El asesinato de Franco Saulle, un joven trader de 19 años ultimado de un tiro en la cara el pasado jueves en la localidad de Burzaco, se investiga hasta el momento con dos hipótesis principales: la de un robo o un ajuste de cuentas, aunque las características del crimen —la velocidad con la que fue ejecutado, de acuerdo a lo observado en la filmación de una cámara de seguridad, la aparente ausencia de intención de robo— parece inclinar la balanza por la segunda idea.
En este contexto, y más allá de las particularidades del caso de Saulle, los antecedentes personales de la víctima y sus actividades en el mundo del trading y los manejos de criptomonedas y otros activos en plataformas digitales resultan un llamado de atención acerca de una tendencia que se ha desarrollado en los últimos meses: la del auge de jóvenes que ofrecen cursos online con la promesa de hacer millonarios a sus compradores experimentó rápidamente un crecimiento considerable.
Una simple consulta en un buscador online puede ser suficiente para revelar una suerte de cibercultura de jóvenes que rondan los 20 años y presumen de éxitos financieros impresionantes alcanzados en plazos increíblemente cortos. Por ejemplo, un joven asegura vivir en Dubái y dirigir un negocio que genera 100.000 dólares mensuales a la edad de 19 años. Otro describe cómo, después de abandonar su carrera en medicina en el segundo año, decidió emprender y logró ganar 6.300 dólares en solo dos meses.
Los videos que comparten siguen un patrón similar: pueden parecer extractos de entrevistas, fragmentos de documentales o diálogos diseñados especialmente para impresionar. En ellos, el protagonista revela su método para hacerse rico rápidamente, recurriendo a roles poco convencionales como “closer de ventas”, “car flipping”, “trafficker”, “appointment setter” y “growth creator”. Estos términos, denominados como “high income skills”, se promocionan como habilidades que permiten destacar en el mercado laboral, incluso sin una formación convencional.
La estrategia de estos jóvenes emprendedores
Maximiliano Firtman, un programador y docente de informática que sigue de cerca este fenómeno, en diálogo con Cadena 3 observó un patrón en la estrategia de estos supuestos gurús financieros. Usan las redes sociales, particularmente plataformas como Instagram y TikTok, para atraer a una audiencia joven. Sus perfiles emergen de la nada y en poco tiempo comienzan a promocionar una vida de lujos y éxito. Firtman señala que el proceso suele empezar con publicidad en redes, que en lugar de vender un curso directamente, ofrece una invitación sutil a descubrir más sobre ciertos temas, con términos en inglés que llaman la atención.
Una vez captada la atención, publican videos mostrando su supuesta riqueza, con lujos como viajes a Dubái o automóviles costosos, e invitan a la audiencia a contactarlos mediante mensajes directos o a unirse a grupos de WhatsApp. En estos grupos, siguen con su narrativa, ofreciendo clases gratuitas y enfatizando en su éxito personal, a menudo sin ninguna evidencia tangible de su actividad comercial. Eventualmente, venden cursos con precios que oscilan entre los 500 y 2.000 dólares, justificando el costo alegando que invirtieron mucho más en obtener ese conocimiento.
Manipulación y publicidad engañosa
Ignacio Carballo, economista y director del Centro de Finanzas Alternativas de la UCA, comenta que, aunque esta estrategia no es nueva, lo que es novedoso es la manipulación y publicidad engañosa llevada al extremo. Carballo advierte sobre la falta de garantías y el sesgo en la presentación de resultados, que en realidad son mínimos, pero que, al ser exhibidos de manera atractiva, dan la impresión de que es posible enriquecerse rápidamente. Este enfoque explota las necesidades de personas en situación económica precaria, quienes invierten con la esperanza de mejorar sus vidas.
Además, tanto Firtman como Carballo notaron un fenómeno en crecimiento: videos producidos por niños menores de 15 años, promoviendo este tipo de cursos. Carballo sostiene que este es un fenómeno global, pero en Argentina resuena particularmente debido a la emergencia económica que enfrentan muchas personas. La narrativa utilizada sugiere que quien no logra ser millonario es porque no quiere, ignorando los riesgos y las pérdidas que muchos pueden experimentar en el proceso.
El debate sobre si estos cursos constituyen estafas piramidales o simplemente prácticas de marketing cuestionables continúa. Aunque no requieren que los participantes aporten dinero para ser parte de la estructura, la promesa de aprender a ganar mucho dinero rápidamente, sin garantía alguna, plantea interrogantes sobre la ética de estos negocios. Firtman concluye que estos cursos enseñan principalmente a vender otros cursos, perpetuando un ciclo en el que el verdadero ingreso proviene de convencer a otros de seguir el mismo camino.
Un caso reciente: su amigo vendía cursos y se fugó con más de US$500.000
Agustín Marchetti, un joven que se promociona como “Trader Profesional” en YouTube, acumulando casi 80 mil seguidores, está en el centro de una polémica. A pesar de ofrecer cursos de trading supuestamente gratuitos y la promesa de ganancias en dólares, sobre él pesa una denuncia por estafa, una huida del país y rumores que lo sitúan en Andorra. Juan Arista, un mecánico que le construyó un auto a medida para competir en carreras, lo conocía desde su niñez y confiaba plenamente en él. Juan fue uno de los primeros en alzar la voz y denunciar las actividades fraudulentas de Marchetti en Córdoba, lugar donde Marchetti residía en noviembre pasado, cuando sus acciones ilícitas salieron a la luz.
La confianza de Arista en su amigo se cimentó en la percepción de éxito que proyectaba Marchetti, quien ofrecía algo similar a un plazo fijo en dólares a través de sus redes sociales, asegurando retornos sin precedentes. Arista y su pareja invirtieron inicialmente US$200 en un curso, seguido por US$300 en otra capacitación. Marchetti se jactaba de rentabilidades impresionantes, lo que animó a Juan a invertir otros US$500 con la esperanza de aumentar su patrimonio de forma segura. Sin embargo, la realidad resultó ser completamente diferente; su inversión comenzó a disminuir rápidamente. Ante la incertidumbre, Juan intentó contactar a Marchetti, pero sus mensajes quedaron sin respuesta, y su angustia solo aumentó cuando descubrió que otros inversores estaban en la misma situación.
El ambiente en el grupo de Discord, donde Marchetti reunía a sus inversores, se tornó tenso. Las quejas por pérdidas fueron respondidas con bloqueos y eliminación de comentarios por parte del trader. Ante esta situación, Arista recopiló testimonios de otras víctimas y descubrió que no era un problema aislado. Mientras tanto, Marchetti parecía disfrutar de su vida en España, según los videos y fotos que circulaban en las redes. Al cabo de dos meses de idas y venidas, Juan pudo retirar apenas una fracción de su inversión, enfrentando también la indiferencia de la plataforma utilizada.
En el proceso de investigación, Arista encontró abundante información sobre Marchetti gracias a su activa presencia en redes sociales. Descubrió su mudanza a España, su posible fuga a Andorra y supuestas estafas anteriores. La Comisión Nacional de Valores también emprendió acciones legales contra Marchetti, revelando un patrón de conductas fraudulentas. “¡Atención! Si sos una persona que quiere generar ingresos diarios en dólares, quedate en este video”. Así comenzaba uno de los videos de Marchetti, que ahora parece ser el gancho para una serie de engaños bien orquestados.