El presidente de Rusia, Vladimir Putin, habría planteado la posibilidad de quedarse con la región del Donbás, que comprende las provincias de Donetsk y Lugansk, como parte de un posible acuerdo de paz, según fuentes próximas a la cumbre que mantuvo con el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, en Alaska.
La propuesta de Moscú incluiría la suspensión inmediata de las operaciones militares en el sur de Ucrania, en particular en los frentes de Zaporiyia y Jersón, así como la detención de otros ataques contra el centro y el oeste del país, incluyendo bombardeos con misiles y drones.
Condiciones rusas y concesiones territoriales
Putin habría transmitido a Trump que, aunque está dispuesto a aceptar este alto el fuego a cambio de la entrega de Donbás, no renuncia a otras exigencias fundamentales, entre las que destacan:
Actualmente, las fuerzas rusas controlan aproximadamente el 70 % de Donetsk y casi toda la región de Lugansk, dejando un cinturón defensivo ucraniano en el oeste de Donetsk que sería clave en caso de nuevas ofensivas.
Garantías de seguridad y mediación internacional
Otro punto tratado en la cumbre fue la posible implementación de garantías de seguridad para Ucrania. Según las fuentes, Putin estaría dispuesto a aceptar una fuerza internacional de protección, siempre que no implique la participación de la OTAN. Trump sugirió la posibilidad de un despliegue multinacional con países europeos, aunque subrayó que no podría ser bajo el paraguas de la Alianza Atlántica.
Próximos pasos diplomáticos
Donald Trump comunicará la oferta a los líderes europeos y a Volodimir Zelenski en una reunión en la Casa Blanca el próximo lunes. Se espera la participación de representantes de Alemania, Francia y Reino Unido, dentro de lo que se denomina la “coalición de dispuestos” para una misión de paz.
Por su parte, Zelenski y las autoridades ucranianas no se han pronunciado oficialmente, aunque el presidente ucraniano ha manifestado anteriormente su rechazo a ceder territorios como parte de un acuerdo de paz.
El anuncio, si se confirma, marcaría un nuevo giro en el conflicto que comenzó en 2014 y se intensificó en 2022, y plantea un escenario de negociaciones extremadamente delicado, donde la soberanía ucraniana y la integridad territorial se encuentran en el centro de la disputa.