años.

El descubrimiento, publicado por el diario neerlandés AD, representa un nuevo capítulo en la búsqueda de las obras de arte saqueadas durante el Holocausto. Marei von Saher, nuera de Goudstikker y heredera de la colección, confirmó que iniciará acciones legales para recuperar la pieza.

La obra, que retrata a la condesa italiana Colleoni, fue identificada gracias a que una de las hijas de Kadgien puso su vivienda en venta a través de una inmobiliaria argentina. Las fotografías del interior revelaron el cuadro, cuyas dimensiones coinciden exactamente con los registros históricos de la Agencia neerlandesa del Patrimonio Cultural (RCE). Los expertos sostienen que "no hay razón para pensar que sea una copia", aunque señalan que solo un examen del reverso podría confirmar definitivamente su autenticidad mediante marcas o etiquetas originales.

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Jacques Goudstikker, el marchante saqueado

Jacques Goudstikker se había consolidado como el marchante de arte más importante de los Países Bajos durante el período de entreguerras. Su galería de Ámsterdam albergaba más de 1.100 piezas, incluyendo obras de maestros como Rembrandt y Vermeer. La colección, valorada en millones de florines, representaba uno de los patrimonios privados de arte más significativos de Europa.

El destino de Goudstikker se selló el 16 de mayo de 1940, cuando murió trágicamente al caer en la bodega del barco SS Bodegraven mientras huía de los nazis a través del Canal de la Mancha. Su muerte prematura dejó a su esposa Dési von Halban y a su hijo Edo en una situación desesperante: la galería quedó a merced de los ocupantes alemanes, quienes no tardaron en desplegar su sistemática maquinaria de saqueo.

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El mariscal Hermann Göring, uno de los principales jerarcas nazis y voraz coleccionista de arte, adquirió la totalidad de la colección Goudstikker por apenas 2 millones de florines, aproximadamente una sexta parte de su valor real. La transacción, ejecutada el 13 de julio de 1940, incluyó las 1.113 pinturas inventariadas en lo que los historiadores consideran una venta forzada que no difirió mucho de un robo institucionalizado.

El saqueo artístico nazi alcanzó en verdad proporciones industriales: los alemanes robaron aproximadamente el 20% de todo el arte europeo, convirtiendo el pillaje cultural en una política de Estado. Göring llegó a acumular una colección personal donde aproximadamente el 50% consistía en propiedades confiscadas a los "enemigos del Reich", principalmente familias judías despojadas de sus pertenencias.

La ruta sudamericana: del Pantanal a Buenos Aires

La historia de Friedrich Kadgien en Sudamérica revela una operación de blanqueo de capitales que se extendió por tres países y perduró durante décadas. Tras su establecimiento en Suiza, donde había logrado ocultar entre 1.000 y 3.000 millones de marcos robados a través de la empresa Imhauka AG —cuyo nombre combinaba las iniciales de Anna Imfeld, Ludwig Haupt y el propio Kadgien—, expandió sus operaciones hacia Brasil a principios de la década de 1950, antes de su instalación definitiva en Argentina. La investigación de un documental de la Deutsche Welle presentado en 2013 (El rastro de la serpiente - Friedrich Kadgien, el mago de las finanzas nazis) detectó la presencia de estos tres personajes en el Pantanal brasileño.

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Allí, en la mayor planicie inundable del mundo ubicada al oeste del país, Kadgien se encontró con Ludwig Haupt, su ex colega de la Vierjahresplanbehörde (Oficina del Plan Cuatrienal), y Anna Imfeld, viuda de su testaferro suizo. Juntos invirtieron el dinero robado en 85.000 hectáreas de tierra en el Mato Grosso —una extensión equivalente al tamaño de Berlín— que incluía una hacienda a orillas del río Tacuarí con 20.000 cabezas de ganado. En 1953, la propiedad fue vendida, consolidando las ganancias de la operación. ¿Cómo fue posible que estos ex funcionarios nazis pudieran adquirir propiedades de tales dimensiones tan poco tiempo después de la Segunda Guerra Mundial?

