La reciente decisión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de rechazar la exigencia de EE.UU. de destinar un 5% del PIB a gasto en defensa en los próximos diez años ha generado un rechazo mayoritario entre los votantes españoles.
Según una encuesta realizada por Sigma Dos para el diario El Mundo, el 60,4% de los encuestados considera que esta postura del presidente perjudicará la posición internacional de España.
A pesar de que un 43,5% de los ciudadanos cree que es necesario aumentar el gasto militar, la controversia se centra principalmente en la estrategia adoptada por Sánchez, que ha elegido oponerse a un compromiso asumido por todos los demás países miembros de la OTAN, incluidos los aliados más cercanos, como EE.UU.. Esta situación ha causado una creciente preocupación sobre el aislamiento de España dentro de la organización militar más poderosa del planeta.
El conflicto se origina a partir de la interpretación del gobierno español y una resolución policial que califican como un error la exigencia de aumentar significativamente las inversiones en defensa.
La negativa de Sánchez se basa en el hecho de que considera que ese gasto podría poner en riesgo otras áreas prioritarias para el país. Sin embargo, la postura del presidente ha sido ampliamente criticada no solo por partidos de la oposición, sino también por amplios sectores de la opinión pública, que consideran que la falta de alineación con los compromisos internacionales puede generar una pérdida de influencia para España.
Un 62,2% de los españoles considera positiva la pertenencia de España a la OTAN, mientras que un 24,1% no lo comparte. Esta opinión favorable es mayoritaria entre los votantes de casi todos los partidos, con excepción de los electores de Sumar.
El enfrentamiento de Pedro Sánchez con los aliados de la OTAN, especialmente con EE.UU., no solo ha generado malestar en el ámbito internacional, sino que también ha dejado a España en una situación de creciente soledad dentro de la Alianza.
En la Cumbre de La Haya, la actitud de Sánchez se tradujo en un aislamiento incluso físico, al no alinearse con la mayoría de los líderes que respaldaron el plan de aumentar el gasto en defensa.
Este distanciamiento ha sido interpretado por muchos como un error de cálculo estratégico que podría dejar a España en una posición desfavorable, tanto a nivel político como económico.
Además, las consecuencias de este rechazo fueron palpables al ser desmentido públicamente por Marc Rutte, secretario general de la OTAN, quien aclaró que la negativa de Sánchez no tenía un fundamento sólido dentro del acuerdo formal.
Los resultados de la encuesta muestran que el rechazo al aumento del gasto en defensa no se basa únicamente en la preocupación por la cantidad de dinero que podría ser necesario destinar a la defensa, sino en el temor a que esta postura sea vista como un desafío innecesario a los aliados internacionales.
En este sentido, la gran mayoría de los votantes de partidos de derecha, como el PP y Vox, se muestran en su mayoría favorables a la propuesta de aumentar el presupuesto en defensa.
Así, un 73% de los votantes del PP y un 58,7% de los de Vox están de acuerdo con asumir el gasto del 5% del PIB para defensa, lo que refleja un fuerte apoyo a un alineamiento más firme con las políticas de defensa internacional.
Sin embargo, la división ideológica es evidente entre los votantes de izquierda. Un 70,8% de los votantes del PSOE y un 87,6% de los de Sumar se oponen rotundamente a destinar tanto dinero a fines militares.
Esta postura refleja una discrepancia fundamental sobre las prioridades del gobierno, con un segmento significativo de la población que considera que esos recursos deberían ser invertidos en otros ámbitos, como la educación, la sanidad o la lucha contra la pobreza. No obstante, los votantes de izquierda también expresan preocupaciones sobre el posible aislamiento internacional de España debido a la negativa a cumplir con los compromisos acordados dentro de la OTAN.
Seguridad nacional, en debate
La encuesta también revela que el tema de la seguridad nacional es un factor crucial en este debate. Cuando se pregunta a los ciudadanos si creen que la negativa de Pedro Sánchez a aumentar el gasto en defensa podría comprometer la seguridad de España, la respuesta está dividida casi por igual: un 50,1% de los votantes considera que la falta de inversión en defensa podría poner en peligro la seguridad del país, mientras que un 49,9% opina lo contrario.
Entre los votantes del PP, un 75,5% ve un riesgo claro para la seguridad nacional, seguido de un 70,8% de los votantes de Vox. En contraste, los votantes socialistas y de Sumar tienden a minimizar ese riesgo, con un 66% de los votantes del PSOE y un 86% de los de Sumar creyendo que no hay peligro inminente de que la seguridad de España se vea comprometida por esta postura.
Consenso entre los votantes españoles
A pesar de estas divisiones, hay un consenso generalizado sobre un aspecto fundamental: España debe seguir siendo parte de la OTAN. Un 62,2% de los encuestados respalda la permanencia de España en la Alianza, un dato que se mantiene alto incluso entre los votantes de partidos políticos de diversas ideologías.
Entre los votantes del PP, un 83,7% apoya la pertenencia a la OTAN, seguido por el 63% de los votantes del PSOE y el 65% de los de Vox. En cambio, los votantes de Sumar son los más críticos, con un 51,6% que considera que a España no le conviene estar en la OTAN.
La percepción de la OTAN en España varía, y mientras un 47,7% de los votantes considera que la Alianza es positiva o muy positiva, un 37,8% tiene una valoración negativa. Este sentimiento está más extendido entre los votantes del PP, PSOE y Vox, mientras que los votantes de Sumar tienen una opinión en su mayoría desfavorable sobre la organización. Sin embargo, este debate refleja un desafío clave para el gobierno de Pedro Sánchez, que se encuentra ante una disyuntiva sobre cómo equilibrar las demandas internacionales con las prioridades nacionales y la percepción de la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.
