De aprobarse el nuevo valor —y teniendo en cuenta que el cloruro de sodio, más conocido como sal, es una molécula en que el 37% es sodio y el resto cloruro—, cada litro de agua que se beba del grifo implicaría la ingesta de 2,29 gramos de sal. Para decirlo más sencillo: un ser humano bebe, en promedio, dos litros de agua por día. En esos dos litros —si es que se bebe todo de la canilla y no se alterna con agua embotellada— ingresa al cuerpo 4,58 gramos de sal. Y, por tanto, solo beber el agua diaria casi alcanzaría el máximo de sal que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). No habría margen para comerse las galletitas "María", pero tampoco para las frutas y verduras básicas.
Es por eso que el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, el intensivista Arturo Briva, admite a El Observador que "con un gramo o más de sal en el agua (como prevé OSE) ya se no puede indicar el consumo humano”.
Briva es el vocero de la comisión que asesora técnicamente a la sanidad ante la crisis hídrica. Según algunos de los integrantes de esa comisión, no existe una norma nacional ni internacional que indique a partir de qué valores de sal el agua pasa a no ser apta para consumo humano. Porque si se considera la definición más básica, aquella que reza la Real Academia Española, el agua dejó de ser potable, y por tanto apta para beber, desde que superó a comienzos de mayo los 200 mg/l.
Sin embargo, la catedrática de Toxicología Alba Negrín consideró que los niveles están “al límite” y que si se incrementan los valores “la potabilidad es imposible”, aunque depende de la población, por ejemplo, si se trata de jóvenes sanos o hipertensos.
“La peligrosidad para la salud está evaluada en su efecto en el consumo crónico”, es decir, por un tiempo prolongado, “en eso se basa la excepción transitoria” que otorga el MSP, explicó la coordinadora de la unidad de análisis de agua de la Facultad de Química, Alexandra Sixto.
El razonamiento de los técnicos es sencillo. Cuando Uruguay no atravesaba su mayor crisis hídrica en 70 años, el agua dulce que se usaba para potabilizar concentraba 20 mg de sodio por litro de agua. La normativa era "laxa" y dejaba margen para aumentar ese promedio unas diez veces. En mayo, cuando las fuentes principales como Paso Severino o el Santa Lucía grande empezaron a secarse, hubo un incremento excepcional. Entonces los académicos razonaron: la OMS recomienda no superar los 5 gramos de sal por día, hay poblaciones de riesgo (en especial hipertensos, con patologías renales y bebés) que ya deberían combinar el agua de la canilla con otra que no fuera de la canilla, y a su vez deberían reducir la sal en otros alimentos. Pero ahora, con la propuesta de OSE, ya no hay de dónde descontar ingesta de sal, ya alcanza el límite incluso para un joven sano, y dejar de beber agua no es una opción. Así de contundente, así de complejo.
Briva explicó que hay un porcentaje de la población cuya tolerancia a los valores de sodio puede ser mayor y cuyos riñones tiene mayor capacidad de procesamiento, “lo que no significa que ante una suba de la concentración de sodio estén exentos de efectos”. Pero incluso para esa población, agregó, “es probable que el gusto del agua pase a ser tan salado que sea intolerable”.
El ministro interino de Salud, José Luis Satdjian, dijo a El Observador que “casi no hay evidencia sobre cuál es el límite tolerable (de sodio) en agua” y que la cartera tiene “a estudio” si permite o no el corrimiento de los niveles de concentración permitido. Según el jerarca, “la OMS da una recomendación, como también sugiere no consumir alcohol o no fumar, pero eso no significa que está prohibido en los países”.
En esa línea, agregó Satdjian, los uruguayos “consumen casi el doble de sal por día” que aquella que recomienda la OMS. Entonces, se pregunta, “¿cuál es el límite? ¿El que fija la OMS? ¿El consumo real de los uruguayos? ¿Bajo qué evidencia?”.