La respuesta se encuentra en la sofisticada red financiera que Kadgien, Haupt e Imfeld habían construido desde Suiza. Utilizando empresas pantalla y cuentas secretas, lograron transferir los activos robados durante el régimen nazi hacia inversiones aparentemente legítimas en Sudamérica. En 1955 fundaron la Imhauka Brasileira Industrial e Comercial S.A. con sede en la Avenida Rio Branco de Río de Janeiro, ciudad en la que Kadgien también tuvo una residencia en el exclusivo barrio de Santa Teresa.

Casi en simultáneo, en 1951, Kadgien estableció Imhauka Argentina S.A. en Buenos Aires y adquirió una casa en Vicente López. Desde allí desarrolló conexiones comerciales con el régimen de Juan Domingo Perón, actuando como intermediario entre empresas alemanas como Siemens y el gobierno argentino. Los negocios sudamericanos de Kadgien se extendieron luego en 1958, cuando gracias a contactos comerciales con el gobierno brasileño pudo cerrar ventas de armamento (incluyendo fusiles HK G3 fabricados por la empresa Rheinmetall), operaciones que le generaban comisiones millonarias del 5%.

kadgien

El perfil bajo que mantuvo Kadgien durante sus años sudamericanos contrasta con la magnitud de su accionar comercial. Vivió discretamente entre Brasil y Argentina, construyendo una fachada de empresario exitoso que ocultaba el origen criminal de su riqueza. Cuando Kadgien falleció en Buenos Aires en 1978, fue sepultado en el cementerio alemán de la Chacarita. Se llevó consigo así los secretos de una fortuna que había logrado blanquear exitosamente durante más de tres décadas. En 2013, cuando la Deutsche Welle registró su documental, Imhauka tenía aún oficinas en un edificio de la calle Corrientes, en el centro de Buenos Aires.

Giuseppe Ghislandi, el pintor

Giuseppe Ghislandi, conocido artísticamente como Fray Galgario, representa uno de los exponentes más refinados del retrato barroco italiano. Nacido en Bérgamo en 1655, desarrolló una técnica pictórica distintiva que lo posicionó como el retratista predilecto de la aristocracia lombarda.

En 1702, Ghislandi ingresó a la Orden de los Mínimos del monasterio de Galgario, adoptando el nombre religioso de Vittore y estableciendo su taller dentro del propio convento. Su arte evolucionó hacia una sofisticación técnica notable: abandonó progresivamente el uso de pinceles tradicionales, empleando los dedos y paletas de madera para crear efectos de difuminado y textura que anticiparon elementos del estilo rococó.

La Accademia Carrara de Bérgamo conserva la colección más importante de sus obras, incluyendo el célebre "Autorretrato con muchacho" (1732), donde se retrata con hábito monacal junto a su modelo favorito. Sus pinturas se caracterizan por la captación psicológica de los personajes y el virtuosismo en la representación de tejidos y ornamentos, cualidades que hicieron del "Retrato de una dama" una pieza codiciada por coleccionistas como Goudstikker.

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La batalla por la restitución continúa

El hallazgo del cuadro de Ghislandi podría inscribirse en un proceso de restitución que lleva décadas. En 2006, tras un prolongado litigio, el gobierno neerlandés devolvió 202 pinturas a los herederos de Goudstikker, quienes subastaron parte de la colección en 2007 por casi 10 millones de dólares para financiar la búsqueda de las piezas restantes.

La RCE advierte que el proceso legal podría extenderse considerablemente si las actuales propietarias se negaran a entregar la obra voluntariamente. El precedente legal es complejo: Argentina no forma parte de los acuerdos internacionales sobre restitución de arte robado durante el Holocausto, lo que podría complicar cualquier acción judicial.

Paralelamente, los investigadores identificaron en las redes sociales de las hijas de Kadgien una segunda obra desaparecida: un bodegón floral de Abraham Mignon, pintor neerlandés del siglo XVII, aunque su procedencia exacta aún se encuentra bajo estudio.

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