La academia, insistió Briva, “no es la que toma la decisión… solo da informes técnicos ante consultas puntuales y decisiones fácticas”.
La peor crisis hídrica en más de 70 años llevó a que el Ministerio de Salud Pública pidiese la asistencia técnica de al menos cinco cátedras de la Facultad de Medicina, de la comisión de Salud Cardiovascular y la Academia Nacional de Medicina. Y si bien el nombre de la junta de expertos —Comisión Honoraria Asesora de Agua—,es menos pegadizo que la sigla GACH, en la práctica ocupa un rol similar al grupo científico que asesoró al gobierno durante la emergencia sanitaria: el Ejecutivo hace una consulta y la comisión le devuelve un informe técnico con recomendaciones.
La decisión, más allá del informe técnico, es resorte exclusivo del Ejecutivo.
¿Cuál es el estado de situación de las reservas mientras se discute la suba del sodio y el cloruro en el agua?
El nivel de agua en Paso Severino es de 2.887.394 m3, es decir, unos 800 mil metros cúbicos menos de agua que lo que tenía la semana anterior. La cota descendió 15 centímetros entre este lunes y el martes.
El área metropolitana consume unos 540 mil metros cúbicos de agua por día. Para asegurar el suministro, OSE estaba tomando unos 200 mil metros cúbicos de agua salada y unos 150 mil de agua dulce de Paso Severino y el resto de lo que trae el río Santa Lucía. Esas proporciones variarán para tomar más metros cúbicos de agua salada y menos de agua dulce.
El objetivo es disminuir la proporción de Paso Severino de 150 mil metros cúbicos que se están tomando hoy a 100 mil o 50 mil metros cúbicos diarios para "prolongar las reservas más allá de la primera quincena de julio", explicó el director de OSE por el Frente Amplio, Edgardo Ortuño.
Bajo este escenario, parte del suministro de agua corriente que está llegando a los pobladores de Montevideo y el área metropolitana ya superó los niveles permitidos.
Los niveles de cloruros y sodio permitidos por el MSP en mayo se superaron algunos días y en algunas líneas de bombeo de OSE, pese a que no hubo una autorización para hacerlo. Según los reportes divulgados por OSE, este domingo la sexta línea de bombeo –marcada en azul y que abastece al oeste del sistema metropolitano– tuvo niveles de sodio de 508 mg/l –el límite autorizado es de 440mg/l–. Los cloruros también estuvieron por encima, con 814 mg/l. El sábado también se superaron los niveles de sodio y cloruros permitidos en la sexta línea –se llegó a 493 mg/l de sodio y 814 mg/l de cloruro–.
Según las muestras que tomó la Intendencia de Montevideo el pasado 12 de junio, los parámetros permitidos también se superaron en varios barrios, por ejemplo, en Casabó, que alcanzó a tener un valor de 878 mg/l de cloruro y de 510 mg/l de sodio y en Buceo hubo 818 mg/l de cloruro y 491 mg/l de sodio.
La opción B: agua embotellada
El presidente de la República, Luis Lacalle Pou, declaró la emergencia hídrica y dijo que el abastecimiento de agua de OSE está asegurado. "Después les comentaremos de la calidad de la misma, si se deteriora o si hay algún cambio previsto", aclaró.
Previendo que la cantidad de sal en el agua aumente, el Ejecutivo apuntó al agua embotellada y decidió quitarle los impuestos a ese producto como alternativa para el consumo.
El agua embotellada esta gravada con 22% de IVA; y 10,5% de Imesi por litro sobre un precio ficto que hoy es de $ 22,18. Si se toma como base
el último precio medio reportado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) para un
bidón de agua Salus
de 6,25 litros, que fue de $ 131,6 hay $ 23,73 que son IVA, y otros $ 14,55 que corresponden a Imesi. Sin esos impuestos ese producto debería costar $ 93,3, es decir
$ 38,3 más barato.